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Bogotá

Lady Paget: la ‘misteriosa’ mujer inglesa expulsada de Colombia por libertina

Honor Cecilia Russell tenía 22 años cuando llegó a Bogotá, en febrero de 1929.

Honor Cecilia Russell tenía 22 años cuando llegó a Bogotá, en febrero de 1929.

Foto:Archivo General

Por sus excesos, la sociedad bogotana de los años 30 exigió deportarla. Fue asesinada años después.

SARA VALENTINA QUEVEDO
Cuando pisó por primera vez el suelo bogotano, en febrero de 1929, los ojos de la ciudad se volcaron sobre Honor Cecilia Russell Bowlbyn, más conocida como Lady Paget. Era toda una rareza para la época. Alta, rubia, de grandes ojos claros, su fisonomía hacía contraste con las características de los capitalinos promedio. Pero no solo su aspecto llamó la atención, sino su comportamiento libertino que escandalizó a la alta sociedad de los años 30 's hasta el punto de enviarla, con orden judicial en mano, de vuelta a Inglaterra, su país natal.
Un amor fue lo que motivó a Lady Paget a cruzar el Atlántico y emprender una larga travesía, con todas las inclemencias que el trópico les cobra a quienes no están acostumbrados a su clima. El barco a vapor partió de Puerto Colombia, en Barranquilla, a través del río Magdalena, hasta Honda, donde tomó el tren para llegar a Bogotá. Allí la esperaba Julio Sáenz, a quien había conocido el verano pasado en Francia, para consumar un romance que concluiría con la expulsión de la mujer inglesa, un poco más de un año después de su arribo.
La única foto que se tiene de Lady Paget es una pequeña imagen que acompaña su expediente, recopilado por el Archivo General de la Nación.

La única foto que se tiene de Lady Paget es una pequeña imagen que acompaña su expediente, recopilado por el Archivo General de la Nación.

Foto:Archivo General de la Nación

La invitación de Sáenz -un joven abogado de unos 27 años, de una familia acomodada de la capital- a Colombia fue un salvavidas para esta extranjera que buscaba una nueva vida, después de un fracaso matrimonial y el rechazo de su familia, de origen noble, por el escarnio al que fue sometida. Así se relata en 'Diez crímenes sorprendentes de la historia de Colombia', libro que recapitula este y otros hechos insólitos del siglo pasado.
Pero aquel hombre que conoció en Europa y siguió hasta Sudamérica, en pleno periodo entreguerras, la gran depresión y la violencia bipartidista que sacudía el país de punta a punta, no fue el único. Una vez en Bogotá, Russell se instaló en inmediaciones del Parque Nacional, que en la época era uno de los barrios más prestigiosos de la ciudad, donde era frecuentada por diferentes amantes. Este fue el primer signo de alarma de una serie de acusaciones que la llevarían a los estrados judiciales.
Fernando Salamanca, investigador y autor del libro que narra el caso de Lady Paget, resalta la importancia de su edad, contexto político y condiciones económicas como factores determinantes de su comportamiento. “Era una joven veinteañera, rica, voluntariosa, muy de su época. La sociedad europea había despertado de tanto dolor por la guerra que recién concluía y tenía una filosofía hedonista que ella adoptó”.
Un estilo de vida muy diferente se tenía en Colombia. Aunque el país empezaba a abrirse a la modernidad, el molde moral de sus ciudadanos estaba regido por un catolicismo aún muy arraigado y unos principios conservadores que se reflejaban en la política y sus leyes. Esto es importante porque fue, precisamente, un cura el que terminó influyendo en el destino de esta extraña visitante.

Derroche, juegos y bebida

Por el cambio de moneda, las doscientas libras esterlinas que le enviaba a Russell su acaudalada familia para mantenerse en el país era una suma exorbitante. Según Salamanca, superaba en nueve o diez veces lo que ganaba un funcionario público. Esto le daba una libertad económica que era mal vista, pues lo común era que las mujeres fueran dependientes de las fortunas de sus matrimonios y, por ende, de las decisiones de sus maridos.
También era norma social que ciertos espacios, como los casinos y bares, en los cuales se veía diariamente a Lady Paget derrochando y bebiendo, estuvieran delimitados como lugares masculinos. Por eso, su presencia empezó a incomodar a las esposas de los hombres con quienes departía y, junto con vecinos y conocidos, terminaron inculpándola de prostituta y drogadicta, que en las primeras décadas del siglo XX eran considerados delitos.
Fue como si en la alta sociedad bogotana hubiera aparecido un extraterrestre. Todo el mundo hablaba de lo que hacía, de lo que no hacía, de quienes la visitaban, de sus amigos. Pero del chismorreo se pasó a denuncias formales, que terminaron haciéndola comparecer ante los jueces”, describe Salamanca.

Era una joven veinteañera, rica, voluntariosa, muy de su época. La sociedad europea había despertado de tanto dolor por la guerra y tenía una filosofía hedonista que ella adoptó

Una carta de indignación por la presencia de la joven inglesa, que estaba en la boca de todos por su actuar inmoral, fue enviada a la Prefectura de Detectivismo de la Policía.
¿Cómo es posible que tan desagradable huésped siga en esta ciudad, cuando es fácil comprobar que de Londres la sacaron por amancebamiento y escándalo de prostituta?, ¿Cómo es posible que siga aquí cuando de París, donde las costumbres por su benevolencia son más relajadas, tuvo que salir con veinticuatro horas de plazo y embarcarse para esta pobre tierra donde tenemos que sufrir sus vicios y sus desmanes? Fuera de ser tahúr y de ser prostituta, el dinero que tiene le permite comprar y vender, o lo que es peor, regalar cocaína y demás estupefacientes, usándolos sin el menor pudor delante de todo el mundo”, se leía en el documento.
La Policía Judicial Nacional, autoridad de la época, adelantó las investigaciones para determinar la culpabilidad de la señora Russell. Sin embargo, todos los cargos fueron desmentidos, pues la acusada comprobó que el origen de su dinero era lícito y no provenía de la prostitución, como se creía, y que no consumía ningún tipo de sustancias.
El juez del caso también confirmó que las incriminaciones contra la mujer eran falsas, así como los testimonios que exponían sus supuestas faltas. “Si bien era una despilfarradora, bebía, apostaba y tenía varios amantes, con ninguna de estas acciones infringía la ley, solo se trataba de conductas obscenas para la época”, señala el investigador Salamanca.
No obstante haber demostrado su inocencia, la persecución contra Lady Paget recién comenzaba. La justicia había fallado a su favor, pero sus inquisidores, con tal de que no siguiera presente en la vida pública de la ciudad, escalaron el caso hasta el poderoso arzobispo, monseñor Ismael Perdomo, “amo de las almas de Bogotá”. Creían que con su favor e influencia podían revertir la decisión judicial y expulsar, de una vez por todas, a la escandalosa extranjera.
Monseñor tenía un peso de suma importancia en la política nacional; tanto, que su voz fue determinante en el fin de la hegemonía conservadora, en 1930. Pero además su santidad era indiscutible. Hasta la fecha, su proceso de canonización sigue abierto, siendo declarado venerable por el papa Francisco el 7 de julio de 2017.
Expediente de Lady Paget

Expediente de Lady Paget

Foto:Archivo General de la Nación

Perdomo, siguiendo los ruegos de sus feligreses -la mayoría mujeres pertenecientes a las familias más prestantes-, radicó nuevamente la queja contra Honor Cecilia Russell, describiéndola como “perniciosa, consumidora y una adicta al juego”. El arzobispo, justificándose en la ley que exigía a los forasteros tener un buen comportamiento como requisito para permanecer en el país, abogó por enviarla de vuelta a Europa.
Por el calibre del denunciante, prácticamente, la decisión de deportar a Lady Paget estaba tomada. Su expediente da cuenta detallada de cada una de las actividades que realizaba, con moralismos y juicios de valor en los que se sustentaba el “daño” que le hacía a los valores colombianos.
“Pasa las noches en los cabarets, cafés y clubs, tomando toda clase de bebidas alcohólicas, jugando toda clase de juegos de azar y suerte, con los hombres que concurren a este tipo de establecimientos. También la hemos visto en repetidas ocasiones en estado de embriaguez y de brazo con hombres por las calles dando escándalo y presentando un aspecto vergonzoso que pugna contra la moral y buenas costumbres de nuestro país”, especifica uno de los relatos.

El “antiextranjerismo”

Más allá de la cultura puritana, durante la llegada de Lady Paget a Bogotá, la sociedad colombiana experimentaba cierta antipatía hacia los extranjeros, que terminó alimentando la estigmatización hacia cualquier costumbre importada.
“El antisemitismo y la xenofobia hacia comunidades específicas era un rasgo latente. Esta es una característica clave para entender el caso de la expulsión de Bowlbyn, pues, en parte, las acusaciones contra ella fueron alimentadas por este sentimiento colectivo de desconfianza a lo foráneo”, enfatiza Salamanca.
En concordancia con el autor, Felipe Arias Escobar, historiador y docente universitario, asegura que esta cultura parroquial de los años 30 's responde a siglos de aislamiento que afianzaron el temor hacia los extranjeros y la posible amenaza que representaban a las tradiciones locales. “Colombia no tuvo las oleadas migratorias que sí vivieron países como Argentina, Brasil o Uruguay, y eso se tradujo en una resistencia mucho más prolongada a la llegada de ciudadanos de otras nacionalidades”.

La muerte de Lady Paget

Después de la segunda investigación, en la que intercedió monseñor Perdomo, la Policía Judicial Nacional decidió expulsar a Lady Paget, tal como estaba cantado. Pero lo que se sabe de su vida posterior a su desembarco en Europa es todo un misterio.
Salamanca le siguió el rastro a través de archivos franceses e ingleses que la mencionan. Se cree que estuvo relacionada con agentes de la Gestapo, la Policía Secreta de la Alemania nazi, que por la época empezaba a tener mayor auge, abriéndole paso al proyecto expansionista de Hitler.
Lo que sí se conoció fue que Honor Cecilia Russell murió acribillada diez años después de ser deportada de Colombia. Aún no cumplía ni siquiera cuarenta años. Su asesinato lo relacionan con el vínculo con oficiales de la Gestapo, pero por el anonimato bajo el que operaba esta organización, fue imposible comprobarlo.
SARA VALENTINA QUEVEDO
REDACCIÓN EL TIEMPO

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SARA VALENTINA QUEVEDO
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