Charles Montgomery es un transformador urbano de Canadá que apunta a construir urbes donde los ciudadanos vivan experiencias amables cada día. Director de la organización Happy City Lab, llega a Bogotá con sus ideas.
¿Es posible aplicar el concepto de Happy City en América Latina?
Sí, por dos razones. Primero, porque sus ciudades están creciendo rápidamente. Así que se pueden hacer planes para asegurar que las futuras áreas sean más transitables, conectadas, verdes y seguras. Segundo, pueden hacer planes para cambiar los espacios existentes, porque gran parte de estos están dedicados al servicio de los automóviles.
Mi idea de Happy City nació en Bogotá, en el primer gobierno de Enrique Peñalosa, quien mostró que a través del uso de ese espacio de coches, para las personas, a través de aceras, plazas y carriles para bicicletas, se crean mejores vecindarios.
¿Qué ciudades son las más avanzadas en ‘Happy City’?
Vancouver (Canadá) está logrando que sea más seguro caminar y montar en bicicleta en las calles. En Denver (EE. UU.) se empezará a cobrar impuestos de la venta de marihuana controlada, para subsidiar las viviendas de los pobres, y en Estocolmo (Suecia) se creó una tasa que los carros pagan cuando hay congestión en el centro de la urbe.
¿Es posible implementar estos conceptos sin dinero?
Sí, solo tienen que decidirse. Se pueden crear espacios felices usando pintura o conos de tráfico para recuperar el espacio que los autos utilizan. Una economía más sólida se logra estableciendo un límite al crecimiento urbano. Esto, para que la ciudad no se expanda a una densidad baja cada vez más lejos; las ciudades que lo hacen descubren que las personas son capaces de gastar su dinero en negocios locales y no en gasolina. Las ciudades que diseñan para la felicidad incrementan su producto interno bruto, disminuyen costos de atención en salud, reducen las cargas fiscales y mejoran la productividad. Esto atrae negocios internacionales.
¿Cuáles son las dificultades de implementar el concepto de Happy City?
Que no somos buenos eligiendo opciones a largo plazo. Un buen ejemplo son las autopistas urbanas, construidas para reducir el tráfico, pero la investigación muestra que las nuevas autopistas urbanas en realidad inducen más congestión después de 5 años.
¿Cómo reaccionan las personas en las ciudades felices?
Estas dan más oportunidades para encuentros entre la gente y fomentan la confianza cara a cara, lo que mejora de inmediato los sentimientos de la salud y la felicidad. Todo esto mejora la productividad.
EL TIEMPO
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