Con la presencia de 1.000 start-ups tecnológicas, París inauguró Estación F, que se convierte en quizás el mayor competidor del sector para Silicon Valley, la agrupación de ciudades de California (EE. UU.) reconocida por acoger a gigantes de la tecnología como Facebook, Hewlett Packard, Apple y Google, entre otros.
Allí se generará un ecosistema que busca amasar a emprendedores, capitales de riesgo, incubadoras y aceleradores empresariales para darles éxito a ideas que se enfocan en crear avance tecnológicos y soluciones para el mundo. La sede de este espacio, donde abundan las paredes de cristal, viejos vagones de trenes convertidos en oficinas y un entorno que propicia la creatividad, se ubica en pleno corazón de la capital francesa, cerca de la emblemática torre Eiffel.
Estación F es el resultado de años de inversión gubernamental –no solo del municipio de París sino también del Gobierno Nacional–, que ha logrado ubicar a la capital gala en el segundo puesto de las más atractivas urbes en Europa para invertir en emprendimientos tecnológicos (según la reconocida base de datos Dealroom).
En este escalafón solo la supera Londres, capital de Inglaterra, que en el 2016 sumó 331 grandes rondas de negocios por 2.200 millones de euros; en tercer puesto se ubica Berlín (Alemania), que para ese mismo periodo realizó 173 rondas de negocios, las cuales movieron 900 millones de euros; y como ya se dijo, París alcanzó el segundo puesto (y mayor crecimiento continental) al generar 293 rondas, que se tradujeron 1.700 millones de euros en capital comprometido. Todo lo anterior sin que se hubiera puesto en operación Estación F.
El nuevo hub de la tecnología mundial no habría sido posible sin el impulso económico, logístico e ideológico de Xavier Niel, multimillonario parisino que nació con pocos recursos en los suburbios de la ciudad y que a sus 48 años cuenta con una fortuna que ronda los 8.000 millones de euros, gracias a sus apuestas en pequeños emprendimientos de tecnología, y quien lideró en su país la expansión del internet de bajo costo. Para Estación F, Niel invirtió 250 millones de euros, que espera ver retribuidos en el medio plazo.
Para ingresar a este ecosistema, las empresas deben tener un prototipo de negocio y perspectiva de crecimiento.
Según un análisis publicado en The New York Times por los expertos Liz Alderman, Benoît Morenne y Elian Peltier, el nuevo sí genera nuevos negocios, pero la legislación francesa y sus reglas de mercado aún son muy rígidas y exigentes al compararse con lo que se vive en las ciudades estadounidenses. Por ejemplo, los costos de seguridad social para los empleados son casi el doble en París que en urbes californianas como San José y San Francisco.
Además, mientras que en Francia hay alrededor de 4.500 ángeles –como se les llama a aquellos inversores dispuestos a aportar capital de riesgo en emprendimientos en primera etapa– solo en el Reino Unido hay 18.000. Este tipo de características hacen, según los analistas, que en el corto plazo “el ambiente aún no sea suficientemente propicio para permitir que las start-ups detonen como en Estados Unidos, pues los impuestos y regulaciones no lo permiten”.
Sin embargo, el anuncio de la llegada de oficinas de Amazon y Facebook a la Estación F es una señal de que ven un futuro promisorio en el lugar, agregó el informe del Times.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, se había adelantado a las críticas, advirtiendo que su país espera invertir 10.000 millones de euros en los próximos años, para respaldar las star-ups en territorio galo.