Un año después de la tragedia que cambió sus vidas, víctimas y vecinos del lugar del accidente de una aeronave bimotor Beechcraft 60, con matrícula HK 3917G, en el Luján (noroccidente de Bogotá), se reunieron para conmemorar el hecho. Lo revivieron entre lágrimas y nostalgia.
Alrededor de 50 personas asistieron el martes a las 4 p. m., a orar por las cinco víctimas mortales, frente al lote que quedó luego de tumbar las dos casas afectadas y una panadería, tras el accidente del 18 de octubre del 2015. Algunas con lágrimas y otras con evidente tristeza expresaron la ausencia de las instituciones y su frustración porque no los han reparado.
Entre los afectados se encuentra la familia García, que sufrió los estragos del choque en su casa. Por la colisión falleció su madre, Hossana Corso de García, y perdieron el inmueble, lugar donde se reunían todos los familiares. A la señora la recuerdan vecinos e hijos como un gran ejemplo.
“Esto es muy triste porque doña Hossana era muy servicial, nos colaboraba en todo, era una orientadora en la iglesia, y espero, Dios la tenga en su gloria”, señaló Ana Moreno, testigo del hecho y vecina.
Hossana era el apoyo incondicional de Eulogio García, su esposo de 82 años, quien en la actualidad se encuentra afectado emocional y económicamente por la pérdida de su hogar. “Mi padre no es pensionado. Vivía del arriendo de ese local y era el único sustento de él y mi hermano”, aseguró Javier García, hijo. (Además: El pasado turbulento del piloto de la avioneta estrellada en Bogotá)
Después de ese día, se abrió la puerta a los problemas. Cerca de ocho personas que vivían en la casa tuvieron que desplazarse a otros sitios próximos, entre ellas algunos de sus familiares. Con el apoyo de todos han permanecido juntos y trabajan para recuperar lo perdido. Tratan de volver a la vida que tenían.
Adicional a esto, se sumaron problemas de impuestos, y con entidades públicas; otro inconveniente es la falta de recursos para edificar nuevamente en el terreno. “Tenemos que sacar dinero de aquí y de allá, porque no contamos con lo suficiente para solventar todo”, asegura Nora, hermana de Javier.
Los García también afirmaron que la Aeronáutica Civil y el Estado han permanecido aislados del tema y no han prestado la atención que ese día dijeron darían a las víctimas.
“A nosotros no nos han resarcido. En el momento del suceso dijeron que nos iban a prestar ayuda psicológica y jurídica, y nunca la hubo, ni para mi hermano ni para mi padre, que fueron los más afectados”, aseguró Nora García.
Al respecto, la Aeronáutica Civil reveló el martes en un informe que la entidad hizo el acompañamiento jurídico para que las víctimas accedieran a sus indemnizaciones y reparaciones.
“Se cumple un año del desafortunado accidente que tuvo cuatro víctimas fatales. Nuestro consejo de seguridad aprobó el informe final el 4 de octubre, en el cual se establece que la aeronave presentó una falla en un motor y la reacción de la tripulación no fue la más oportuna”, afirmó el coronel en retiro y director de seguridad de la entidad, Fredy Augusto Bonilla.
Respecto a este informe, la familia y algunos habitantes del lugar se sienten indignados, pues no comparten que este haya dado ese resultado para esta fecha y que además afirme que han brindado ayuda, la cual “para nosotros no se ha visto”, sostienen los García.
“Vemos con gran tristeza que el Gobierno, después de un año, los ha dejado en el olvido. Los seguros y la alcaldía local no se pronunciaron. Quedó todo en el limbo”, señaló Juan Pablo Bueno, presidente de la junta de acción comunal del barrio Luján.
El rosario y las oraciones concluyeron, y con temor los habitantes del barrio miran hacia arriba cuando pasa una avión. Sienten miedo de que se repita la historia. “El barrio quedó consternado con este hecho, y tenemos temor de que vuelva a suceder algo parecido, debido a nuestra cercanía con el aeropuerto”, mencionó Juan Pablo Bueno.
La familia guardó sus sentimientos y prefirió no seguir hablando de los sucesos. Se dirigieron a la iglesia, donde culminaron los encuentros conmemorativos, en la misma fecha en el que un accidente acabó con la vida de doña Hossana y de otras cuatro personas, y también con la tranquilidad del barrio.
Cada mes, la comunidad lleva a estas ruinas un ramo de flores para hacer memoria y compartir su dolor. Ahora se ven las cenizas, se observan lágrimas y se sigue a la espera de lo que pueda pasar.
BOGOTÁ
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