“Escriban dos valores: cuánto costó hacerla y en cuánto creen que la venderían”, les dice animado uno de los mediadores (estudiantes de arte que sirven de guías) a un grupo de niñas vestidas con uniforme y que visitan la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ArtBo), que se realiza en Corferias.
Concentradas, miran una pieza en forma de aldea de unos cinco metros de alto y que está a la entrada de la feria. La obra es de la mexicana Tania Candiani y se hizo con métodos tradicionales de construcción arquitectónica kogui. Es uno de los tres proyectos de la sección Sitio, que reúne instalaciones como las de José A. Restrepo y Juan Fernando Herrán.
En esta ocasión, ArtBo cuenta con ocho secciones en las que exhiben cerca de 3.000 obras de 74 galerías de 28 ciudades del mundo. La idea es que los asistentes se detengan y la observen con detenimiento; algunos la contemplan por unos minutos, se toman fotos o escuchan su historia. (Vea el especial: ArtBo, una apuesta por expandir el arte en Bogotá)
La curiosidad es una constante y no corresponde solo a los amantes del arte. Mientras alguien pregunta por el valor de una obra en alguna de las galerías, otra persona hace sus propias obras de ‘arte’ en el Departamento de Fetiches y Relaciones Internacionales, en Articularte, la sección pedagógica.
Allí, una mujer usa una camisa como si fuera un lienzo y la dejará a cambio de otro objeto que se llevará como recuerdo. “Creo en el poder del trabajo colaborativo, es la única salida para nuestro mundo”, dice la artista Margarita Ariza.
En otro pasillo, Artecámara muestra el trabajo de jóvenes promesas del arte colombiano. “Este año plantea una pregunta sobre el lugar de la imagen y el lugar desde donde un artista produce su trabajo, e indaga en esas relaciones posibles entre algo y alguien. Y a su vez es un intento por retornar al lugar de la imagen que se ha perdido a causa del mercado”, explica Fernando Escobar, curador de esta muestra.
Los niños también demuestran su interés en el arte. Es el caso de Santiago y Manuela, de 11 y 12 años, que van de galería en galería preguntando por cada trabajo. “Me gusta el arte porque sirve para inspirarse y poder estar relajado. Todo es muy chévere”, cuenta Manuela, mientras mira Estados contradictorios del tiempo, del colombiano Mario Arroyave.
Esta vitrina es una experiencia única para los que la visitan por primera vez. Un encuentro con pinturas, esculturas, instalaciones y proyectos de Colombia y de varios países. Y es una oportunidad de conocer e interactuar con otras culturas y con artesanías colombianas, específicamente en ‘Arte natural’, muestra de Expoartesanías. Son alrededor de 50 referencias que utilizan fibras naturales y distintos tipos de madera.
Las piezas fueron hechas por comunidades de indígenas y afrodescendientes en asesoría con Artesanías de Colombia y su equipo de diseñadores.
ArtBo también es el escenario para llamar la atención sobre problemáticas actuales. En esta ocasión, la joven víctima de ataque con ácido Natalia Ponce y el cineasta Ram Devineni presentan El espejo de Priya –cómic financiado por el Banco Mundial– y hablan de la violencia sexual y los ataques con ácido.
LAURA GUZMÁN DÍAZ
Especial para EL TIEMPO