Una casona que se convirtió en el lugar favorito de los ciclistas empieza a ganar reconocimiento en la calle 53 con carrera 50. Café, restaurante, taller de bicicletas, venta de accesorios, música, juegos de mesa y amigos es lo que pueden encontrar los que lleguen hasta La Bicicletería D. C.
Empezó como el sueño de un ciclista urbano, Cristian Casas, de 24 años y quien es uno de sus dueños; él y su socia Alejandra Bohórquez, de 23, dejaron de lado sus estudios de ingeniería industrial hace nueve meses para apostarle al que esperan sea el mejor ciclocafé del mundo.
“En esta ciudad no hay espacios pensados en los ciclistas. En los bancos, por ejemplo, uno va a pagar algo y no encuentra en dónde dejar la bici; a veces se llega a un sitio con ella y le hacen mala cara porque no hay dónde ponerla, prefieren decirle que se vaya antes que hacerle un espacio”, afirma Cristian. Esta es una de las razones por las que pensaron en construir un proyecto que reuniera todo lo que los ciclistas desean y necesitan.
La entrada tiene un amplio parqueadero para bicis. El primer piso, entre grafitis y cascos colgados en la pared, le da paso al restaurante, que ofrece desde desayunos hasta bebidas de proteína. Al fondo, una plataforma de madera sirve de taller.
Al subir las escaleras de caracol que están junto a la barra, el espacio cambia y se convierte en el punto de reunión perfecto para jugar y comer. Y es que en La Bicicletería hay cabida para todo tipo de espectáculos; reúne desde comediantes, músicos, tatuadores hasta videogamers. Alejandra y Cristian tratan de que cada fin de semana haya un evento diferente.
Además, han hecho de su emprendimiento una plataforma para que otros jóvenes puedan mostrar su trabajo. Las paredes se han convertido en las vitrinas perfectas para exhibir el talento de quienes, como ellos, buscan una oportunidad.
Argumentan que no ha sido fácil arriesgarse; en el camino su familia y amigos cuestionaron su decisión y en más de una ocasión llegaron a considerar que era el momento de cerrar. Ante esto, el par de visionarios tomó las riendas y con préstamos y trabajos de medio tiempo lograron seguir apostando por su sueño.
Sin embargo, sus recursos eran limitados, por lo que se vieron obligados a utilizar su creatividad. Construyeron las mesas, lámparas, las sillas de la sala de juegos y muchos de los accesorios que ahora forman parte del lugar.
Hoy por hoy organizan rodadas por la ciudad con los diferentes clubes de ciclistas que existen en cada una de las localidades. También han llegado hasta municipios cercanos. Su proyecto les ha mostrado la solidaridad y el compañerismo que se vive entre quienes han adoptado la cultura de la bici como su estilo de vida.
La colaboración es el secreto para que este lugar sea un éxito. Desde el día que abrieron sus puertas, otros ciclocafés los apoyaron. A través de redes sociales gestionan no solo a su favor, sino al de su competencia. Para Cristian, la rivalidad entre ciclistas no existe y ha quedado demostrado con esta experiencia.
El próximo 17 de julio se preparan para celebrar su primer aniversario. En una fiesta en la que estarán dos bandas conocidas por su participación en el Festival Estéreo Picnic.
BOGOTÁ
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