¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Bogotá

‘A mí me terminaron de hacer después de que nací’

Foto:

Reproducir Video

Luego de unas 30 cirugías, joven abogado convirtió su discapacidad en un reto de vida.

REDACCIÓN BOGOTÁ
Juan Carlos Andrade es un joven abogado y profesor universitario al que la vida le ha planteado grandes desafíos. Fue un bebé prematuro, nació a los 6 meses de gestación, y desde esa edad ha tenido que luchar con las secuelas de una parálisis cerebral, que lo convirtieron en un asiduo visitante de los quirófanos. Por eso recuerda que su padre siempre le dice: ‘A usted hubo que terminarlo a mano’.
Y es en serio, aunque este bogotano de 34 años de edad se ríe contando su historia. De hecho, su discapacidad y anécdotas alrededor de ella son parte de los talleres de superación que dicta en empresas y los videos que publica en redes sociales como youtuber.
“Al principio es complicado de manejar. Uno ve una perspectiva muy difícil, pero finalmente se vuelve un reto. Hoy es algo que me ha permitido ver la vida de manera distinta, crear un propósito y cumplir mis sueños”, asegura el abogado.
A Juan Carlos le tuvieron que practicar cerca de 30 cirugías, la última, recuerda, fue cuando aún era adolescente. La mayoría de ellas buscaban corregir lesiones en sus extremidades inferiores que le dificultaban caminar. Él además tiene deficiencias visual y auditiva.
Cuenta que una falta de oxígeno al nacer fue el origen de todo. Sus pulmones no lograron formarse bien. Por eso estuvo tres meses en una incubadora y su primer año fue dependiente de un cilindro de oxígeno. Su familia, además, tuvo que trasladarse por un tiempo a Cartagena mientras el niño empezaba a respirar por sus propios medios.
“Y funcionó”, dice con firmeza. “Nunca he tenido problemas respiratorios, si no eso habría complicado más las cosas”, agrega Juan Carlos, quien no ve su condición como una tragedia, sino como una dura prueba de la vida que, al final, ayudó a darle carácter y lo volvió una persona independiente, con muchas metas y un deseo de devorarse el mundo.
Ingresó a kínder a los 7 años, era al menos 2 años mayor que todos sus compañeritos. Y, como muchos niños, fue blanco de matoneo. Una situación que se prolongó durante toda la primaria y el bachillerato.
Recuerda que lo llamaron ‘Tal cual’, por su voz un poco ronca, y que le escondían sus implementos. Incluso fue víctima de hechos crueles como que sin ningún motivo le rompieran el bastón, que para él siempre ha sido un elemento indispensable.
Esto le pasó en el bachillerato, en un colegio en la vía a La Calera. Un compañero de salón, fornido él, recuerda Juan Carlos, decidió un día sentarse sobre el bordón y lo partió. Como castigo, el joven debió viajar a Bogotá y conseguirle uno nuevo, que a los pocos días dejó de usar por un nuevo tratamiento, comenta entre risas el joven abogado.
“La familia lo tiene a uno como en una burbuja y uno tiende a creer que todos son buenos. Pero cuando llega al colegio se da cuenta de las miradas y de ciertas aptitudes, como no invitarlo a una fiesta o ignorarlo totalmente, con las que te demuestran que no eres normal. Fue un abrir de ojos”, reconoce.
Con el confinamiento, Juan Carlos Andrade empezó a publicar videos en sus redes sociales con los cuales busca empoderar a otros que, como él, sufren alguna discapacidad.

Con el confinamiento, Juan Carlos Andrade empezó a publicar videos en sus redes sociales con los cuales busca empoderar a otros que, como él, sufren alguna discapacidad.

Foto:Milton Díaz

Pero eso no era lo que le molestaba. Lo que más le parecía aburrido era la “preguntadera” de compañeros, profesores y hasta de padres de familia sobre el motivo de su discapacidad. Ante esto, Juan Carlos resolvió inventar que había sufrido un grave accidente.
“Yo me esforzaba en explicar lo que tenía, pero un día dije: ‘Para qué explico todo esto’. Entonces, para simplificar la cosas, y no echar toda esa carreta, empecé a decir que me había caído de la bicicleta”, señala riéndose, y luego reflexiona: “Si uno no se ríe de las vainas, uno es un amargado”.
Nunca fue el mejor de la clase y su caligrafía no era mala, sino pésima, como consecuencia de su poca motricidad. Algunas veces ni entendía lo que él mismo había escrito. En solidaridad, algunos de sus amigos tomaban apuntes con papel carbón y le daban la copia para que él pudiera repasar.
Pero esa dificultad lo llevó a desarrollar una habilidad que no tenía, el uso de la palabra. Así explicaba sus garabatos. Incluso, cuando presentaba un examen de matemáticas o física, aunque lo hacía en papel, prefería exponer luego el procedimiento y el resultado.
“Yo, además, tengo un problema numérico-espacial. Tengo la idea en la cabeza y cuando toca escribirla empiezo a patinar. Esa era una manera de mitigar el problema y de demostrar que sabía. Ahí fue cuando empezó todo mi fortalecimiento de la expresión oral”, señala. Esa habilidad se convirtió en un elemento a su favor frente a sus compañeros de clase, y algunos ya empezaron a acogerlo en sus grupos.
Sin embargo, solo en la universidad Juan Carlos encontró la solución. Ya era mayor de edad, y, como en el colegio, era el mayor de todos en el semestre. Estudió en la Universidad del Rosario y en ese claustro se enfrentó a un nuevo reto. Dice que los profesores llegaban, exponían y se iban. Todo era muy rápido y él no alcanzaba a tomar ideas completas y, por supuesto, sus apuntes siempre quedaban a medias.
“No había tiempo para uno decir necesito más tiempo o necesito una explicación extra”, cuenta el abogado rosarista. Comenta que incluso muchas veces los profesores lo llamaban para que les hiciera “la traducción” de sus parciales y que una vez uno, luego de calificarlo, le escribió: ‘¡Qué letra tan horrible!’.
Esa situación le quitaba el sueño, lo enfermaba. Fue en ese momento cuando un docente, preocupado por el alumno, le propuso que llevara un computador a la clase. En el PC tomaba apuntes y presentaba los exámenes. Así terminó sus estudios superiores y hoy, como abogado, reconoce que esa ayuda tecnológica le permitió mitigar sus problemas de motricidad.
Juan Carlos Andrade se graduó en 2013 y luego se especializó en derecho laboral y seguridad social, y comenzó una nueva vida, también llena de desafíos, pero también de posibilidades. Durante dos años fue profesor auxiliar en su universidad y después en la Fundación Universitaria del Área Andina. Este rosarista además se convirtió en conferencista invitado en la Editorial Legis y de las universidades El Bosque y de La Sabana.
Pero tal vez lo que más lo motiva son sus conferencias sobre inclusión laboral, que ha dictado para algunas compañías, como ISA o el Grupo Corona, y varias alcaldías, entre ellas la de Bogotá. En esas sesiones, con su testimonio de vida, anima a otros profesionales con alguna discapacidad a hacer posible la inclusión.
“Muchas personas pueden sentirse excluidas por una discapacidad, de nacimiento, como en mi caso; por la edad, o por un accidente, o por lo que sea, pero también tienen la posibilidad de cambiar esa condición”, concluye Juan Carlos, a quien el confinamiento por la pandemia del covid-19 no lo detuvo en su intención de llegar lejos, incluso mucho más allá de quinto de primaria, que, siendo un escolar, le parecía un gran desafío.
En su idea de expandir a todo el mundo su mensaje de que sí es posible soñar y, sobre todo, cumplir esos sueños, Juan Carlos ha acudido a las redes sociales de YouTube, Facebook (juanchoandrade) y, últimamente, Instagram (juancho.andrade).
Desde su oficina en su casa en Ubaté o en Bogotá, viene publicando videos en los que destaca a personas que, como él, han logrado superar los obstáculos que les plantea la vida. “Todo está en la manera como se asumen los desafíos”, asegura este abogado, para quien la vida, desde su nacimiento, le presentó grandes retos.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUIEZ
Editor de Bogotá
Twiter: @guirei24

Para seguir leyendo:

REDACCIÓN BOGOTÁ
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO