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El líder de pescadores del Magdalena Medio que quiso proteger las ciénagas
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El pescador asesinado por proteger la ciénaga El LlanitoLuis Arango lideró a los pescadores del Magdalena Medio por más de una década. Fue asesinado por ‘los Rastrojos’ en febrero de 2009 en Barrancabermeja.
Luis Arango - Líder ambiental

Archivo particular - Cortesía

Especial

El líder de pescadores del Magdalena Medio que quiso proteger las ciénagas

Luis Arango fue asesinado por 'los Rastrojos' en febrero de 2009. Vea imágenes inéditas.

Luis Alberto Arango era más ciénaga que persona. Tranquilo y profundo. Aunque andaba con el corazón sedimentado, de tanto lodo, era el mejor lugar para navegar. También recio, cuando tocaba. Alto. Fornido. De sonrisa como río. De piel como el café tostado, de brazos fuertes para lanzar la atarraya lejos de la canoa y de voz firme como para separar las aguas, aunque no le hicieran caso.

Pescador. Compadre. Andariego.

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Dary Chacón, su esposa, aún nada en él. Lo mataron hace 12 años, pero todavía lo escucha echando cuentos por ahí. En El Llanito —la tierra y el agua por la que dio su vida—, todos saben quién era, qué hizo y dónde está. Lo enterraron al frente de su casa, porque ahí queda el cementerio, a escasos 10 pasos, y porque, vivo o muerto, no podría estar en otro lugar. De las siete ciénagas que bañan a Barrancabermeja, Santander, la de El Llanito, que se alimenta del río Sogamoso, es una de las que más han sufrido los embates de la guerra.

En el Magdalena Medio santandereano nació el Ejército de Liberación Nacional (Eln) a mediados de los años sesenta, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia tuvieron el control en los poblados más alejados en los ochenta y noventa, y a finales de los noventa y principios de los 2000, dos proyectos paramilitares confluyeron: el de Puerto Boyacá, Boyacá, en el sur, y el de la casa de los Castaño del Urabá.

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Lucho Arango —Lucho, así le decían— empezó su historia como líder social en 1998, en pleno apogeo paramilitar, ingresando al Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM), una corporación de derechos humanos.

Luis Arango - Líder ambiental asesinado

Foto:

Julián Espinosa / EL TIEMPO

Con sus manos amasó la canoa en la que se fue por el Sogamoso y el Magdalena a pescar a 15 líderes de diferentes municipios para proteger el agua y al bocachico, afectados por la industria petrolera, la ganadería, la pesca ilegal y los grupos armados, que encontraron en sus corrientes tranquilas las rutas perfectas para mover droga, muerte, gasolina, armas y lo que se les diera la gana.

En octubre del 2008, dos años después de terminado el proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ocurrido entre el 2003 y el 2006, llegó al pueblo un grupo de hombres liderado por Héctor Bedoya —el vecino, amigo de los hijos de Lucho y Dary—, ya convertido en alias el Trinche, de ‘los Rastrojos’.

(Vea aquí imágenes de 'Lucho' Arango hablando sobre las ciénagas)

No hacía mucho era un pelado que jugaba microfútbol en el polideportivo de El Llanito, que corría por las calles de tierra, piedras y polvo del pueblo que no van a pavimentar nunca, y que hasta habrá tomado limonada en la casa de los Arango. Luis ya había sido elegido presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales y Acuicultores de El Llanito (Apall).

“…A mediados de octubre del 2008, Héctor Bedoya, alias Trinche, buscó a Juan Tercero y Luis Arango para que citaran a los presidentes de las JAC y de otras organizaciones para presentarse como el nuevo grupo que tomaría el control de la zona, a lo cual ellos manifestaron que los buscaran ellos mismos”. Este testimonio fue recogido por la Unidad de Apoyo de la Fiscalía Segunda de Barrancabermeja en la comunidad en el 2009, e integrado en el libro Lucho Arango, el defensor de la pesca artesanal, de la Universidad Pontificia Bolivariana y del Centro Nacional de Memoria Histórica.

El trabajo de mi papá era liderar a los pescadores

Luis era un pescador bonachón, divertido y frentero. Sabía empezar una conversación echando un cuento y se la pasaba con una carcajada en el rostro. Pero era clarito para explicar lo que pasaba y lo que se tenía que hacer para salvar a su ciénaga.

El 17 de enero del 2009, 26 días antes de que lo mataran entrando al barrio La Victoria, de Barrancabermeja, obtuvo su mayor logro como líder ambiental: el acuerdo del Río Sogamoso-Complejo Llanito, que además de la suya, recibió la estampa pública del alcalde de Barranca, del comandante del Puesto Fluvial Avanzado n.° 13 de la Armada Nacional, del comandante de la estación de Policía y del director de la Asociación de Pescadores del Magdalena Medio (Asopesamm).

Este acuerdo fue el resultado de más de una década de liderazgo social, de sacrificar su vida para que la ciénaga viviera, de dejar plantada a Dary con el almuerzo servido —casi siempre bagre, que era su favorito—, por andar en reuniones y recorridos.

Todos los días salía madrugado. Caminaba algunas cuadras rodeando el cementerio, pasaba por la casa de su mamá, por la Junta de Acción Comunal que hoy lleva su nombre, por el tanque de agua elevado que parece la torre de una parroquia, hasta llegar a la carretera de El Llanito, donde lo recogía el bus que lo llevaba en 30 minutos hasta la ciudad.

Pesca en la región de Magdalena Medio.

Foto:

Julián Espinosa / EL TIEMPO

El acuerdo del río Sogamoso era clarito, como Lucho. Cinco puntos para salvar el agua y sus peces. Uno: no pescar en un kilómetro aguas arriba y un kilómetro aguas abajo de la boca del caño San Silvestre, en las temporadas de bajanza. Dos: en el día se podrá pescar con atarraya, en el área definida anteriormente. Tres: se prohíbe el uso del deslizado o trasmallo de día y de noche, en el área definida anteriormente. Cuatro: se prohíbe la pesca desde las 6 p. m. hasta las 6 a. m., con cualquier clase de arte y método de pesca. Cinco: se acuerda con la Armada y la Policía el acompañamiento del control y la vigilancia de los artes y métodos ilícitos de pesca en el río Sogamoso y el complejo El Llanito.

“El trabajo de mi papá era liderar a los pescadores. Siempre estuvo pendiente en la lucha por la ciénaga de El Llanito. Me acuerdo en esos tiempos que pasó lo de su muerte, que él era muy cercano al alcalde en su momento y que tuvieron roces, porque llegaron a unos compromisos para el cuidado de la ciénaga —porque había mucha pesca ilícita— y se organizaron unos patrullajes, y la policía venía y acompañaba a los pescadores para hacer esos recorridos, pero ese apoyo empezó a perderse (…), entonces mi papá estaba sentido con lo público, se sentía abandonado”.

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Quien habla es Luis Arango, uno de los hijos del líder pescador. Llevan el mismo nombre. Se parecen, eso dice Dary. La sonrisa —aunque es mucho más tímido y reservado que su padre— es la misma. Es un hombre que calma como la brisa de las cinco de la tarde a orillas de la ciénaga, dueño de una voz pausada y serena. El día que mataron a su papá estaba en el primer día de trabajo en Bogotá. Se había ido a aventurar a la capital. Pero regresó, enterró a su guía y maestro, y echó raíces en su tierra natal.

                                                                    ***

La muerte de Lucho se da a raíz de unas acciones que estábamos haciendo, que era cuidar la ciénaga

Antes de acabar con las ciénagas de la región, el trasmallo acabó con Luis Arango. Es una red infame, como una prisión de máxima seguridad. Que solo necesita a un hombre para lanzarla y recogerla. Que se queda flotando, matando, agarrando cualquier cosa que nade, por horas y horas. Extensa, como una sábana de cuchillas que corta milimétricamente el agua; no hay espacio para escapar.

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Dice Calixto Rivera: pescador, líder, primo hermano de Lucho Arango —mientras teje una atarraya al frente de su casa— que con una red como la que baila entre sus dedos pueden pescarse cientos de bocachicos, pero que con el trasmallo se pueden sacar 2.000 o 3.000 peces en una sola tanda. Eso estaba acabando con la pesca en los tiempos de Luis Arango, y sigue acabándola hoy, 12 años después.

“La muerte de Lucho se da a raíz de unas acciones que estábamos haciendo, que era cuidar la ciénaga. Se estaban quitando trasmallos y la comunidad dijo: ‘al que se vea tirando esto se le quita y se quema, y la canoa se la daña’. Como aquí había unos integrantes de los paramilitares, estaban aquí, los había dejado el comandante ese que para que nos ayudara, y lo que vinieron fue a jodernos, le cogieron bronca a él porque era el presidente de la asociación”, revuelve sus recuerdos Calixto.

El acuerdo que firmó Luis no solo ponía freno a prácticas ilegales de pesca. Debido a los patrullajes de la policía y la armada, salieron a la luz aguas turbias que eran usadas descaradamente por grupos ilegales para moverse. Sin embargo, la razón por la que lo asesinaron fue por una canoa con motor que la policía decomisó la madrugada del 12 de febrero de 2009. Lo culparon de haber llamado a las autoridades para que eso ocurriera.

El día que mataron a su esposo, Dary soñó que la muerta era ella. Se vio, mientras volaba por la sala de la casa, en un cajón, en su propio velorio. Por la ventana, atrás, el cementerio. Una multitud lloraba y ella consolaba a Luis. Cuando se despertó, pasadas las 5 de la mañana, lo notó inquieto. Entraba y salía del cuarto. Caminaba. Se bañó. Se vistió. No quiso tinto.

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“Después se sentó a mi lado, me quedé acostada, me abrazó y me dio un beso impresionante, y le dije: ‘ni que no fuera a venir jamás’. Él se quedó mirándome, me abrazó fuerte otra vez, sonrió y se fue”. Ella se volvió a dormir. Y no soñó más.

Mientras tanto, Lucho caminó por la ruta de siempre, rodeó el cementerio al que volvería al otro día para siempre y llegó hasta la carretera a esperar el bus. Mamó gallo —como se dice jocosamente— con Juan Tercero mientras pasaba la ruta y le contó que ese día tenía una reunión con funcionarios de la Secretaría de Educación y otros colegas líderes en el restaurante Burbuja, en Barranca.

En Barrancabermeja asesinaron al líder pescador Luis Arango, quien luchaba por la preservación de las ciénagas.

Foto:

Julián Espinosa / EL TIEMPO

Un par de horas atrás, una mujer, quien estaría relacionada con la canoa que fue decomisada, llamó a alias el Trinche para mentirle. Le dijo que Luis Alberto Arango era el que lo tenía ‘pintado’ con la Armada y la Policía en Barranca y en la ribera del río. Esta información está contenida en el Acta de Audiencia de Continuación de Juicio Oral del 2009. Cuando Luis llegó al restaurante Burbujas para la reunión, el Trinche ya había decidido matarlo. Y llamó a sus compinches para que lo ayudaran.

“A las 9:30 llegamos a Barranca y nos reunimos en el billar La Libertad, que está por los lados del comercio. Hablamos el ‘Trinche’, ‘Bryan’, ‘Íngrid’ y unos manes de Barranca, que son alias Maurici’, alias Isaías y ‘Camila’. El ‘Trinche’ coordinó todo con ‘Mauricio’, se ordenó que ‘Bryan’ sacara a Luis Arango del restaurante Burbujas y lo montara en un taxi hasta el barrio La Victoria, donde lo íbamos a esperar ‘Jonathan’ y yo para terminar el trabajo”, se lee en la misma acta. Quien da este testimonio es alias Pipe, quien conducía la moto en la que silenciaron a Arango.

A Lucho se lo llevaron en ese taxi con la excusa de que los jefes de ‘los Rastrojos’ querían reunirse con él para que les hablara sobre el acuerdo del río Sogamoso.

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“Un amigo que vive en Barranca, que se llama Pepe, me llamó y me dijo: ‘aló, Dary, ¿dónde está Lucho?’. Y yo le dije: ‘jum, el andariego está pa Barranca’. Me dijo: ‘Es que me acabaron de decir que en la bajada de La Victoria habían matado a uno, y que era de El Llanito, que era Lucho’. Yo le respondí y le dije: ‘sabe qué, con eso no se juega’, y le colgué”. Dary no había hablado sobre el crimen de su esposo en años. Y llora. Aunque tiene la tumba del marido al frente de su casa, y la ve todos los días al salir o llegar, aún le parece mentira que esté muerto.

A Lucho lo velaron en la sala de su casa al otro día del asesinato. También lo llevaron en un multitudinario recorrido por las calles de Barranca y le permitieron navegar por una última vez en la ciénaga. “Lo de Lucho nos quedó en nuestra mente porque él defendía la manera de cómo pescar —con atarraya, no con trasmallo—, pero se nos bajó la gana de estar luchando porque uno quiere la vida y a su familia, y si ya pasó con el primero, tememos que nos pase lo mismo”, lamenta Ulfran Zambrano, presidente de la Asociación de Comerciantes del sector La Rampa de Barrancabermeja.

Lo de Lucho nos quedó en nuestra mente porque él defendía la manera de cómo pescar, pero se nos bajó la gana de estar luchando porque uno quiere la vida y a su familia

Este comerciante dice que vivir del bocachico, la doncella, el blanquillo y el bagre ya no es garantía de nada. Hay escasez. Las ciénagas están secas. Los pescados que llegan son de talla baja. Nadie compra y muchos venden lo poco que hay. A orillas de los caños y los humedales se amontonan pescadores que arrojan trasmallos y atarrayas para pescar lo que sea que salga. El panorama es desolador.

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Mientras todo esto ocurre, líderes comunitarios y ambientales tratan de preservar sus recursos naturales, siguiendo el legado de Luis Arango. Yuli Velásquez es una de ellas. La quieren asesinar. Ya lo intentaron, este año: el 20 de enero de 2021 le dispararon a su casa y tuvo que tirarse debajo de la cama para esconderse de las balas. Su esposo y su hijo también salieron ilesos.

“Llevamos una lucha protegiendo y conservando el medioambiente: nuestros cuerpos hídricos, flora y fauna. Se volvió una necesidad, no solo ambientalista sino moral, que debemos realizar todos, debido a tantos problemas: contaminación con hidrocarburos, contaminación con lixiviados, con temas de lodos, contaminación por vertimientos de las mismas comunidades con los asentamientos. Y aquí en Barrancabermeja no sucede nada, es la ciudad del silencio”, denuncia Velásquez.

Luis Arango - Líder ambiental asesinado

Foto:

Archivo / Cortesía / EL TIEMPO

Según Jimmy Picón, asesor del Distrito de Barrancabermeja en temas de paz, reconciliación y convivencia, en la región hay activas 96 medidas de protección en todos los liderazgos, y recientemente se han recibido denuncias de amenazas contra líderes principalmente ambientales.

“Las denuncias a líderes ambientales datan del año anterior, una denuncia interpuesta por un grupo de líderes posterior a un panfleto de las Águilas Negras. Cinco organizaciones manifiestan amenazas por parte de personas que están dañando la cuenca de la ciénaga San Silvestre”, sostuvo Picón.

Ramón Abril, integrante de Junta Directiva de Credos —una organización civil y defensora de derechos humanos, con 33 años en el Magdalena Medio—, explica que en esta región el paramilitarismo ganó hace tiempo, y que hoy la disputa no es por la tenencia de la tierra que ya tienen, sino por el uso del suelo. En su opinión, la economía basada en la extracción de petróleo y la minería desplaza la identidad de este territorio que es esencialmente pescador.

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Desde mediados del año pasado hemos registrado riesgos para la integridad física de líderes ambientales

“Desde mediados del año pasado hemos registrado riesgos para la integridad física de líderes ambientales. Este riesgo para estas personas se deriva de la necesidad de hacer un cambio del uso del suelo; eso genera una afectación en el medioambiente, y cuando las personas salen a defender eso, se originan las amenazas contra ellas”, explicó Abril.

Aunque nada le quitará a Dary el dolor por el asesinato de su esposo, los tres actores directos fueron capturados y condenados. El primero en ser detenido fue Felipe Arce, alias Pipe, quien conducía la moto en la que Wilson Javier Jaimes, ‘Jonathan’, le disparó a Lucho Arango. También fue capturado Héctor Bedoya, el ‘Trinche’, y Jaime Peñaloza, alias Brayan, quien llevó en un taxi a Luis al lugar donde lo ultimaron con dos disparos en la cabeza. Felipe fue condenado a 19 años de cárcel. Héctor, a 20 años y nueve meses, y Wilson Javier Jaimes, a 43 años de prisión.

Daniela Arango, una de las nietas de Lucho, tenía dos años cuando lo mataron. Hoy tiene 13, escucha mientras se habla de los asesinos, y entiende todo. Leyó el libro del Centro de Memoria, conoce el proceso judicial y por sus venas corre el carisma, la ilusión e indignación por salvar la ciénaga.

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“Yo pienso que él era un luchador, un líder, un héroe; pienso en cómo mi papá Lucho salía a patrullar esas canoas, a quemar esos trasmallos, y veo a las personas con la pesca ilegal y pienso: ¿uno qué les puede decir, qué puedo hacer si apenas tengo 13 años? Pero me encantaría ser líder del corregimiento de El Llanito, porque veo que tiene potencial en el turismo, pero las personas no le han sacado ese provecho; tenemos la ciénaga y a veces no la cuidamos”. Las palabras de Daniela, que suelta desde la canoa de Lucho que nunca abandonó estas aguas, dan esperanza de que la ciénaga, su abuelo mismo, no morirá jamás.

ÓSCAR MURILLO MOJICA*
Enviado especial de EL TIEMPO
*Periodista de Redacción Bogotá
Twitter: @OscarMurillom

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