El pasado jueves un lamentable y doloroso hecho marcó el comienzo del 2019 en toda Colombia. Un carro bomba explotó en la Escuela de Cadetes General Santander, en Bogotá, y se llevó la vida de 21 personas, de los cuáles 20 eran jóvenes que soñaban con ser algún día oficiales de la Policía. Conozca las historias de cada una de las víctimas que dejó el atentado.
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Entre los muertos que cobró el atentado en la Escuela General Santander está el cadete Carlos Daniel Campaña, de 19 años. Campaña nació en Puerres (Nariño), era deportista de alto rendimiento e integraba la liga de atletismo de las Fuerzas Armadas. Llevaba un año y medio en la Escuela, pues su más grande sueño era ser Oficial de la Policía.
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El santandereano César Alberto Ojeda Gómez tenía 19 años y es recordado por sus familiares como un joven amante de los caballos y de la vida, con una alta vocación de servicio. Ojeda Gómez pertenecía a la comunidad religiosa de los Nazarenos en Floridablanca, con quienes ya tenía planes para la Semana Santa de este año.
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Nariño también llora la muerte del cadete Christian Fabián González Portilla, otra de las víctimas del atentado. González Portilla tenía 20 años de edad, era deportista de alto rendimiento e integraba la liga de atletismo de las Fuerzas Armadas. Llevaba un año y medio en la Escuela y se encontraba en proceso para ser Oficial de la Policía.
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Juan David Rodas Agudelo, nacido en Belén de Umbría, Risaralda, tenía 22 años y llevaba dos años dentro de la Escuela. Terminó su bachillerato en el colegio Nuestra Señora del Rosario, prestó su servicio militar en la Armada Nacional, para luego ingresar a la Policía. Hacía parte de la banda marcial de la Ecsan, donde tocaba la trompeta. Su tía Marlovy Agudelo afirmó que "este era su último año, pues ya se graduaba, y que había estado en diciembre pasando Navidad con su familia".
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El atleta Cristian Camilo Maquilón Martínez fue otras de las víctimas del atentado. Martínez, de origen antioqueño, tenía 20 años y se encontraba en la Escuela hace un año y medio, luego de recibir una beca de la institución para adelantar sus estudios de suboficial. Su familia contó que la última vez que lo vieron con vida fue en diciembre, mes en el que Maquilón fue a su tierra a pasar Navidad con su familia, especialmente con su padre, con quien era muy unido.
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El cadete pereirano Diego Alejandro Molina Peláez tenía 20 años, llevaba 18 meses en la Escuela y en la ceremonia celebrada en la Ecsan, antes del atentado, había sido reconocido como brigadier. El joven era egresado del colegio La Salle y era amante del fútbol, deporte que practicó desde niño.
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El cadete Diego Alejandro Pérez Alarcón, de 22 años, era un joven apasionado por la música y por el fútbol. Comenzó prestando servicio militar como auxiliar bachiller en una estación de Policía en Tulúa, Valle del Cuca, su lugar de origen. Luego, optó por hacer el proceso para el grado de Oficial e ingresó a la Escuela en Bogotá.
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El santandereano Diego Fernando Martínez Galvis tenía 22 años y era el menor de cinco hermanos. Acceder a un crédito fue la alternativa que había encontrado para poder hacer el curso de Oficial en la Policía, institución a la que anhelaba pertenecer desde niño. El 9 de enero fue la última vez que su novia, Katheryn Soto, lo vio con vida.
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Érika Sofía Chicó Vallejo nació en Quito, Ecuador, tenía 21 años y era la mayor de tres hermanos. Era cadete de la policía de Ecuador y había llegado el año pasado a Bogotá para terminar la carrera que inició en el 2016 en su ciudad de origen. Pasó la Navidad en su país junto a su familia y regresó a Bogotá el 9 de enero.
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Iván René Muñoz Parra nació en el departamento de Santander, tenía 25 años y soñaba con ser Oficial de la Policía. Su familia lo recuerda como "un joven sencillo, humilde, que precisamente hace 8 días estuvo en la vereda El Salitre junto a sus padres en el bazar, pues le gustaba participar en eventos con la comunidad".
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Jonathan Herney León Torres, de 23 años, pasó su infancia en el barrio Provenza de Bucaramanga. Su padre lo recuerda como un hijo conversador, entregado a su labor y quien tenía el propósito de comprar una casa para su familia. León Torres quería pertenecer a la Dirección de Investigación Criminal de la Policía e Interpol (Dijin), una vez lograra el ascenso que le permitiera presentarse a esa dependencia.
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El santandereano Óscar Javier Saavedra Camacho, quien se había graduado como Ingeniero de Sistemas de las Unidades Tecnológicas de Santander, ingresó a la Escuela con la ilusión de explotar su vocación de servicio a la comunidad. El uniformado practicaba karate y hacía parte del grupo de taewkondo de la institución. El 30 de diciembre iba a cumplir 22 años.
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Fernando Alonso Iriarte Agresott está entre las caras de las víctimas del atentado. Tenía 19 años y soñaba con formar parte del cuerpo de seguridad del presidente Iván Duque, así como su tío lo fue del expresidente Álvaro Uribe. Además de su carrera en la Policía Nacional, soñaba vestir la camiseta de Colombia en la selección de voleibol. San Bernardo del Viento (Córdoba) era su lugar de origen.
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Jonathan Efraín Suescún García tenía 24 años, era bachiller del Colegio Camilo Torres de Granada y prestó su servicio militar en el Batallón Guardia Presidencial. Así como Felipe Manjarrez, Jonathan ingresó a la Escuela a mediados del año 2007 y había sido becado por su alto rendimiento en voleibol. Hugo Suescún, padre de Jonathan, afirmó que su hijo "era muy noble y sano, muy querido en el pueblo, donde tenía muchos amigos por su dedicación al voleibol".
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Juan Esteban Marulanda Orozco nació en Medellín y tenía 19 años. Era estudioso, disciplinado y quería ser carabinero, como su padre. Empezó a estudiar Ingeniería administrativa, pero se retiró porque su sueño era pertenecer a la Policía. Se presentó a la Escuela de Cadetes de Bogotá y fue admitido hace más de un año. Justo el día de su muerte le habían otorgado el rango de Brigadier.
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Juan Felipe Manjarrez Contreras tenía 22 años y había terminado sus estudios de bachillerato en el Colegio Domingo Sabio de Acacías. Estaba desde el año 2007 en la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander. Había sido becado por su alto rendimiento en voleibol e iba a representar a la institución en los próximos Juegos Nacionales.
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El vallecaucano Luis Alfonso Mosquera Murillo, de 23 años, era lanzador de disco y un gran bailarín. Empezó como futbolista, pero después de ver a su tío Wilfredo Murillo entrenar como atleta, decidió que se iría por el lanzamiento de disco. “Le gustaba mucho la recocha, era un chiste; a mi mamá le bailaba en la cocina y le decía ‘Mami, cómo estás de rica’, así era él”, contó su hermana Yury.
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Alan Paúl Bayona, nacido en el municipio de San Luis, Tolima, en 1997, era un atleta galardonado. A los 18 años ganó la medalla de oro en los 800 metros planos de los Juegos Nacionales de Aprendices del Sena que se realizaron en Cúcuta. Uno de sus sueños era ser Oficial de la Policía Nacional y por ello desde hace 2 años estudiaba en la Escuela.
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El ataque del carro bomba también le quitó la vida a Steven Prada Riaño, un cadete de 22 años que es recordado por su amor al fútbol. "Cuando tenía 10 años se metió a una cancha y me dijo: ayúdame, quiero ser arquero, quiero ser futbolista", señaló su primer entrenador, Alirió Amaya. Steven había ingresado hace dos años a la Escuela de Policía General Santander con el sueño de ser Oficial.
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Juan Diego Ayala Anzola también hace parte de las 21 víctimas del atentado. Ayala, que tenía 20 años, nació en San Juan de Rioseco y es recordado por sus amigos como un joven humilde, disciplinado y con el "anhelo de servirle a Colombia desde la Policía Nacional".