Por estos días, Bogotá y Quito tienen mucho en común. Este sábado terminó la quinta Cumbre Mundial de Alcaldes en la capital y mañana comienza en Quito (Ecuador) Hábitat III. En este evento, delegados de los 193 países miembros de la ONU deliberarán sobre el futuro de las ciudades en los próximos 20 años. Joan Clos, director ejecutivo de ONU-Hábitat y quien presidirá la importante reunión, habló con EL TIEMPO sobre su visión de ciudad y enfatizó en que el Estado debe asumir su responsabilidad en la planeación de las urbes.
¿Qué quiere transmitir a los países que van a Hábitat III?
Lo primero, hay que recordar que el Estado tiene una función determinante en la calidad urbana. La moda es decir que los alcaldes lo van a arreglar todo, pero el Estado es quien establece las normas, define las políticas de vivienda, las medioambientales, el salario mínimo y la financiación de los ayuntamientos (municipios), y todo esto afecta la vida cotidiana de los ciudadanos. Además, se debe decidir cuántas ciudades quieren, qué tan grandes van a hacer. Si no lo define el Estado, pues termina por decidirlo la gente.
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Lo segundo...
El marco regulatorio. Si no hay imperio de la ley, la urbanización acaba siendo un desastre. Hay que evaluar qué espacio público debe tener una urbanización, qué cargas y beneficios, y esto se establece por ley; si no se hace, llegan los problemas a la administración local. No dejan de hacer negocios en Nueva York porque hay normas; al contrario, los hacen porque allí la definición de espacio público es absoluta y radical. Además, el diseño y planeación urbana no se pueden reducir a catalogar usos del suelo: aquí industria, aquí vivienda y ya está.
¿Qué debe tener presente ese diseño y planeación?
Es levantar el plano, hacer las calles, decir cómo un cruce resuelve los problemas. Tiene que ver con el diseño del espacio público y el diseño de las parcelas edificables, y la relación entre ambos. La planeación se le ha entregado al mercado inmobiliario, y ellos no tienen por qué saber sobre vías públicas porque es un servicio colectivo y no de un proyecto urbanístico. Se les delega a ellos por incapacidad del Estado. Tampoco se puede olvidar la planeación financiera. Si no hay dinero para el mantenimiento, decae el predio y baja el valor.
¿Vivienda en el centro de las ciudades o en la periferia?
Lo que estamos diciendo como Naciones Unidas es que, desde el punto de vista de la política urbana, hay que volver a poner la vivienda en el centro de las urbes. Y esto se puede conseguir si lo persigues y lo consideras. Desde el punto de vista funcional y financiero, es lo más eficaz y lo más productivo. La construcción en la periferia tiene como consecuencia que la ‘mancha urbana’ crece, y la dispersión disminuye la productividad de las urbes. Aparte de que el costo de los servicios per cápita es más alto, la productividad de la economía es más baja. Veo en Bogotá muchas parcelas (predios) en el centro que están semiabandonadas. Esto me recuerda un poco el Nueva York de los años 70, en plena crisis.
En el mundo, ¿cómo lograron reactivar el centro?
La mayoría de ciudades del mundo han pasado por ahí. Entre los años 60 y 70, la población migró a la periferia. Cuando se vieron los efectos perniciosos sobre los costos, en los años 90 y 2000 hubo retorno al centro. Darle la vuelta al centro requiere una intervención que incluye cambiar la reglamentación. Cuando el centro se ha deteriorado, en el mundo hay varias alternativas: los americanos prefieren que todo decaiga y, como ocurrió en Baltimore, vendieron predios por uno o 10 dólares con la condición de que los rehicieran. En Europa, la costumbre es no dejar que la degradación llegue.
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¿Cómo conseguir la sostenibilidad ambiental?
Disminuyendo la dependencia del carbono, y esto no puede retrasarse más. Hay que cambiar la matriz energética de los países. Queremos resolver el tema de abajo para arriba: empezando por el cambio del comportamiento ciudadano, para que recicle y ahorre energía. Y, claro, podemos ir reciclando, pero si no hay una decisión de consumir menos carbono y utilizar otras fuentes energéticas, las emisiones continuarán creciendo. Pero cambiar la matriz energética es una decisión de Estado. De otro lado, si hay un problema de partículas, se deben poner filtros y aumentar el estándar de los combustibles. En México no se podía ver el cielo; contrataron a Mario Molina, nobel de química; cambiaron la normativa del uso de gasolina y con estas medidas han hecho un avance impresionante en la calidad del aire.
Pero existe resistencia a esos cambios...
Claro, hay resistencia económica y de muchas clases para hacer el cambio de la matriz enérgica. Pero soy optimista: en el momento en que se dé la vuelta, las empresas estarán interesadas en acelerar la conversión porque no podrán sostener dos realidades energéticas diferentes. Además, debemos preparar a todas las ciudades del mundo para la movilidad eléctrica, con postes de carga en todas partes, autobuses eléctricos, etc.
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¿Qué opina sobre la mezcla de estratos en los barrios?
A nivel teórico, la respuesta es siempre la misma: que hay que mezclar a toda la población. Precisamente, la capacidad de innovación y creación de la ciudad proviene no de la separación de grupos, sino de la mezcla de grupos. Este es el ideal. Hay que ver cómo se gestiona en la práctica. En muchas partes del mundo ya está establecida la integración forzada o incentivada, si se quiere. En Singapur, por ejemplo, donde hay tres grupos étnicos: chino, malayo e indio, cada edificio debe tener un porcentaje de cada uno de estos grupos, y esto es por ley.
La crisis por migración o por desplazamiento, como en Colombia, ¿cómo afecta a las ciudades?
En Europa ha sido difícil, ya se ha visto. A Colombia le diría que hay que contribuir en el proceso, hacer más escuelas, invertir en servicios. No hay soluciones mágicas. Sin embargo, la escuela suele ser el primer paso porque los niños están juntos, ellos no crean diferencias. En España lo vivimos (latinos, asiáticos y árabes); los niños se entendían mejor y se aceptaban, defendían a sus amigos, pero los padres de estos no. Claro, la escuela pública se reforzó mucho, doblando el número de profesores.
¿En qué está haciendo bien la tarea Colombia?
En el intento de llegar a resolver el tema del conflicto armado. Dentro del marco americano, Colombia está destinada, en la medida que pueda resolver este tema, a jugar un papel mucho más protagonista. Colombia tiene recursos naturales, tradición industrial, buena estructura de servicios, es un país muy equilibrado y con potencial.
Su ciudad favorita...
A mí Nueva York me encanta, es tan contradictoria; es una mezcla de años y cosas diferentes. Para mí, una ciudad es aquel sitio donde encuentras lo que no buscas. Tiene esa condición emergente, en donde se generan valores que antes no estaban, como modas y tendencias.
MARÍA TERESA SANTOS Y ERNESTO CORTÉS F.
Redacción EL TIEMPO
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