Entre agosto y septiembre del año pasado, al restaurante del comerciante iraní Arbani Jalal Pourmousa entraron tres llamadas amenazantes.
Tal como había sucedido en 2015, al otro lado de la línea le estaban exigiendo dinero. En esa ocasión, el Gaula del Ejército estableció que se trataba de una llamada extorsiva desde una cárcel, que culminó con la captura de una mujer que fue hasta el restaurante Café Shahrzad, en la carrera 16 con calle 48, a reclamar la suma que le exigían al iraní.
Así se lo confirmó un alto funcionario de una de las entidades del Estado que investiga el caso y quien decidió hablar luego de que EL TIEMPO reveló la identidad del iraní y las hipótesis del caso.
“La mujer quedó libre luego de que llegaran a una conciliación”, explicó el funcionario.
Pero, esta vez, las llamadas terminaron en dos petardos de importante poder que estallaron el 10 y el 18 de febrero pasados y se sumaron a las otras explosiones ocurridas en Bogotá.
Las autoridades ya tienen claro que estos dos estallidos no tienen relación con los atribuidos al Eln.
Lo que ahora quieren establecer es cuál es el grupo delincuencial detrás de las llamadas extorsivas, y si están vinculadas a las explosiones, que afectaron varias casas vecinas y la tranquilidad en Bogotá.
Los seguros
De hecho, aún no se ha descartado una segunda hipótesis revelada por este diario: la existencia de posibles pólizas y seguros que protegieran la casa del iraní, un bien de conservación arquitectónica.
“Esa posibilidad también se está verificando. Hasta ahora sabemos que, al parecer, la casa está a nombre de la esposa colombiana del señor Jalal Pourmousa”, añadió la fuente judicial.
EL TIEMPO buscó al comerciante para conocer su versión de los hechos, pero no respondió los mensajes. El caso lo lleva el CTI y lo indagan otras autoridades.
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