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Bogotá

Así se vive un día en las urgencias de los hospitales de Bogotá

Este es el panorama de las urgencias en el hospital de Kennedy.

Este es el panorama de las urgencias en el hospital de Kennedy.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

Con $114.000 millones de inversión para 2017, se espera reducir la saturación y el déficit de camas.

Recostado al lado de la puerta de entrada de la sala 2 de observación del hospital de Santa Clara, un hombre joven con acento argentino se apoya en un par de muletas nuevas. Es Agustín Ezequiel Kennel. Esta semana, cuando caminaba por el centro de Bogotá –cuenta– cayó en una alcantarilla y se rompió el peroné de su pierna derecha.
No tiene seguro social. Tampoco recursos con que pagar una clínica. Sin embargo, pese a que la sala está saturada de pacientes, la mayoría adultos mayores, Kennel dice que lo atendieron bien y rápido.
De pronto, un hombre sale de la sala. Está exaltado. Es Jesús Muñoz. Reclama porque su mamá está “tirada en el piso sin atención”, reclama. EL TIEMPO comprobó que la paciente estaba sentada en una silla a la espera de una camilla.
Según el reporte médico, ella llegó por una cefalea tensional y fue atendida por neurocirugía. “Se le realizó TAC de tórax, de cráneo, electrocardiograma y se le brindó la atención”, reportó la enfermera al propio secretario de Salud, Luis Gonzalo Morales, mientras realizaba una visita de rutina.
Y es que Santa Clara es uno de los 22 hospitales más complejos de la red pública de atención en salud que recibe más pacientes, la mayoría de ellos sin ningún tipo de seguridad social, muchos de ellos habitantes de la calle o abuelos abandonados por sus familias o sin ningún lazo familiar o afectivo.
En un recorrido por las salas de urgencias de varios hospitales, se comprobó que si bien hay una alta demanda de pacientes, no encontró ninguno de ellos tirados en el piso ni tampoco sin falta de atención. En realidad sí había uno en el piso: un habitante de la calle que no se acomodó en ninguna otra parte.
Lo que sí se evidencia es la saturación de las salas de urgencias por la alta demanda de servicios o porque muchos de ellos requieren hospitalización y no hay camas suficientes en los pisos de arriba ni en otros hospitales.

Abuelos abandonados aumentan hacinamiento

También porque hay adultos mayores en completo abandono, lo que implica la ocupación de camillas y la atención médica. En total, se calcula que en los hospitales de Bogotá hay cerca de 150 pacientes en esta condición de abandono, de acuerdo con el reporte de la Secretaría Distrital de Salud (SDS). Solo en Santa Clara hay 21 de ellos.
Pero el relato de enfermeras, médicos y personal administrativo del Santa Clara es más dramático aún: hay familias que los fines de semana, cuando hay puente festivo, se deshacen de sus adultos mayores, los dejan tirados en ese hospital con el fin de poder ir de paseo. Luego, el martes regresan por ellos. Solo en el puente de Reyes el reporte oficial señala que 10 adultos estaban en esa condición, lo que agrava aún más la atención de la salud en Bogotá.
La edificación del Santa Clara, sobre la carrera 14B con calle 2a, es vetusta. El secretario Morales dice que ese edificio no da más, por lo que anunció que se hará uno nuevo en reemplazo de uno de los viejos donde operó alguna vez el hospital San Juan de Dios que duró más de 15 años cerrado.
Para descongestionar Santa Clara se habilitó el Centro de Atención Prioritaria en Salud (Caps) en predios, precisamente, del San Juan de Dios. Es una extensión de servicios de consulta prioritaria y urgencias menores. No es para urgencias vitales, aclara el Secretario. En ese mismo complejo va a funcionar una sede del Cancerológico y del Instituto Nacional de Dermatología Federico Lleras Acosta.
Al otro lado de la ciudad, en el hospital de Kennedy, la situación no es tan diferente. También hay muchos pacientes como doña Matilde Niño, habitante del barrio San Andrés II sector. Está allí sola. Dice que no tiene a nadie quien la visite.
“Me dio un infarto. Un paro cardiaco. Me atacó un dolor abdominal. Tengo cistitis y una infección al riñón. La picada acá –se toca su estómago-– era impresionante”, relata la mujer, quien desde el pasado 22 de diciembre se encuentra en esa sala de urgencias de Kennedy.
—Y cómo la han atendido – pregunto.
—Bien. Para mí, muy bien (...) solo me quitaron el suero porque por eso me inflé como un balón.
—¿Y con quién está?
—Yo soy sola, sola terrenalmente... mi historia es muy larga, muy macabra, muy cruel, y no quiero dar detalles.
Lo que pasa en Santa Clara y Kennedy es el reflejo de lo que sucede en Meissen o El Tunal o en los otros hospitales de Bogotá.
Más allá de los problemas cotidianos en la atención de la salud también hay una herencia de corrupción y politiquería. Cómo soltar un negocio que deja margen de maniobra en los insumos, el suministro de medicamentos, los contratos de obras y, claro, en los puestos.
Solo para dar una idea de lo que estamos hablando, la torre central de urgencias del hospital de Kennedy duró más de 8 años abandonada por la mano oscura de la corrupción. Igual pasó con la del Meissen, que quedó casi terminada pero también presa en los escándalos del ‘carrusel’ de la contratación de pasadas administraciones y que tiene a varios exconcejales y exfuncionarios en la cárcel.
Imagen del hospital de Meissen tomada el jueves en la tarde, durante un recorrido. Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

Imagen del hospital de Meissen tomada el jueves en la tarde, durante un recorrido. Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

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De ahí gran parte de la sobresaturación de pacientes: la falta de camas.
La Personería dijo que en Kennedy el hacinamiento está en 128 por ciento. Un año atrás la sobreocupación estaba en 250, según cifras oficiales, lo que indica que empiezan a descongestionarse los servicios.

La estrategia de descongestión

Parte de la estrategia para la descongestión de estos hospitales fue la declaratoria de emergencia sanitaria hace cerca de un año por el alcalde Enrique Peñalosa Londoño. A esto se sumó la apertura de los 10 Centros de Atención Prioritaria (Caps) para descongestionar la atención prioritaria. Además, al integrar la red hospitalaria en cuatro subredes, se logró integrar los servicios con el fin de controlar los recursos, las compras, pero sobre todo las remisiones de los pacientes entre los diferentes centro de atención.
Bogotá cuenta hoy con 800 camas de urgencias. Se calcula que el déficit es del 44 por ciento, lo que significa que se requieren cerca de 400 camas adicionales. ¿De dónde van a salir esas camas?
Con el reinicio de las obras de la torre de Kennedy, que implican el reforzamiento de las pantallas laterales para evitar que los sótanos colapsen, la meta es tener 80 camas nuevas que se suman a la ampliación de otras 80 en esa misma sede, para alcanzar 160. Hay 80 más dispuestas en el hospital de El Tintal, que a propósito quedó mal construido y que en todo caso se tiene que adecuar. Van 240 camas.
Esta es parte de la herencia que el 'carrusel' de la contratación le dejó a la salud en el hospital de Kennedy. Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

Esta es parte de la herencia que el 'carrusel' de la contratación le dejó a la salud en el hospital de Kennedy. Foto: Carlos Ortega / EL TIEMPO

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Otras 80 salen de las que se van a habilitar en el edificio en Meissen donde ya se comenzó a trabajar en la adecuación de redes gracias a que la Fiscalía ya lo liberó porque estaba como parte de las pruebas contra los delincuentes que se robaron esos recursos, es decir del 'carrusel' de la contratación.
En todo caso, si la licitación para terminar Meissen sale en marzo, es probable que en agosto entre en servicio. Y otras 80 camas estarían en El Tunal.
Esas son las cuentas que tiene hoy el Secretario de Salud para salirles al paso a los críticos, a los usuarios, a los que ejercen control pero también para frenar a los que quieren seguir metiendo las manos en este tema que mueve millonarios recursos. Para 2017 la inversión supera los 114.000 millones de pesos.
“Nosotros no decimos que el hacinamiento se vaya a acabar, pero sí que se va a reducir”, precisó Morales.
HUGO PARRA
Redactor de EL TIEMPO
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