Los orígenes de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá se remontan a 1863, cuando se institucionalizó el Distrito Federal que había sido promovido por el general Mosquera. Bogotá, pequeña aldea monacal, había quedado sumida en un limbo jurídico y en una precaria situación fiscal, gracias al espíritu de asociación y la férrea vocación de servicio de un grupo de ilustres caballeros de Santafé de Bogotá, quienes aunaron esfuerzos en procura de mejorar las condiciones de vida de sus conciudadanos.
El 17 de marzo de 1917, hace exactamente un siglo, el alcalde, Raimundo Rivas, mediante el Decreto n.º 10, ordenó la creación de la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá, que en 1930 adoptó su nombre actual.
En 1958 recibió, como legado de doña Mercedes Sierra de Pérez, parte de la hacienda denominada El Chicó y posteriormente se encargó de organizar el Museo que lleva su nombre. Hoy, además de ser un hermoso museo de artes y antigüedades, es un verdadero remanso en la agitada vida citadina.
En estos 100 años ha realizado un sinnúmero de labores en beneficio de Bogotá: la formulación del plano Bogotá Futuro, el mejoramiento de parques, plazas, calles y espacios públicos; el apoyo a las comunidades, la protección del patrimonio cultural. Desde su fundación, la Sociedad se ha caracterizado por su enfoque filantrópico, solidario, responsable y un compromiso irrenunciable de trabajar por Bogotá y sus ciudadanos.
Con el más profundo respeto por nuestro pasado y a partir de las nuevas realidades, hoy pretendemos construir las bases para trabajar por una mejor ciudad. El traumático tránsito a un país urbano desbordó la incipiente capacidad de respuesta de las instituciones jurídico-políticas, que no obstante el esfuerzo de varias administraciones, no lograron dar una respuesta adecuada, con lo que dejaron atrás profundos desajustes con sus consecuentes conflictos sociales.
Se agudizaron las inequidades urbanas, creció la subnormalidad, se aceleró la destrucción del medioambiente, la deforestación inclemente, la contaminación de ríos y humedales; se generó una compleja heterogeneidad cultural, así como la yuxtaposición de múltiples códigos de conducta morales, sociales y políticos.
Las consecuencias derivadas de este acelerado proceso han alcanzado una dinámica tal que los esfuerzos emprendidos para consolidar una democracia local, mediante importantes reformas institucionales como la elección popular de alcaldes, la descentralización administrativa o la revocatoria del mandato, no han surtido los efectos esperados.
Resulta paradójico constatar que hoy tenemos más ciudad que ciudadanía.
Desconocer la correlación existente entre el vertiginoso proceso de urbanización y la confrontación armada que se ha librado en la Colombia Profunda no solo ha sido una falta de visión sino una gran equivocación, ya que a la manera de vasos comunicantes, estos dos fenómenos: conflicto y urbanización, se retroalimentaron fatalmente.
Dentro de este contexto, no es posible lograr una paz verdadera sin construir un sólido proyecto urbano, capaz de introducir acertadas transformaciones en términos políticos, económicos y sociales.
Un proceso de paz que no consulte la complejidad de la realidad urbana no puede prometernos una sociedad mejor.
Por ello debe existir un claro consenso entre las diferentes corrientes políticas e ideológicas; es que para alcanzar una paz duradera es indispensable construir una ciudadanía fuerte y activa.
La Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá ha emprendido un serio proceso, a modo de aggiornamento, para definir sus acciones de cara al futuro. El objetivo central que inspira nuestro quehacer es el fortalecimiento del concepto de civilidad, fundamento del buen ciudadano.
La ciudadanía resulta de la interacción entre el individuo y el sistema jurídico-político, que le confiere derechos y le impone obligaciones, en tanto que la civilidad, esencia de las interrelaciones armónicas entre ciudadanos, se construye a partir de los modernos sistemas de comunicación e información.
Si bien el concepto de ciudadanía se funda en la tolerancia, el de civilidad, en la cooperación, la solidaridad y el respeto por el otro.
Tanto el concepto de ciudadanía como el de civilidad, ajenos a cualquier postura política, están enmarcados en la proclama ‘Igualdad, libertad y fraternidad"’, que un grupo de súbditos convirtieron en símbolo, en 1789, de la Revolución francesa.
Casualmente, en la hacienda El Chicó tuvieron lugar, casi a manera de conspiración y gracias a la tenacidad de don Antonio Nariño, las reuniones y tertulias literarias y políticas del Arcano Filantrópico y las deliberaciones que desembocaron en la traducción y posterior publicación de los Derechos del Hombre a finales del siglo XVIII.
Por tanto, le corresponde a la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, como la organización cívica más antigua del país, liderar eficaces procesos de construcción de ciudadanía y civilidad.
La ciudad es el producto de la acumulación de una serie de hechos históricos derivados de sus complejas dinámicas de índole social, demográfica, económica, religiosa y política, que se desarrollaron bajo el amparo de tres sistemas regulatorios interdependientes: valores morales, normas sociales y ética política.
Esta permanente articulación, materializada en la ciudad, hace de ella la creación más compleja de la historia de la humanidad, por lo que la construcción de civilidad debe ser trasversal a los ámbitos del comportamiento humano: el personal, el social y el político.
Por ello, la Sociedad de Mejoras y Ornato se propone trabajar en tres grandes ejes convergentes, viables y realistas: diseñar y promover amplios programas académicos en valores ciudadanos; fomentar y apoyar redes de organizaciones sociales y el fortalecimiento de la participación ciudadana. Todo esto será posible en virtud de los modernos sistemas de comunicación que hoy constituyen la Cibersociedad.
Este gran esfuerzo requiere de un soporte conceptual sólido, para lo cual se ha conformado un centro de pensamiento alrededor de los temas más relevantes del futuro de la ciudad, a partir de la definición de su región, su evolución y sus proyecciones, la complejidad de las interrelaciones sociedad y territorio, el sistema ambiental, los modelos de ocupación, la estructura administrativa y mecanismos de participación.
Como queremos ser un punto de encuentro de diferentes actores que trabajan y se preocupan por Bogotá, nos proponemos realizar diferentes actividades durante todo el año para fomentar la opinión, el debate y contribuir en la formulación de políticas públicas sobre el futuro de la Capital. Hemos programado una serie de encuentros entre los más connotados expertos en cada una de estas áreas y los ciudadanos interesados en el futuro de la ciudad.
El pasado 3 de abril se realizó la enriquecedora conferencia ‘El agua como eje del ordenamiento territorial y la región hídrica de Bogota’, a cargo del doctor Ernesto Ghul. El próximo 16 de mayo, ‘La Bogota que seremos. Sus proyecciones demográficas y territorio’, dirigido por los doctores Ernesto Rojas Morales, Álvaro Pachón, Rafael Echeverry y Gustavo Wilches. El día 5 de junio, ‘La complejidad de las interrelaciones población-territorio’, dirigido por los doctores Julio Carrizosa Umaña, Manuel Guzmán Henessy y Patricia Lizarazo. El día 3 de julio se realizará la conferencia titualada ‘La urbanización del Distrito Federal al Distrito Especial, un proceso complejo’.
Queremos con la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá invitar a todos los interesados en construir una mejor ciudad a participar en estos foros, que se realizarán a las 5 de la tarde en las instalaciones del Museo Él Chicó.
*Carlos Roberto Pombo, autor de este artículo, es presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá.
CARLOS ROBERTO POMBO URDANETA
*Presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá.
Especial para EL TIEMPO
ACLARACIÓN
Nos permitimos ACLARAR que la fotografía referencia ‘Templete de Bolívar’, que acompañó el artículo titulado 'Los cien años de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá', que se publicó en la edición del viernes 5 de mayo de 2017 página 11 (Debes Leer) de EL TIEMPO, fue tomada por el fotógrafo Paul Beer. Presentamos excusas por la omisión involuntaria del crédito.
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