Sobre la carrera 7.ª, entre la torre Colpatria y el Museo Nacional, un letrero blanco con estrellas amarillas que dice ‘Bogotá’ ha empezado a llamar la atención de bogotanos y extranjeros que caminan por el lugar.
Es tan alto como un hombre, de un metro con 70. Sus letras están diseñadas para que los visitantes puedan usarlas como asiento a la hora de tomarse un par de fotos y, en las noches, se convierte en un espectáculo de luces que cada vez tiene más adeptos.
La llamativa palabra ‘Bogotá’ está ubicada en la primera plazoleta del parque Bicentenario, que desde septiembre del 2016 se ha convertido en la puerta de entrada al centro y en un punto de referencia, innovación y turismo.
Está diseñado en forma de escalera, tiene ocho plazoletas, 3.529 m² de zonas verdes y 554 m² de senderos ecológicos que les ofrecen a quienes lo visitan ambientes diferentes en donde pueden encontrar desde exposiciones de arte hasta conciertos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. El parque se ha convertido en una nueva vitrina cultural y académica que se fortalece con el apoyo de las universidades cercanas.
Un grupo de jóvenes mexicanos se detiene frente al letrero. Es domingo y la afluencia de personas en el lugar aumenta. Uno de ellos se ubica en la fila de personas que esperan su turno para tomarse la foto que, además, tiene como fondo a la emblemática torre bogotana. Después todos se ubican sobre las letras y sonríen. Esta imagen es recurrente. Turistas de todas partes llegan atraídos por su belleza y por la seguridad que se ha consolidado con el tiempo.
El contrato de construcción del parque fue firmado en el 2007 y contemplaba una inversión de 30.000 millones de pesos. Al final, según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), lo liquidó en 28.401 millones de pesos. Su construcción estaba a cargo IDU, que solo pudo entregarlo a la comunidad en septiembre del 2016, luego de una larga polémica entre quienes rechazaban y apoyaban la obra. Tras ser inaugurado en el 2016, el Distrito le concedió un contrato de administración a la Fundación AsoSandiego.
Desde entonces, la administración privada, con el patrocinio de Colpatria Scotiabank y Axxa Colpatria, ha trabajado por hacer del espacio un punto de encuentro con todas las comodidades: red de wifi abierta y gratuita, que cubre los 8.324 m² de extensión del parque, un árbol de carga para celulares y computadores, luces led, carpas, mesas, sombrillas y próximamente un punto de café, son algunas de ellas.
Hilda María Henao, directora ejecutiva de AsoSandiego, afirma que el balance de este primer año ha sido positivo. “Todos los viernes tenemos proyecciones de películas, una vez al mes tenemos conciertos especiales con la Filarmónica y gracias a la Universidad Javeriana, la Universidad Distrital, la Jorge Tadeo Lozano, entre otras, nunca faltan exposiciones fotográficas”.
Según ella, también han usado el espacio para apoyar los diferentes semilleros de investigación dando a conocer sus trabajos. “La idea es que la gente que trabaja en esta zona o que lo visita recurrentemente, lo vea como un lugar para compartir, más que como un lugar de paso”, dijo.
Los planes para el Bicentenario se proyectan a cinco años. Se espera que en ese periodo de tiempo se convierta en otro punto de referencia dentro del recorrido turístico en el centro de la ciudad.
Santiago Durán, gerente de talento humano de Colpatria, concluye diciendo que las inversiones contemplarán intervenciones de arte urbano en edificios cercanos y recuperación de los túneles vehiculares que pasan debajo del parque. En lo que va del 2017 se han hecho cerca de 40 eventos y se estima que para diciembre esta cifra se duplique.
Van 34 eventos culturales realizados en el lugar, con un promedio de entre cinco y seis al mes, entre ellos seis conciertos, cuatro exposiciones, cinco ciclos de cine, encuentros de ajedrez, narraciones, danza y teatro.
El parque Bicentenario está situado sobre la calle 26, entre carreras 5.ª y 7.ª, y une la ciudad antigua con la moderna. Se conecta con el Museo de Arte Moderno y el parque de la Independencia. Su construcción estuvo plagada de retrasos, controversias judiciales, contratación y diseño, y solo pudo ser entregado a la ciudad en septiembre del 2016, después de salir de los estrados judiciales a donde llegó por la división de la comunidad.
La obra estaba programada para entregarse en el 2010, 13 meses después de la planificación y puesta en marcha. Ese año fue incluido en las obras complementarias de la fase III de TransMilenio (troncal de la calle 26 y la carrera 10.ª), que sufrieron retrasos por el polémico caso del ‘carrusel’ de la contratación. Tiempo después, los vecinos del edificio Torres del Parque denunciaron que este proyecto modificaría el parque de la Independencia y su lugar de residencia, ambos declarados patrimonio de la ciudad. Por ello, la obra se frenó.
En el 2014, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, en segunda instancia y tras el visto bueno del Ministerio de Cultura, dio el aval para continuar la construcción, pues no halló en los diseños ninguna afectación al patrimonio.
María Camila Bernal
Escuela de Periodismo EL TIEMPO
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