Botar un palillo a la calle le salió caro a Joaquín Torres. Pero le fue aún peor por desconocer el procedimiento a seguir después de recibir una orden de comparecer.
Arrojar basura a la calle le costó al hombre 883.324 pesos. Una conducta sancionable y confundir un documento fueron sus dos grande errores.
Según el relato de Torres, el 6 de febrero, mientras conducía por el barrio Galán, arrojó un palillo a la calle. Un agente de Policía se percató y le llamó la atención: debía bajarse del carro y recoger lo que había botado.
"Recogí el palillo. Y el agente me dijo que eso tenía un comparendo. Le respondí 'sí hay que hacerlo, hay que hacerlo'", relata el hombre. Pero no se imaginó todo el lío que vendría después.
El agente le entregó una orden de comparecer y Torres no supo cómo proceder. Dejó pasar unos días y, finalmente, el 11 de febrero, objetó la sanción que, en ese momento, iba en 441.662 pesos.
Sin embargo, ya era muy tarde. El plazo de objeción ya había cerrado y debía, obligatoriamente, pagar la multa.
Torres dejó pasar otros días. Pasó la fecha de pronto pago (el 13 de febrero) y, entonces, la multa ascendió a su valor pleno: 883.324 pesos. Ahora, tiene hasta el 8 de marzo para saldar el costo de lo que sería el palillo más caro de la ciudad.
En primer lugar, se debe tener en cuenta que arrojar basuras en espacio público es un comportamiento contrario a la limpieza de la ciudad y está contemplado en el Código de Policía.
Así lo establece el artículo 111, numeral 8: "Los siguientes comportamientos son contrarios a la habitabilidad, limpieza y recolección de residuos y escombros y por lo tanto no deben efectuarse: Arrojar basura, llantas, residuos o escombros en el espacio público o en bienes de carácter público o privado".
Y este comportamiento tiene una sanción que puede ir desde una multa pedagógica o una amonestación, hasta una multa económica.
Segundo, Torres desconocía el proceso que implica una orden de comparecer. Según Luis Alfredo Cerchiaro, director de gestión policiva de la Secretaría de Gobierno, "en Bogotá hay 103 inspectores de Policía que determinan si el comportamiento señalado por el patrullero corresponde a una multa".
Lo que debió hacer el hombre, por tanto, fue haber acudido a los inspectores para revisar el documento y, en su caso, objetar la sanción económica en un plazo de tres días hábiles.
Torres no hizo el procedimiento en ese plazo y, por tanto, se entendió su aceptación tácita de la multa.
Ahora, su dolor de cabeza son otros tiempos. No pagó en las fechas de pronto pago y, por eso, su sanción asciende en este momento a los casi 900.000 pesos.
Este singular caso se suma al del joven que fue sancionado hace una semana por comprar una empanada a un vendedor informal, bajo el argumento de que estaba "incentivando la invasión del espacio público". Esa conducta tiene una multa de 883.000 pesos.
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