Entre los logros significativos de la alcaldesa López en su primer año de gestión están la terminación de los estudios de prefactibilidad para expandir el metro a Suba y Engativá, y los acuerdos suscritos con Cundinamarca a fin de integrar los tranvías regionales con el sistema de transporte de la ciudad.
La alcaldesa ha dado prioridad y liderado estas propuestas de su campaña. Pero estos rápidos avances también fueron posibles gracias a la existencia de la Empresa Metro, creada en 2016, la cual se ha venido fortaleciendo, y ahora tiene una mejor capacidad para planear y ejecutar proyectos férreos. La continuidad del competente equipo gerencial de la empresa en el primer año y el apoyo de entidades expertas como la Financiera de Desarrollo Nacional, fueron igualmente decisivos. Los avances en estos proyectos muestran que la actual administración ha sabido aprovechar la capacidad institucional (entidades, equipos técnicos, conocimientos acumulados) y ha entendido que la debe seguir consolidando.
La nueva línea de metro, de 14,5 kilómetros, beneficiaría no solo a cerca de 2 millones de habitantes de las dos localidades, sino también a los usuarios de toda la ciudad y de la región que contarán con una red de transporte más amplia y eficiente. El cronograma previsto prevé la terminación de estudios de factibilidad a mediados de 2022 y la adjudicación en 2023.
El monto de la inversión, cerca de $15 billones, es significativo, pero manejable. De una parte, los ministros de Hacienda, Transporte, y el director de Planeación Nacional expresaron públicamente la decisión del gobierno nacional de aportar el 70%. A Bogotá le correspondería invertir alrededor de $4,5 billones, monto que podría financiarse de manera similar al de la primera línea, para la cual el Distrito utilizó $1.1 billones del cupo de endeudamiento y unas vigencias futuras a 24 años con un promedio de aporte anual de $275 mil millones (pesos de 2020). La nueva línea podría financiarse con la reasignación parcial del cupo de endeudamiento autorizado por el Concejo el año anterior y la aprobación de vigencias futuras por el monto restante. En un proyecto de este tamaño no debería descartarse una valorización general como fuente de pago.
El orden de magnitud de la inversión en la expansión del metro luce manejable para una ciudad como Bogotá, pese al nubarrón que sigue generando la pandemia sobre la actividad económica y el recaudo tributario.
No hay que olvidar, finalmente, la principal enseñanza de las varias décadas que tomó adjudicar la primera línea del metro: los gobiernos deben crear consensos más que tratar de imponer sus visiones. Construir sobre lo construido en vez de reinventar la rueda. Los estamentos civiles juegan un rol crítico en la continuidad de los grandes proyectos porque sin su participación estos quedan a merced de disputas políticas que enredan y atrasan las soluciones que demandan los ciudadanos.
CARLOS ALBERTO SANDOVAL
EX SECRETARIO DE HACIENDA