La muerte de Wendy Alexandra Bueisaquillo Giraldo, de solo 23 años, volvió a revivir el drama de las mujeres y hombres que se someten a cirugías estéticas sin informarse de qué tipo de profesional es el idóneo para realizar estos procedimientos. El resultado: enfermos permanentes y en riesgo de muerte y, en el peor de los casos, pacientes que no vuelven a despertar.
Esta joven era esteticista y trabajaba en su casa. Indagando a través de las redes sociales encontró al médico Ignacio Alberto Soler Moreno, quien prometía resultados satisfactorios. “Eso entusiasmaba a mi niña”, contó Luz.
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El miércoles 20 de mayo, madre e hija asistieron a una valoración con quien se presentaba como un cirujano plástico de renombre. A Wendy le dijo que solo necesitaba una liposucción y una rinoplastia y le cobró 4 millones de pesos, y a Luz Adriana le dijo que necesitaba una lipectomía y le cobró siete millones de pesos, precios irrisorios si se les compara con el estándar del mercado.
Cuando todo parecía perfecto, el sábado 4 de julio llegó la fatalidad. La supuesta clínica estaba ubicada en una oficina del piso 6 del edificio Cedro Point, en Cedritos, en la calle 140 con carrera 10.ª.
A las siete hicieron pasar a la joven para prepararla, mientras que, extrañamente, a sus familiares los retiraron del edificio. Por eso a las 11:20 a. m. Luz Adriana entró en pánico. “Pregunté en la recepción y me dijeron que en dos horas más ella saldría de recuperación. Ahora creo que para ese momento mi hija ya estaba muerta”, dijo Luz Adriana.
A las 12:50 p. m., ella ya no pudo más. Entró al edificio, y ante la presión Soler autorizó su entrada. “Doctor, ¿cómo está la niña, cómo salió la cirugía?” fue lo primero que preguntó la mujer. Pero la cara del médico lo decía todo. “Mire lo que nos hizo Wendy”, replicó el cirujano. Luego, todo fue un caos. Luz Adriana le gritaba que si habían matado a su hija, y el galeno, como podía, le decía que habían tratado de reanimarla.
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Desesperada, entró a la habitación en donde tenían el cuerpo de su hija. “Ella estaba morada y llena de heridas abiertas. O sea que es mentira que ella estuvo en recuperación”. Toda la familia entró en 'shock'. Llamaron a la policía a pesar de que el médico les insistía en no llamarla.
Esta familia no sabe cómo contarle a un niño de 5 años que su mamá murió. “Tarde me enteré de todas las investigaciones que tenía. Él sigue haciendo eso porque las investigaciones no han terminado en nada”, dijo Luz Adriana.
Lo más grave es que este caso revivió otras denuncias. *Sandra dice que se operó con Soler el 3 de mayo de 2019. “Me tuvieron que llevar a una clínica en ambulancia”, contó. La reanimaron porque sus dos pulmones se le llenaron de aire (neumotórax). “Mi piel estaba morada. Estaba muy mal”.

Wendy Alexandra Bueisaquillo Giraldo había estudiado estética. Trabajaba en su casa desde que comenzó la pandemia y tenía un hijo de cinco años.
Archivo particular
Luego de permanecer dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), esta joven duró cinco días más hospitalizada. “Salimos directo a la Secretaría de Salud de Villavicencio a radicar un derecho de petición, pero nunca pasó nada”.
Otra mujer denunció haberse realizado una bichectomía que la dejó deforme. “Ahora tengo que vivir con un procedimiento incompleto”. Esta víctima prefiere ocultar su identidad.
Pero las quejas contra este médico vienen de 2017. Fue denunciado por el cantante Jeison Jiménez. Su madre tuvo varios quebrantos de salud tras ser operada por Soler. Fue tratada por otro médico por un absceso infeccioso.
Soler también sonó en el caso de la modelo Edna Patricia Espinosa, quien murió de un infarto en enero de 2009. En ese momento, Soler le dijo a EL TIEMPO: “Cinco minutos antes de finalizar se presentó el paro cardiaco. Se hicieron maniobras de reanimación, pero no respondió. Murió”.
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El 10 de julio de 2019, la Subdirección de Vigilancia y Control de la Secretaría de Salud (SDS) abrió una investigación administrativa en contra de Soler por irregularidades en su consultorio de la carrera 68 n.º 23-34 sur. Las sanciones contemplaron una multa por 3’312.000 pesos.
Para el cirujano plástico Felipe Castro Esguerra, miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, uno de los problemas es que los pacientes no denuncian por miedo o vergüenza. “Desconfíen de promociones o combos. Estos procedimientos requieren de años de estudios y especializaciones”.
Luego de la muerte de Wendy, un juez de control de garantías de Bogotá le impuso medida de aseguramiento en establecimiento carcelario y detención domiciliaria a las auxiliares de enfermería Karen Daniela Rodríguez Cárdenas y Laura Jimena Mantilla Leal, por su presunta responsabilidad en la muerte de una paciente durante un procedimiento estético.
El día de la tragedia, una comisión de la Secretaría de Salud revisó el lugar y certificó que no cumplía con los requerimientos para la práctica de cirugías. La suspensión fue total.
La Fiscalía les imputó al médico y a sus dos auxiliares el delito de homicidio simple a título de dolo eventual, pero este cargo no fue aceptado por los procesados.
El médico Ignacio Alberto Soler Moreno, quien se ufanaba de su recorrido profesional, pasó su primera noche privado de la libertad en la estación de Policía de Usaquén con problemas de hacinamiento a la espera de que el Inpec defina su centro de reclusión. EL TIEMPO trató de obtener la versión de Soler, pero no ha sido posible una respuesta.
De acuerdo con la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (Isaps, por su sigla en inglés), en el 2018 se realizaron 233.000 procedimientos de este tipo por profesionales certificados, de los cuales casi 100.000 fueron hechos en Bogotá.
Sin embargo, de acuerdo con Ernesto Barbosa, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, de este total solo cinco pacientes requirieron manejos en la unidad de cuidados intensivos, lo que llevado a valores del año pasado correspondería al 0,0021 de los que ocuparon las UCI, con lo cual se puede inferir el número bajo de complicaciones severas cuando los pacientes son manejados por manos expertas.
La Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica también revela que el 90 por ciento de los procedimientos hechos por estos profesionales fueron realizados en clínicas ambulatorias con los requerimientos de habilitación en orden y con todos los servicios para la atención de este tipo de pacientes.
En este sentido, Barbosa asegura que las complicaciones mayores que llegan a UCI o los desenlaces fatales han sido manejados por personal no capacitado e incluso médicos no especialistas en estas áreas.
De hecho, según la misma sociedad, en los reportes del Instituto de Medicina Legal hay 30 fallecimientos en el 2016, 40 en el 2017 y en el 2018 se registraron 10 muertes de este tipo en Cali, cuatro en Bogotá, tres en Medellín y cuatro en Barranquilla, sin contar con un buen número de demandas por deformidades y complicaciones severas derivadas de procedimientos mal realizados, aplicación de sustancias no certificadas, infecciones y otros desenlaces que poco se conocen, pero que llegan a los consultorios para que profesional con entrenamiento los corrijan.
“Es una situación muy grave en razón a que muchas veces se conocen la denuncias e incluso los sitios en los que se realizan estos procedimientos, pero las acciones definitivas y hasta las condenas no se investigan o se quedan en procesos prolongados de las cuales las víctimas generalmente terminan por desistir”, asegura Barbosa.
Pero el problema de la idoneidad de las personas que realizan estos procedimientos va más allá, porque si bien muchos de estos casos son producidos por empíricos en este campo (esteticistas, peluqueros y falsificadores de títulos), también existen médicos sin la formación correspondiente, amparados en titulaciones frágiles o con formaciones en el exterior bajo currículos dudosos que por su condición de galenos –y por una legislación frágil– ofertan sus servicios. Muchos de ellos solo figuran cuando hay denuncias en su contra por deformidades o malos resultados, apunta Barbosa.
El asunto no para ahí porque incluso después de denunciados continúan con sus procedimientos ilícitos en otras ciudades u otros centros bajo diferentes fachadas, sostiene el experto.
De ahí que todo el gremio de los cirujanos plásticos y médicos certificados insistan en que la gente verifique la formación del médico y la habilitación del sitio donde se le hará la cirugía. Esto sin dejar de lado el pedido a las autoridades para que vigilen y sancionen efectivamente.
1. Certificación del profesional: Ernesto Barbosa, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, explica que el médico siempre debe ser un especialista registrado ante las autoridades de salud. Esto se puede revisar en el Registro del Talento Humano en Salud y en la página web cirugiaplastica.org.co.
2. Habilitación de la clínica: Todas las entidades de salud, donde se realizan estos procedimientos, deben contar con un certificado de habilitación por parte de la secretaría de Salud correspondiente. Dicho documento debe estar visible en el lugar y disponible para quienes lo soliciten.
3. Antecedentes del médico: Barbosa también explica que es importante revisar la trayectoria del médico y del equipo que realizará el procedimiento, lo mismo que del lugar. En caso de que existan sanciones confirmadas de cualquier índole, se sugiere aclarar la situación antes de tomar una decisión.
4. Pertinencia de la cirugía: Hay que evitar procedimientos y cirugías innecesarios o que pongan en riesgo el estado de salud. Aquí siempre hay que exigir la realización de exámenes previos, de carácter general o con especialistas específicos, para determinar las condiciones previas y evitar complicaciones, dice Barbosa.
5. Dude siempre de lo que le ofrecen: Deben evitarse promociones, ofertas de resultados mágicos, opiniones sobre recuperaciones rápidas y divulgaciones masivas por redes sociales, con testimonios frágiles y sin soporte técnico o científico. Esto exige informarse, documentarse bien y, en caso de duda, abstenerse.
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CÁROL MALAVER
Subeditora Bogotá
EL TIEMPO
Twitter: @CarolMalaver