Los actos de vandalismo de este año contra el monumento Américo Vespucio, de la carrera 7.ª con calle 98, tienen indignado a su autor, Octavio Martínez Charry, quien esta semana llamó la atención en el sentido de que la ciudad respete su obra y la de otros artistas.
“No estoy en desacuerdo con el grafiti mientras obedezca a una lógica. Pero estos rayones (los del Vespucio) son un indicador del vacío educativo de Bogotá. Es como decir, ‘lo que está enfrente mío no lo entiendo ni me lo enseñan en el colegio, y por eso lo daño’”, expresó el artista.
Y agregó que los responsables de este acto de vandalismo, que al parecer está relacionado con una manifestación indígena realizada durante las marchas por la paz de octubre, no tienen mucho interés por la historia de Colombia.
“Es chistoso, porque pintaron unos símbolos étnicos, como si Vespucio tuviera que ver con los ultrajes de la Colonia. Él era un cartógrafo educado que jamás maltrató a nadie”, indicó.
Sin embargo, este escultor no solo culpa a los vándalos por el mal estado de su obra y de otras estatuas de la capital. Según él, por malas prácticas del Distrito los monumentos muestran daños irreparables.
“Desde el 84, cuando instalé a Américo, ha sido víctima del vandalismo. Los mafiosos lo usaron para practicar sus tiros y ahora son los rayones. Esta situación se da por la falta de iluminación que tiene la obra”, añadió el maestro.
También dijo que las entidades encargadas del cuidado de esculturas públicas en Bogotá, en ocasiones no hacen restauraciones integrales de las piezas.
“Yo mismo he tenido que reparar 14 veces al Américo. Cuando lo hace otra persona, queda mal. No limpian los rayones sino que los cubren con pinturas que no corresponden a la pieza, y así el monumento se ahoga bajo capas y capas de químicos”, afirmó.
(También: Bogotá no cuida sus monumentos, los daña)
Sin embargo, hasta el momento el Distrito proyecta la reparación (borrado de los rayones) de esta estatua para el 2017, trabajos que tendrían un costo de cinco millones de pesos.
Ciudad sin monumentosCon todo esto, a Martínez no solo le preocupa el estado actual de las esculturas bogotanas, sino una situación más alarmante.
“Nos estamos quedando sin monumentos y, por ende, sin voluntad para construir nuevos en nuestras calles. Cada día somos una ciudad menos estética, donde el arte no está al alcance de nadie”, dijo este artista, que tiene más de 16 obras instaladas en la ciudad.
Por ejemplo, las esculturas de Martínez que aquí son maltratadas, en Suiza forman parte de exposiciones permanentes.
“No todo es negativo. Todavía hay monumentos que merecen admiración por su buen estado, como el de Rafael Uribe Uribe, en el parque Nacional. Aunque nunca prendan su fuente, así debería verse la mayor parte del patrimonio bogotano”, sostuvo el artista.
PABLO ARCINIEGAS
EL TIEMPO ZONA
Comentar