Miércoles 16 de enero, 10:00 p.m. Leidy Acosta Rodríguez pide un servicio de Uber desde su celular, para ir desde La Despensa, en Bosa, donde departía con amigos, a su casa en el barrio San Humberto, en Soacha.
Cinco minutos después, el vehículo llegó. Ella se despidió de sus amigos y miró que las placas que del carro correspondieran a las de su celular. Con plena confianza, se subió en el asiento de copiloto, como habitualmente lo hacen los usuarios de este servicio.
El conductor, identificado como Camilo y de apariencia más joven que ella, la saludó e iniciaron el recorrido. Leidy, que le relató la amarga experiencia que vivió a EL TIEMPO, no encontró nada sospechoso en ese momento.
Sin embargo, todo empezó a cambiar minutos después, cuando el conductor empezó a bombardearla con frases incómodas.
“Me decía que estaba muy bonita, que era muy sexi, que olía muy rico y que para dónde iba (...) A mí no me gustó que él me empezara a decir tantas cosas”, cuenta la mujer de 32 años.
Tras diez minutos de trayecto, mientras pasaban por el barrio San Mateo, el joven intensificó su acoso, le hablaba de sus senos y le pedía que se fuera con él. “Me empezó a decir que le gustaría hacerme lo que me deje hacer, que si íbamos para mi casa. Entonces yo le dije que por favor me dejara ahí, que me quería ir. Él me respondió: 'Tranquila, no se asuste que yo la llevo hasta su casa' ”.
En el camino pasaron por un motel y el joven le dijo que entraran a ese lugar. Leidy recuerda ese momento con angustia. “Le dije que me dejará ahí, que cuánto le debía y él me respondió que no me iba a hacer nada, que estuviera tranquila”.
A las 10:25 p.m., el conductor detuvo el carro en una bahía al lado de un potrero que queda muy cerca a la casa de Leidy y ahí comenzó -dice- "su peor martirio".
“Me dijo que me pusiera cómoda y yo le dije que no porque ya iba a llegar a mi casa. Entonces yo traté de abrir la puerta y estaba con seguro. Él me quitó el bolso, la maleta, me reclinó la silla y se me lanzó encima. Con una mano me cogió el cuello como para ahorcarme, y con la otra me bajó la blusa. Yo empecé a forcejear con él, pero me seguía tocando por todas partes".
Leidy cuenta que gritó y unos muchachos del sector notaron que algo extraño estaba sucediendo en el carro y se acercaron al automóvil.
Me dijo que me bajara, que él sabía todo de mí y que si yo decía algo me iba a matar
En ese momento, según relata Leidy, "ellos empezaron a silbar y el tipo volvió a su asiento, prendió el carro y avanzó una cuadra hasta llegar al frente de mi casa".
“Me dijo que me bajara, que él sabía todo de mí y que si yo decía algo me iba a matar. Entonces yo abrí la puerta, halé mi bolso y me bajé. El tipo arrancó y se llevó mi maleta con un portátil del trabajo, donde está toda mi información, y unos documentos. Yo entré en ‘shock’. Me puse a llorar, pero no quería decirle a nadie porque sentía que era culpa mía”.
Esa misma noche, Leidy vio que el conductor había borrado la foto que tenía en la plataforma. Solo tenía un nombre. De todos modos, hizo la denuncia a Uber por la pérdida de sus objetos y el viernes siguiente, cuando ya estaba más segura, reportó el abuso sexual.
El jueves, cuenta Leidy, fue a la clínica de reposo Retornar porque sentía cosquilleo en su cara, se le dormían partes del cuerpo y estaba muy intranquila. “La psiquiatra me hospitalizó porque tenía depresión y ansiedad”. Le dieron dos días de incapacidad, le recetaron un medicamento para controlar su estado de ansiedad durante un mes y la enviaron a psicoterapia.
También ese día Leidy venció el miedo de contarles todo a sus seres queridos y enteró a su esposo. Él le expresó su apoyo y la acompañó a poner la denuncia ante la Fiscalía. Esa entidad clasificó el caso como acto sexual violento. En Medicina Legal no le hicieron exámenes físicos pues no hubo penetración, pero le recomendaron una valoración psicológica.
El domingo, Uber le respondió que su caso estaba en investigación y que no se habían podido comunicar con el conductor. Hasta el momento, él no aparece y ella no ha recuperado nada de lo que él se llevó.
EL TIEMPO habló con funcionarios de la plataforma, que confirmaron haber recibido la denuncia. También comunicaron que la cuenta del conductor fue inhabilitada y seguirá así hasta que “se resuelvan las investigaciones a las que haya lugar”.
Este caso de abuso sexual es el segundo relacionado con conductores del servicio de Uber que alcanza notoriedad pública en lo que va de enero.
"Quiero que mi experiencia se conozca porque me angustia que otras mujeres den con tipos como este", dice Leidy.
LUISA MERCADO
ELTIEMPO.COM
Twitter: @LuisaMercadoD