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Bogotá

San Jorge: el teatro de los ‘ricos’ que terminó en la ruina total

Hoy, un muro protege la entrada. Pero su fachada sigue destrozada. El interior será intervenido.

Hoy, un muro protege la entrada. Pero su fachada sigue destrozada. El interior será intervenido.

Foto:Mauricio León / EL TIEMPO - Imagen cortesía de Idartes

Fue uno de los cinemas más lujosos de los años 40, pero se deterioró en los 90. 

Luisa Mercado
En los últimos 80 años, el sector de San Victorino y La Favorita se transformó completamente. Durante los años 40 y 50 allí vivieron las familias más prestantes de Bogotá, tenían la estación de la Sabana y uno de los teatros más importantes: el San Jorge, ubicado en la calle 13 con carrera 15, pero a finales del siglo XX estas zonas fueron cayendo en decadencia. Y, como ellas, el teatro San Jorge también quedó en el olvido.
En 1938, el empresario Jorge Pardo abrió las puertas de este teatro. Fue un escenario construido por Alberto Manrique Martín y tuvo la firma del estadounidense Fred T. Ley. Juntos crearon una arquitectura única para la época con la corriente art déco.
Su fachada color azul cobalto era severa y elegante, tenía tres pisos, un diseño platea en forma de herradura circundada por un balcón, sistema de sonido moderno, sillas reclinables, bar, salón de té, capacidad para aproximadamente 1.100 espectadores, y el piso inclinado. Era una sala selecta frecuentada por personajes ilustres y políticos.
“Cuando se construyó se dijo que iba a ser una de las salas más bellas y de primera categoría de Bogotá”, cuenta Alfredo Barón, historiador del Instituto Distrital del Patrimonio Cultural (IDPC).
Barón explica que esta sala tenía tres precios distintos. En el matiné valía 30 pesos, en la vespertina valía 40 y en la noche, 60 pesos. Para entrar, era obligatorio ser mayor de 15 años y vestirse con ropa elegante: pantalones largos, camisas blancas, corbatín y sombrero de copa, según registra el libro 'Bogotá fílmica: ensayos sobre cine y patrimonio'.
Su dueño firmó un contrato exclusivo con la Metro Goldwyn Mayer, por lo cual transmitían especialmente cine norteamericano.
“Es curioso porque, a pesar de que tenía ese contrato, lo utilizaban para proyectar películas colombianas. Hay una película muy famosa, que por el momento se encuentra desaparecida, que se llama ‘Sinfonía de Bogotá’ y la proyectaron el 1 de abril de 1939. Esa se considera como la primera producción fílmica sonora de Bogotá”, explica el historiador.
Pero su grandeza no lo salvó de la caída del barrio. En 1995, el sector se deterioró. Pardo vendió este lujoso escenario a Royal Films y el San Jorge se convirtió en una sala para proyectar pornografía. “Entraban en promedio 180 personas por día, en rotativo, entre las 12 del día y las 8 de la noche. La boleta valía $700 pesos”, registra el libro ‘Bogotá fílmica’.

Así le llegó la ruina

En 1997, Royal vendió el teatro a un comerciante que, en 1999, demolió su interior: tumbaron el balcón, quitaron la silletería y lo convirtieron en una bodega. “El San Jorge es un reflejo de la decadencia del barrio”, afirma Barón.
Uno de los detonantes del deterioro fue el fin de la empresa de Ferrocarriles de la Sabana a principios de los 90. “Apenas empezó la decadencia de la estación de La Sabana, los hoteles se convirtieron en inquilinatos y muchos lugares se empezaron a llenar de bodegas, como terminó siendo el teatro San Jorge”, explica Barón. Así, el sector comenzó a perder su prestigio. Ya no se veía la gente adinerada, se habían ido al norte.
El teatro, por su parte, terminó por convertirse en hogar de habitantes de calle a finales de 1990 e inicios de los 2000. Para esa época, se inauguraron las terminales de buses en el sector y se expandió el comercio formal, informal y automotor. Hubo más contaminación, más carros, más basura. A esto se sumó la construcción del parque Tercer Milenio, en el lugar donde antes funcionaba el sector del Cartucho, que llevó al desplazamiento de habitantes de la calle hacia el barrio La Favorita.
En 2003, la entrada del San Jorge se llenó de basura y su pared lateral era raspada por los consumidores de droga. Hoy, un muro se levanta frente a las puertas del teatro, está totalmente cerrado.
Alrededor ya no están los hoteles que marcaron la historia del barrio, ahora hay talleres de mecánica, negocios comerciales y es frecuentado por habitantes de calle.

El proceso de restauración

En medio del desastre, el San Jorge fue registrado en el 2000 como un Bien de Interés Cultural de conservación cultural, pero no fue sino hasta 2014 cuando Idartes lo compró por 1.352 millones de pesos y planeó con estudios y diseños su recuperación. Juliana Restrepo, directora de la entidad, reporta lo que se ha hecho:
“El año pasado hicimos unos diseños de una cubierta que le vamos a poner al teatro para comenzar todos los trabajos de restauración, también se está llevando a cabo el proceso de desinfección de la superficie y estamos ejecutando los estudios y diseños para el proyecto de intervención integral y restauración del escenario”, explica Restrepo.
Una vez tengan esto, podrán saber el costo del proyecto y lanzar la licitación de la obra para que vuelva a funcionar.
Aunque el teatro no verá de nuevo su estilo italiano, restaurarán la fachada. El escenario, por su parte, servirá para teatro, hip-hop, artes electrónicas y circo y se enfocará “en necesidades comunitarias”.
Además, está proyectado para que sirva como un espacio de formación y circulación de las comunidades de artistas que hay allí y que sea idóneo para propiciar intercambio con otros artistas de la ciudad.
Pero ha habido demoras. Restrepo explica que “hubo un momento en el que se venció el plazo para ejecutar recursos que venían de la construcción parafiscal y estos tuvieron que regresar; entonces comenzamos de cero”.
Un informe de la Contraloría advirtió en 2018 que este teatro se “encuentra en precarias y riesgosas condiciones de estabilidad (podría amenazar ruina) y que no ha cumplido con los fines sociales y culturales por los cuales fue adquirido y que justificaron su compra”. Ante esto, Restrepo respondió que “el edificio no tiene un riesgo de colapso (..); hemos trabajado con el IDPC y atendido todas las recomendaciones”.
Allí mismo, la Contraloría llamó la atención sobre un “hallazgo administrativo con incidencia fiscal y presunta incidencia disciplinaria por la adquisición del teatro San Jorge, BIC, el cual, luego de más de 3 años de adquirido por parte del Idartes, no ha sido objeto de restauración, adecuación y/o reforzamiento estructural”. Este año la Contraloría ratificó este hallazgo.
LUISA MERCADO
Instagram: @luisaMercado1
Twitter: @LuisaMercadoD
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Luisa Mercado
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