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ToconBog / Voy y vuelvo
Enrique Peñalosa, alcalde de Bogotá

Todas las señales indican que el Alcalde no la tendrá fácil en el Concejo ni en los debates que se avecinan.

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Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO

ToconBog / Voy y vuelvo

A Vargas Lleras le ha llegado información sobre los pocos avances en infraestructura de Peñalosa.

Se les dijo. Se les advirtió: Bogotá será el trompo de poner en la campaña electoral que ya arrancó. ¿Alguien tiene dudas? Desde que la administración Peñalosa comenzó su gestión –y antes de posesionarse, incluso– ya era objeto de pedidos de revocatoria por la oposición. Y el asunto sigue latente.

¿Que Peñalosa ha dado papaya? Seguramente. El cobro de la valorización (negada en el Concejo), la libertad de tarifas para parqueaderos privados, el trauma de la movilidad, las demoras en el Conpes para el metro, más pico y placa hacen mella. Pero lo que ha agitado más este ambiente es la tensa situación que pareciera estarse viviendo entre dos antiguos aliados: el Alcalde y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras. A este último le ha llegado información de simpatizantes en la capital sobre los pocos avances que en infraestructura ha tenido Peñalosa.

Desde el Palacio Liévano le han respondido que las obras se demoran porque apenas van 18 meses de gobierno y comenzarán a verse en uno o dos años. El problema es que las presidenciales son en unos meses...

La otra señal que detectaron desde el Concejo se produjo hace una semana, cuando el contralor distrital, ungido por Cambio Radical, la casa política del exvicepresidente, abrió una investigación al Alcalde y su gerente del metro a fin de establecer si hay detrimento patrimonial al no usar –o usar a medias– los estudios para el metro. Muchos interpretan que se trató de un mensaje directo de que el ‘exvice’ no está contento con la gestión del mandatario de los bogotanos. Cabe recordar que el de Vargas fue uno de los respaldos fuertes que tuvo Peñalosa para su aspiración a la Alcaldía, al punto de que fue el primero a quien el hoy burgomaestre visitó tras el triunfo.

Luego se produjo la renuncia de la secretaria de Hábitat, María Carolina Castillo, también de la cuerda del ‘vargasllerismo’, una funcionaria competente pero asediada por la jauría política. Peñalosa terminó no solo adoptándola como suya, sino que pocos días después, en una reunión les dijo a todos sus funcionarios: “el jefe de ustedes es el Alcalde, no un político de Bogotá, eso garantiza la transparencia”. Dice el adagio: blanco es, gallina lo pone y...

Es el juego de la política. Vargas siente no solo que la baja popularidad del Alcalde podría afectar su imagen en Bogotá y, por ende, su posible aspiración presidencial, sino que el mandatario se ha demorado en sacar adelante proyectos que él ayudó a gestionar desde la Vicepresidencia. Y está en su derecho de hacerlo, y el Alcalde en reconocérselo. Pero, como las obras se demoran y el tiempo apremia, pues las presiones afloran. Si Peñalosa tuviera unos guarismos más favorables, seguramente lo estaría acompañando a inaugurar vías, pero eso no va a pasar en el corto plazo, de ahí que la estrategia pareciera ser la de empezar a marcar distancia con él; es la lógica de la política, como dirían los asesores de imagen.

De manera, pues, que el escenario que nos espera a los bogotanos es el de una ciudad asediada por políticos (hablamos de 3 millones de votos acá) que no solo tienen intereses en las presidenciales –la mayoría con arraigo en Bogotá: Vargas (ganador de la última contienda), Claudia López, Petro (exalcalde), Navarro, Robledo, Clara (exalcaldesa)– sino que será el caballito de batalla, bien para distanciarse del mandatario, bien para cargar contra su imagen, bien para denigrar de la ciudad o bien para ir abonando terreno para el futuro. Porque no les quepa duda: después de las presidenciales, los derrotados irán a por la Alcaldía. Y las investigaciones del contralor se multiplicarán como los peces bíblicos. Hay estrés entre los secretarios que ahora revisan con lupa cualquier decisión para no dar chance, y eso, claro, entorpece el ritmo del gobierno.

Así las cosas, con el Polo, los Progresistas, los verdes, el Mira, y ahora Cambio Radical sumándose a los cuadros de la oposición, se estaría dando la paradoja de que dos reconocidos antagonistas, como Petro y Vargas, podrían terminar de acuerdo en algo: en ‘cascarle’ al Alcalde para enderezar sus respectivas causas.

Pierden los bogotanos, pierde la Administración, que no tendrá respiro; pierde Carlos Fernando Galán, al que todos dan hoy como posible sucesor de Peñalosa, pero por el que también Vargas se la ha jugado poniéndole al frente de su partido y ahora en el Congreso. He ahí su encrucijada, que también es la de Peñalosa, pues podría perder a su mejor escudero.

Ojalá me equivoque, pero todas las señales indican que el Alcalde no la tendrá fácil en el Concejo ni en los debates que se avecinan. Todos tienen un motivo para atacar su gestión, que termina siendo un ataque contra Bogotá, el ‘ToconBog’: Vargas reclama la poca ejecución; Petro, el metro subterráneo; el Polo quiere insistir en borrar las cenizas que dejó el robo a la ciudad a manos de su alcalde, hoy preso, y los demás, aprovechan para recoger las migajas.

Ojalá los ciudadanos sepan leer entre líneas lo que se cuece tras bambalinas.

ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
erncor@eltiempo.com@ernestocortes28

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