Diagonal 32B bis A (sur) n.º 6-32 (este) es la dirección a donde no llegan los domicilios, los taxis ni los invitados, pero sí, contra todo pronóstico, los recibos de los servicios públicos. Esta nomenclatura corresponde a una casa de familia ubicada en el barrio Horacio Orjuela, en la localidad de San Cristóbal, en el sur de Bogotá, donde es más fácil perderse que encontrarse.
Técnicamente, orientarse en la capital debería ser tarea fácil porque las direcciones funcionan como un sistema cartesiano o una cuadrícula casi perfecta. Las carreras, orientadas paralelas a los cerros, avanzan de sur a norte, mientras que las calles corren de oriente a occidente y cortan las carreras.
Hasta ahí es sencillo. Pero, ante direcciones como la mencionada, cualquiera pierde la cabeza.
De hecho, tal fue el desespero del dueño de esta casa en el Horacio Orjuela que terminó por pegar un curioso cartel en su ventana (ver foto). En el papel, el hombre pone tres direcciones: ‘la superantigua’, ‘la antigua’ y la ‘nueva y última’, rematadas con un buen deseo a los mejores mensajeros y un simpático ‘hasta la vista, baby’. El divertido mensaje tiene una explicación: en los últimos tres años, al barrio le han cambiado dos veces la nomenclatura, que es cada vez más complicada.

El curioso cartel de un vecino desesperado.
Eliana Herrera (cortesía)
EL TIEMPO logró llegar hasta el lugar y comprobó que hacerlo es toda una odisea. Además encontró al autor del cartel, Gabriel Vallejo, quien vive en la zona hace casi 30 años y que, según le dijo a este diario, siempre ha tenido que recurrir a carteles de este tipo para ayudar a los mensajeros que buscan su destino.
"En los últimos años, hemos tenidos tres cambios de direcciones. Y los mensajeros vivían locos con eso. Por eso les puse el carte. Ellos me dicen 'Uy, hermano, muchas gracias, porque nos orientan mucho'", comenta Vallejo quien asegura que allá no llegan los domicilios ni el transporte particular a través de plataformas pero sí los recibos de servicios públicos y las cuentas de cobro. "Este enredo de barrio solo lo entendemos los que vivimos aquí y nuestras familias que nos visitan hace años", apunta Vallejo.
Aunque en ninguna de dos visitas encontró al autor del cartel, sí comprobó con vecinos que la dirección que tiene diagonal, un bis, tres letras y cuadrantes este y sur (sí, todo al mismo tiempo) les ha traído varios problemas. “No podemos pedir domicilios ni un servicio de taxi o transporte a través de plataformas”, explicó una de las habitantes del conjunto que, en varias de sus ventanas, tiene papeles con aclaración de las direcciones, para que los visitantes no se pierdan.
Acá no llegamos sino los que vivimos aquí. Ni clientes ni invitados la tienen fácil. A punta de señas nos tocas decirles dónde estamos
Una peluquería, por su parte, luce sobre su puerta tres placas con las tres direcciones que ha tenido en los últimos años.
Catastro, entidad encargada de asignar y actualizar las direcciones en la ciudad, monitorea y actualiza la nomenclatura para guardar el orden en la ciudad y responder al crecimiento urbano. Según cifras de la entidad, a la fecha, el 70 % de las direcciones se encuentran actualizadas. Sin embargo, mientras la ciudadanía se adapta, los problemas sobran.
“Acá no llegamos sino los que vivimos aquí. Ni clientes ni invitados la tienen fácil. A punta de señas toca decirles dónde estamos o, en últimas, ponerles un punto de encuentro en el parque Gaitán Cortés o en el colegio Fe y Alegría”, agregó otra vecina.
Bien sea por la actualización de nomenclatura, o por los diversos elementos que la componen, ubicarse en Bogotá podría convertirse en una pesadilla si no se entiende bien cómo funciona el sistema. Por eso, EL TIEMPO le consultó a Catastro cuáles son las claves del sistema y le entrega a usted cinco datos para ubicarse y encontrar con facilidad cualquier lugar.
Hay una clave para no enredarse con el tema: relacione diagonales con calles y transversales con carreras. La razón es esta:

Placas de direcciones en Bogotá
Abel Cárdenas / EL TIEMPO
Según Catastro, la diagonal es aquella vía que tiene el mismo sentido de la calle, pero lleva un ligero desvío de entre 22,5 y 45 grados. Con la transversal sucede lo mismo, es una vía que se inclina con relación a la carrera.
Para ser más claros, vea este ejemplo. La terminal de transportes de El Salitre está ubicada en la diagonal 23 n.º 69A-55. La lógica es la siguiente. Si le dicen diagonal 23, relaciónela con la calle 23 y sepa que cuando se cruce con la carrera 69A, la calle 23 tendrá una leve inclinación.
Ahora, para su tranquilidad, el decreto 615 de 2011 determinó que su uso debe ser la excepción y no la regla. Por lo que no es tan probable que se encuentre con una dirección de este tipo
Las calles en Bogotá están organizadas como en un plano cartesiano. Hay una línea imaginaria 0: hacia el norte, las vías se identifican solo con el número; hacia el otro lado llevarán el sufijo sur.
Lo mismo pasa con las carreras. Estas aumentan hacia el occidente, pero las situadas antes de la “carrera 0” y que vayan hacia el oriente se les pone el ‘este’.
El ‘bis’ es un elemento que nos indica que hay dos vías con el mismo número, pero una de ellas no es continua. Para diferenciarlas se utiliza el bis. Por ejemplo, si le piden ir a la calle 12 bis, sepa que puede haber dos calles 12 en el mapa, una de las cuales apenas es un corto tramo.
Ahora, las letras son parte de la identificación alfabética de las calles. Y parte una misma calle en varias secciones. Se pueden usar las letras, en estricto orden, desde la A hasta la Z.
Las únicas letras que no se pueden utilizar en nomenclatura son la E, la S, la O ni la Ñ.
Dato curioso: ¿Hasta dónde han llegado? Sepa que la autopista Sur entre la Macarena y Bosa es realmente la calle 57R sur.
¿Ha notado que hay una especie de ‘huecos’ en la nomenclatura de la ciudad? Es decir, que esté sobre la calle 1.ª y de repente pase a la calle 5. En la sede principal de EL TIEMPO pasa: una de nuestras entradas está en la calle 26, pero la entrada de ‘atrás’, a la vuelta de la cuadra, queda en la diagonal 44.
Esto sucede por dos razones: por el crecimiento desordenado de Bogotá hacia el occidente y el sur y por el cambio de nomenclatura de Bogotá hecho a partir de un criterio: las grandes avenidas mandan la parada.
En el caso de la sede de EL TIEMPO, hay un ‘vacío’ de 20 cuadras porque la prioridad no es el ‘orden numérico’ de las calles, sino que estas puedan empatar con la gran vía vecina: la calle 63.
Sepa que es un proceso que permite guardar el orden de la ciudad, unificar el sistema y brindar una orientación espacial para habitantes y visitantes. Y recuerde que es un trámite gratuito: usted no tiene que pagar por el certificado de nomenclatura ni por la instalación de la placa.
Ahora, tenga en cuenta que las placas antiguas pueden permanecer (tachadas con una línea roja) hasta dos años mientras las entidades que lo necesiten ubicar asuman la nueva nomenclatura. Luego, es su responsabilidad retirarla. Ahora, si quiere conocer los mapas actualizados, puede consultar esta página: www.mapas.bogota.gov.co
ANA PUENTES@BogotaET