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Bogotá

Cuando el barrio Olaya Herrera era el epicentro del fútbol bogotano

La Copa Amistad del Sur, que se realiza desde 1956, está quedando en el olvido por la baja asistencia.

La Copa Amistad del Sur, que se realiza desde 1956, está quedando en el olvido por la baja asistencia.

Foto:'Citynoticias', Mauricio Moreno y Archivo / EL TIEMPO

Uno de los campeonatos tradicionales de la ciudad se está quedando en el olvido por baja asistencia.

Uno de los campeonatos tradicionales de la ciudad se está quedando en el olvido por la baja asistencia de espectadores.
Las gradas del estadio Olaya Herrera ya no se llenan como antes. Los habitantes de los barrios Olaya y Centenario no volvieron a abarrotar las tribunas de esta cancha de fútbol del sur de la ciudad, como ocurría en los años 60 y 80 del siglo pasado. O incluso en los 90. En aquellas épocas, los mejores jugadores de la capital participaban en la Copa Amistad del Sur cada fin de año.
El Hexagonal del Olaya o la Copa Amistad del Sur se lleva a cabo entre diciembre y enero en la localidad de Rafael Uribe Uribe desde 1959.
Este torneo corto nació como una excusa para unir a dos comunidades vecinas, según dicta la historia local. “Los del Olaya y los del Centenario comenzaron a formar sus equipos para jugar acá (en el estadio) y entretenerse. Antes, el terreno era un potrero, un lote de tierra”, rememora Jimmy Parra, uno de los organizadores.
Al comienzo, cuatro equipos disputaron las primeras ediciones del campeonato: las sastrerías Navarrete y Progreso armaron cada una su propio conjunto; por su parte, Rafael Morales y Genaro Díaz, ambos vecinos del Olaya, crearon el Club Deportivo Olaya, que primero se dedicó al basquetbol femenino; y en el Centenario se formó el Sporting Zaid. Con el paso del tiempo, otras escuadras fueron sumándose.
“El primer campeón fue Sporting Ziad. Lo integraban personas del Olaya y del Centenario. Todos eran vecinos de la cancha”, cuenta Parra, mientras sube cuidadosamente los escalones de las gradas de concreto que hoy tiene el estadio.
Parra está vinculado desde los 12 años al hexagonal. Su abuelo y su padre vistieron el uniforme del Deportivo Olaya –camiseta blanca con franjas verticales negras–. Él los acompañaba tanto en los entrenamientos como en los partidos. Alguna vez, a sus 19 años, saltó al campo para jugar con el equipo.
“Fue una experiencia buena porque imagínese: usted, muy muchacho, jugando contra profesionales de Millonarios o Santa Fe”, anota Parra.
En la Copa Amistad del Sur participaron futbolistas íconos de Bogotá. Por ejemplo, Ernesto Díaz, el primer jugador colombiano en ser transferido a un equipo europeo, el Standard Lieja de Bélgica. O Alfonso Cañón y John Mario Ramírez, dos figuras de Santa Fe y Millonarios, respectivamente. Solo por nombrar a algunos.
“Aquí estuvo Dragoslav Sekularac en los años 70. Era un yugoslavo al que apodaban ‘el Pelé blanco’ y vino a parar en los dos equipos de Bogotá. Esto se llenaba para verlo jugar”, afirma Parra, quien luego de su fugaz paso como jugador se convirtió en dirigente del Deportivo Olaya, el club que organiza el hexagonal.
Parra, desde el último escalón de la grada de concreto, señala los bordes de la cancha. Cuenta que no solo los habitantes del Olaya y el Centenario venían a ver a sus jugadores preferidos cada fin de año. “La gente de otros barrios se bajaba en la avenida Primero de Mayo y corrían hacia el estadio para agarrar un puesto y no perderse los partidos”.
En las casas aledañas al escenario deportivo, y cuando no cabía nadie más en las tribunas, las personas se concentraban en las terrazas y los ventanales. El Olaya Herrera, un pequeño barrio entre la avenida Caracas y la carrera 24, se llenaba de aficionados, vendedores de fritanga y familias completas.
Pero en la actualidad, el hexagonal ha perdido la importancia de la que antes gozaba. A pesar de que el Concejo de Bogotá lo decretó de “interés cultural de la ciudad” por medio del Acuerdo 300 del 2007 y es un evento tradicional del suroriente, el número de espectadores ha disminuido en comparación a otras décadas. “Era bonito ir a ver fútbol en la cancha del barrio. La gente venía y compartía, pero el torneo se vino para abajo. Incluso, el nivel futbolístico”, opina Víctor Manuel Ruiz, de 80 años y habitantes del Olaya desde hace 72.
Ruiz y Parra coinciden en que la transformación del barrio, que pasó de ser residencial a convertirse en sede de varios centros y laboratorios médicos, y la desaparición de las familias fundadoras y gestoras de la comunidad contribuyen a que el campeonato esté quedándose en el olvido de los bogotanos.
“Los Morales, los Heredia, los Acuña, los González… son familias que le metían entusiasmo al torneo, pero ya se fueron”, asegura Ruiz, quien conversa despacio y hace memoria sobre el torneo que ayudó a construir su barrio.
La poca participación de jugadores profesionales, provenientes de equipos de la primera división del fútbol nacional, también contribuye al poco interés que hoy despierta el hexagonal entre el público y los medios de comunicación. Los más conocedores del campeonato recuerdan la vez en que Delio ‘Maravilla’ Gamboa pisó la cancha del Olaya o la edición en la que René Higuita estuvo tapando.
“Es que ahora los clubes de la A comienzan la pretemporada en la primera semana de enero y no los prestan, como pasaba antes. Esos casi dos meses de descanso que tenían los futbolistas eran para jugar acá”, explica Parra.
El comercio también formaba parte de la copa. Diciembre y enero eran el ‘agosto’ para los puestos de comida aledaños al estadio. Las tiendas de la carrera 21, una de las vías que bordean el complejo deportivo, fueron reemplazadas por consultorios clínicos y farmacias. Solo sobreviven pocos locales, como la caseta de Abel Rojas, que lleva 34 años trabajando cerca de la entrada de este escenario.
“Ahora no viene tanta gente. Por ahí en uno que otro partido sí se llena, y de pronto en el torneo de los veteranos. Nada más”, comenta el hombre de 57 años.
Pese a que el Olaya está perdiendo aficionados, siempre será el pionero. Así lo creen Parra, Ruiz y Rojas. Ellos aseguran que inspiró a otros torneos barriales de fútbol que se juegan cada año en la ciudad.
En el sector de Tabora, en Engativá, se organiza desde hace 46 años un octagonal, y en San Cristóbal se realiza el Hexagonal del Suroriente.
Otrora, las emisoras de radio, los periódicos y los canales de televisión mandaban a sus reporteros y cronistas deportivos a cubrir el torneo. En un archivador que guarda en la casa de un familiar, Parra tiene las cartas de presentación que enviaban los medios en los 80. En una de ellas se lee: “Año 1986: la cadena radial Caracol envía a los narradores William Vinasco Ch. y Orlando Yepes; a los comentaristas Carlos Julio Guzmán y Germán Ochoa, y a los reporteros Alfonso Blanco y Mario Bustamante”.
De acuerdo con Parra, cada canal o emisora llegaba con su camioneta para las transmisiones de los partidos. “RCN, Todelar, la prensa escrita… se parqueaban cerca del estadio y mandaban sus informaciones”. En la actualidad son pocos los medios que le dan un espacio en su programación al torneo. Cinco o seis cadenas radiales pequeñas. Y de vez en cuando, un artículo en un periódico.
JOSÉ DARÍO PUENTES RAMOS
Redactor ELTIEMPO
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