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Bogotá

‘Adentro’: un vistazo a los diversos hogares bogotanos

Exposición Adentro - Museo de Bogotá

Exposición Adentro - Museo de Bogotá

Foto:Museo de Bogotá - NO USAR PARA OTRAS NOTAS

El Museo de Bogotá tiene una exposición de la vida en distintas casas de la ciudad.

Dentro de lo que fue la casa del virrey Juan de Sámano, hoy hay 17 casas: una especie de barrio variopinto que solo cabría allí por arte de magia. Precisamente, la magia del Museo de Bogotá, de las crónicas del periodista Lorenzo Morales y de las imágenes de cinco fotógrafos lo hizo posible con la exposición ‘Adentro’.
Si usted visitara Casa Sámano, la sede del Museo, en la carrera 4.ª n.º 10-18, encontraría la exposición, compuesta por 17 puestas en escena de los diversos hogares bogotanos. Allí hallará historias como la del hombre y una paloma que viven en un metro cuadrado, en una carreta que rueda por las calles de Torca I (Usaquén); la de Helena, la mujer que vive en un lote de 350 metros cuadrados ocupado, en buena parte, por una gran huerta que sobrevive al boom del ladrillo en La Perseverancia (Santa Fe); la de Elvira, una cachaca de pura cepa que vive en El Nogal (Chapinero), cuidando de una envidiable casa de museo; o la de Sercelino Piraza, un indígena wounaan que trata de mantener juntos a los 11 miembros de su familia en una casa adaptada a su modelo ancestral en Vista Hermosa (Ciudad Bolívar).
En general, vale la pena ir y ver de primera mano esta exposición que reúne las crónicas, fotografías, los objetos personales de los protagonistas, y hasta los planos de sus casas. Pero, hay que decirlo, lo que verá es apenas una parte del proyecto que el periodista Lorenzo Morales comenzó en 2015.
“Viví en Nueva York, el epítome de lo urbano, y trabajaba allí como reportero. Visitar los condados que poco se frecuentan me despertó una curiosidad por las formas de vivir. Hay toda una ciudad que ocurre de puertas para adentro, y yo quería contar esa Bogotá de puertas para adentro”, relata Morales.
Las primeras visitas a las casas de los bogotanos comenzaron entre 2015 y 2016. Primero fue un proceso aleatorio, y luego se perfeccionó la selección con criterios. Se buscaron perfiles de todos los estratos y localidades, ciudadanos mayores y jóvenes, migrantes, indígenas, campesinos... y Bogotá lo tenía todo.
“Tratar de contar cómo se vive en una ciudad es un proyecto infinito. Pero los contrastes permiten una instantánea de la ciudad; tenemos los extremos, y el proyecto trata de contar ese acordeón de posibilidades que hay en el medio”, agrega Morales. En el medio hay historias como la de una pareja que vive debajo de un puente en Las Villas (Suba), la de una pareja trans que defiende su identidad en María Paz (Kennedy) o la una familia que administra una tienda en medio de la nada en la vereda Santa Rosa (Sumapaz).
Morales soñaba con publicar el libro. Y el sueño se le cumplió, este mes salió publicado Adentro: Formas de Vida en Bogotá, bajo el sello editorial del Instituto de Patrimonio Cultural, con cerca de 30 historias de hogares bogotanos; pero además, el libro se materializó en exposición de algunos relatos selectos.
“Fue una afortunada coincidencia convertir el libro de crónicas de Lorenzo en una muestra. Queremos que el Museo de Bogotá cuente una historia en tiempo presente y en la que el ciudadano de a pie se reconozca. Estas historias cuentan rasgos de un Bogotá contemporánea y cómo la historia no se construye desde grandes eventos, sino desde cambios en la intimidad”, comenta Andrés Suárez, director del Museo de Bogotá.
Ahora el proyecto no solo trascendió de libro a exposición, sino a la presencia de los protagonistas de las historias. Ellos, las 17 familias de este diverso vecindario, se encontraron en noviembre en la inauguración de la exposición.
“Fue emocionante que se conocieran y ver que estaban orgullosos de sus historias personales y de que fuimos testigos de su vida más cotidiana”, anota Morales. Incluso dejaron huella: Helena, por ejemplo, creó su propia huerta en la terraza del museo, y ahora los asesora en la creación de una huerta en otras de sus sedes; Elvira prestó su atesorada casa de muñecas; Eduardo, un exhabitante del pabellón de psiquiatría del abandonado hospital San Juan de Dios, llevó hasta la cama parar mostrarla al público; y dos jóvenes hermanas que anotaban todo en las paredes de su casa en Eucaliptos de la Esperanza (Usme) también dejaron su marca en una pared recreada por el equipo del museo: ‘Daniela estuvo aquí’, dice un rayón hecho del puño y letra de una de las hermanas.
–¿Va a seguir visitando casas por toda Bogotá? –le pregunto al periodista–.
–(Risas) No. Para mí, el proyecto terminó. Aunque, cuando la gente se entera, surgen nuevas propuestas de historias. Por su naturaleza, es un proyecto que no tiene fin. Pero hay que saber hacerse un lado y dejarlo ahí –contesta Morales–.
Aunque al encanto de un 'A la orden' o 'Siga sumercé', con una invitación a una visita con chocolate y pan puede ser difícil resistirse.
La exposición está abierta en Casa Sámano de martes a viernes, de 9 a. m. a 5 p. m., y sábados y domingos, de 10 a. m. a 5 p. m. También puede comprar el libro con el sello editorial del IDPC. Incluso, en la cuenta de Facebook (Instituto Distrital de Patrimonio Cultural) puede encontrar un recorrido virtual y un conversatorio con el cronista y sus fotógrafos.

4 preguntas a Andrés Suárez, director del Museo de Bogotá

¿Qué mensaje hay detrás de la selección de este proyecto como la nueva exposición del Museo de Bogotá?

Ahí estamos poniendo problemas de ciudad. Hemos construido un vecindario dentro del museo en la Casa Sámano. 
Sabíamos que esta gran diversidad la íbamos a poner en la Casa Sámano, la casa de un virey. Si ese virrey viviera le daría un patatús porque están en su casa están hoy las personas que, en su época, no habrían sido reconocidos como ciudadanos ni como parte de la soceidad. Incluso ahora hay partes de la exposición que son retadoras
Es una exposición es incómoda. Queremos que la gente hable y que se hablen de los problemas de la ciudad en el presente: no es contemplar lo que ya pasó, sino la vida del día a día.
Nos interesa en la discusión patrimonial dar el salto a las personas. Los objetos no tienen vida por sí mismos. Es una apuesta porque el museo se sienta como un lugar cercano. La historia de la ciudad se cuenta a través de la intimidad y la cotidianidad, no es desde grandes héroes ni desde grandes hitos.

Esta exposición no solo incluye la crónica, sino los objetos reales de los protagonistas. ¿Cómo acordaron eso con ellos?

Cada uno dio su consentimiento para estar expuesto. El hecho de la exposición hace que al saber que tu historia va a estar expuesta la gente tiende a privilegiar mucho que uno no vaya a ver la copia, sino que esté el original.
Todos estuvieron de acuerdo con que usáramos sus objetos: dijeron ‘llévenselo’. Fue un sentido de 'mi presencia tiene que estar completa en el Museo'.
Para la gente es un atractivo porque esas exposiciones son una forma de reconocimiento. No a todos nos gusta ser exhibidos, pero sí el reconocimiento.

Lorenzo me comentó que los personajes habían trascendido al Museo. ¿Cómo los están vinculando?

Con Helena se hizo el acuerdo que ella iba a montar la huerta con un colectivo. Además, en la exposición permanente del museo tenemos una huerta . Ella nos está transmitiendo conocimiento de cómo trabajar el abono para usar en la huerta.
Y, como estas historias se tomaron entre 2016 y 2020 y ocurrió la pandemia, nos volcamos hacia adentro. Por eso, vamos a desarrollar un conjunto de actividades con ellos para reflexionar sobre como cambia su visión de adentro en  el marco de la pandemia con respecto a lo que está contado en sus historias.

¿Cómo seguirá el Museo de Bogotá cumpliendo ese objetivo de que la historia capitalina no se limite al Centro Histórico, sino que se lleve a otros escenarios?

En 2021 vamos a inaugurar el Museo de la Ciudad Autoconstruida. Queda en Mirador del Paraíso (Ciudad Bolívar). Va a estar dedicado a las luchas de autoconstrucción que ha hecho una gran cantidad de habitantes de la ciudad, que se ha hecho a punta de esfuerzos de la gente. Consideramos que es importante reconocerlo y sacar al museo de esas conversaciones más elitistas. Queremos poner el museo en lugares históricamente discriminados, segregados. 
Ya estamos haciendo el esfuerzo de construir ese guion museográfico. Este semestre lo hemos dedicado a consultas con la gente. Ese museo va a ser administrado por trabajo comunitario de la localidad, nosotros seremos solo un agente externo. 
Por otra parte, a partir de este año inauguramos una serie de becas para que los ciudadanos desarrollen proyectos museográficos en las localidades. El próximo año abriremos nuevas becas.
También abrimos una dimensión digital con una propuesta del Bogotarot y otros productos digitales.
ANA PUENTES
En Twitter: @soypuentes
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