Con un anillo vial de 18 salidas y una glorieta bajo tierra que permitirán distribuir el flujo vehicular de la calle 94 (de oriente a occidente, y hacia la avenida 19 y la NQS, tanto para sur como norte), el próximo miércoles Bogotá recibirá el llamado deprimido de la 94.
Esta solución vial le costó al Distrito 170.000 millones de pesos, casi 120.000 millones más de los 48.000 que en principio se dijo que valdría. Desde su llegada a la alcaldía en enero del 2016, Enrique Peñalosa había indicado que la finalización de esta era una de sus prioridades en infraestructura, toda vez que fue adjudicada en 2009, pero diversos problemas de gestión habían impedido que se terminara: padeció cuatro suspensiones y tres prórrogas, la última de estas a cargo del consorcio AIA- Concay.
Este domingo, obreros trabajaban a toda marcha para pulir los detalles que quedan por finiquitar, la mayoría de estos relacionados con espacios verdes, de ornato e instalaciones de servicio, además de señalización. El grueso de la obra, correspondiente a vías, calzada, andenes, separadores, redes de alcantarillado y pasamanos, entre otros, ya se veían listos para funcionar.
A principios del pasado febrero, el mandatario confirmó que el avance rondaba el 91 por ciento, lo que arroja que en el último mes y medio se adelantó casi un 10 por ciento para lograr apuntalar lo restante. Esto, gracias a la acción de unos 600 obreros que laboraron de lunes a domingo durante las semanas precedentes.
La directora del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) estuvo varios días de la semana que recién termina metida de lleno en la supervisión de los últimos trabajos, pues la entidad ha señalado que la intención es inaugurar el miércoles, con todo en orden y en funcionamiento óptimo. Puesto en marcha, el deprimido beneficiará a unos 150.000 ciudadanos que cada día circulan por este sector.
Los residentes y comerciantes, sobre todo del Chicó, se cuentan entre los más satisfechos con la inauguración, pues durante los años que han tenido que esperar se han visto afectados por cambios en la movilidad, perjudicando tanto a peatones como a biciusuarios y conductores de vehículos particulares.
Beatriz Arango, directora de la Asociación de Residentes del Chicó (Archi), manifestó en su momento: “Movilidad no avisó de los cambios con anterioridad –febrero–. Esto ha sido muy traumático; la gente no sabía cómo entrar y salir del barrio”.
Uno de los atractivos de esta obra, para los caminantes, es el puente peatonal que cruza sobre la 94, en tanto el tráfico sentirá un alivio al poder avanzar hacia el norte sin necesidad de detenerse en semáforos, que no se requieren dentro de la solución que, al fin, vio la luz al final del túnel.
BOGOTÁ