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League of Legends, fenómeno cultural y deportivo en Bogotá
League of Legends

La conexión a internet en la región es un gran limitante para los jugadores.

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Cortesía LVP

League of Legends, fenómeno cultural y deportivo en Bogotá

Así se vive la experiencia que practican millones de jóvenes en el mundo en la capital del país.

Es el deporte electrónico (e-sport) más popular del planeta. Unos 100 millones de jugadores activos y conectados a alguno de los servidores de red que la empresa Riot Games, desarrolladora del videojuego, tiene regados por el mundo.

Y si bien en Bogotá League of Legends (LoL) es un fenómeno cultural desde hace varios años, en la actualidad ha trascendido hasta convertirse en una disciplina deportiva profesional.

Son las nueve de la mañana de un sábado en la calle 51 con carrera 16. Frente a una casa de dos pisos, paredes rojas y entrada azul, seis jóvenes esperan a que las puertas de El Pozo se abran. Los muchachos, calmados y sonrientes, conversan entre ellos. Llevan varios minutos hablando, y no parece que ninguno quiera perder el hilo de la conversación.

Para las decenas de personas que pasan por el lado sin siquiera mirarlos se trata de simples charlas triviales entre muchachos. Cuando las puertas del local se abren, todos se apuran para entrar y ubicarse en el mejor sitio.

Dentro de El Pozo hay 20 computadores cuyo propósito es solo uno: ser el centro de mando de algún jugador de League of Legends. Cada participante toma su lugar y en menos de dos minutos está listo para conectarse al servidor que le permitirá jugar, desde una pequeña casa de la localidad de Chapinero, con millones de jóvenes de todo el mundo.

Este local también funciona como centro de entrenamiento para otros deportes electrónicos desde hace 2 años: Fortnite, Fifa, PES y otros títulos hacen parte de la gama de posibilidades para los 'gamers' locales.

En Bogotá hay varios sitios diseñados específicamente para la práctica de deportes electrónicos, con infraestructura y tecnología similares a las utilizadas por los profesionales: GoodGame (cra. 8.ª n.º 41-39) y Parallel (cra. 16 n.º 39A-95) y La Guarida Gaming Center (cra. 16 n.º 48-74), entre otros. El Pozo, sin embargo, cuenta con una particularidad que lo hace tan popular entre los 'gamers'.

“Cuando abrí el local, yo no quería un cíber, quería ofrecer un plus, es decir, salirme del 'amateur' para ir al pro y, además, ser un puente entre la comunidad y los deportistas”, indica Juan Ramírez, creador de El Pozo e impulsor del videojuego en la ciudad. El Pozo es además la sede de Chi Army, uno de los 8 equipos semiprofesionales de LoL que compiten en la liga nacional de este deporte electrónico, organizada desde 2018 por LVP, una empresa española dedicada al fomento de los deportes electrónicos.

“La decisión de venir a Colombia, y en general a Latinoamérica, surge tras la necesidad de la región latina de contar con una empresa ajena a los dueños y productores de los videojuegos en la organización del ecosistema de deportes electrónicos”, dice uno de los voceros de la Golden League, como se denomina la competencia.

La liga nació cuando La Grieta, una comunidad de LoL que ya existía en el país, se unió con LVP para conformar los Circuitos Nacionales de League of Legends. “Esto resultó en números muy destacables: Colombia fue, de hecho, el país con más inscritos y espectadores en toda la región, situación que nos confirmó que había mucho talento por explorar en el país. Tras ello, ya formalizamos la primera liga profesional”, señalaron desde LVP.

lOL

Manny Gómez, ‘gamer’, entrenador de LOL y desarrollador de videojuegos.

Foto:

Archivo particular

Uno de los testigos del crecimiento de este fenómeno cultural y deportivo es Manny Gómez, un bogotano que desde hace siete años se ha dedicado a estudiar el videojuego y comprender todas las dinámicas que de este se desprenden. “Llegué al juego por casualidad, pero desde que lo conocí me he enfocado en trabajar como entrenador en el aspecto estratégico y mental”.

Manny, como es conocido en el mundo de LoL, estudió diseño y desarrollo de videojuegos en la Universidad Quinnipiac, en Connecticut (EE. UU.); después fue contratado por la Universidad Georgia Southern para desarrollar un programa orientado a la profesionalización de los e-sports y, específicamente en la creación de un equipo de League of Legends. Hoy escribe para revistas especializadas como ESTNN (Canadá) y tiene una página en YouTube en la que analiza la liga.

Esta experiencia le ha servido para dar un panorama del fenómeno en Bogotá. “En jugabilidad estamos bien, tenemos 'gamers' jugando en el extranjero y además una liga semiprofesional. Lógicamente, falta invertir en infraestructura para que la ciudad se vuelva una potencia”. Juan Ramírez coincide con esta opinión y sostiene que no solo en la ciudad, sino en el país “somos una región emergente en donde dedicarse a esta disciplina aún no es un proyecto de vida, y esto se debe a una razón netamente cultural”.

Y cómo son las partidas

La dinámica del juego es sencilla. Se trata de partidas en las que dos equipos, de 5 jugadores, cada uno, se enfrentan hasta destruir el ‘nexo’ o base enemiga, ubicada en un extremo del mapa.

Para llegar hasta la estructura central del rival, el jugador cuenta con tres caminos: superior, central e inferior; el mapa también está compuesto por un río que lo atraviesa verticalmente y corredores irregulares, llamados la jungla.
Las partidas o rondas pueden durar entre 40 y 60 minutos, y por ello son fundamentales la estrategia y la experiencia del jugador.

“Son claves el entendimiento del juego, la anticipación y conocer las capacidades de cada ‘campeón’ y su impacto en una partida”, afirma Manny. Los ‘campeones’ son los personajes que cada miembro del equipo elige para una partida y suelen tener diferentes habilidades y roles, por lo que elegir el indicado para cada tipo de batalla es determinante.

Es difícil saber cuántas personas juegan LoL en la capital, pues no hay cifras oficiales. “Riot siempre ha sido muy reservado en ese aspecto; sin embargo, en 2016 logramos obtener información de varias fuentes, y se estimó que hay por lo menos 75.000 cuentas activas”, dice el creador de El Pozo.

Tal vez un buen barómetro para determinar dicha cifra se dio durante la final del torneo latinoamericano de LoL, disputada en abril de este año en la Arena Movistar con más de 15.000 asistentes.

Lo que hace a League of Legends un juego tan popular entre los jóvenes es que puede jugarlo cualquier persona, desde cualquier parte del mundo. No hace falta ni siquiera contar con un compañero al lado, pues al tratarse de un videojuego en línea, cuando un jugador quiere ingresar a una batalla el sistema automáticamente lo ubica en una partida con personas del mismo nivel.

No obstante estas facilidades, no deja de ser cierto que la ciudad aún posee limitaciones para que los jugadores se desarrollen de manera idónea. “Los servidores en Colombia son una desventaja. Acá puede haber retrasos de 68 microsegundos en las partidas; eso no es malo, pero tampoco es el mejor escenario”, señala Manny. Juan, por el contrario, afirma: “Nosotros todavía no estamos a un nivel tan alto como para que ese factor sea determinante”.

LoL en el mundo

Detrás de League of Legends no solo hay millones de jugadores en todo el mundo. Además de entrenadores y desarrolladores, también existen comentaristas, narradores, 'youtubers' y blogueros especializados. Otro oficio ligado al fenómeno cultural y deportivo de LoL es el cosplay (evocar personajes del anime o videojuegos con disfraces).

“Llevaba 4 años dedicada a esto y dos jugando LoL cuando me invitaron a ser jurado del concurso de 'cosplay' en el mundial de Seúl. En ese momento me enamoré de la comunidad alrededor del juego”, dice Sandra Herrera, 'cosplayer' conocida como Lobo Molotov dentro de la movida.

Sandra manifiesta que en Bogotá, el 'cosplay' aún no tiene el ecosistema competitivo que existe en otros países. A pesar de esta situación, fue la única participante colombiana en el circuito latinoamericano de este año.

“Hace un año se creó el circuito oficial de 'cosplay', que se compone de pequeños microconcursos durante todo el año. Cada competencia da un puntaje de acuerdo con la posición ocupada, y al final del año, el que más puntos tenga se lleva el torneo y el dinero”, dice Sandra, quien concluye que dedicarse a esta disciplina puede ser costoso.

“Crear un traje me puede costar 800 dólares, pero, aun ganando la competencia, es difícil recuperar la inversión. La ganancia que obtengo es la difusión, el reconocimiento y el poder asistir a esos espacios”, señala.

CAMILO ANDRÉS CASTILLO
Especial para EL TIEMPO
Twitter: @camiloandres894

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