Haciéndole honor a uno de los oficios más antiguos, contribuyendo al medioambiente y respondiendo al ajetreo de la ciudad, más de una decena de jóvenes bogotanos le han apostado a la mensajería en bicicleta como una manera de promover el empleo formal.
En dos ruedas recorren cientos de kilómetros al día para auxiliar a los ciudadanos que, sin tiempo libre, deben realizar trámites y papeleos. Esta es una tendencia mundial que retoma Bogotá de ciudades como Nueva York, donde el siglo pasado se acrecentó el uso de la bicicleta con fines lucrativos en este oficio. Hace cerca de cinco años, en la capital del país empezaron a surgir grupos dedicados a lo mismo.
Los emprendimientos contratan, en la mayoría de casos, a jóvenes universitarios que desean conseguir dinero extra para mantener sus estudios, con tiempos flexibles para cumplir los deberes académicos. Eso sí, les piden que tengan sentido de compromiso y disposición para atender a los clientes.
La tarifa que se les cobra se define de acuerdo con la cantidad de kilómetros que el bicimensajero deba recorrer, y si el usuario necesita que sus documentos o domicilios lleguen lo más rápido que se pueda, deben pagar una tarifa adicional.
Los jóvenes emprendedores que están a la cabeza de estos negocios reconocen que son viables, debido que el tráfico en Bogotá les da una ventaja a los ciclistas urbanos, pues permite desplazamientos más rápidos. Unos trabajan con aplicaciones móviles y otros, a través de redes sociales.
Hace cuatro años, Camilo Camacho y Juan Camilo Chaparro eran estudiantes universitarios y amantes de la bici, pero comenzaron a hacerles los mandados a sus familiares.
Con el voz a voz, terminaron trabajando para empresas que requerían trasladar documentos, hacer vueltas bancarias, entre otros. Luego, cuando se les creció el negocio, contrataron a dos ciclistas más, y en la actualidad, junto con ellos trabajan 12 bicimensajeros.
Hace un año están registrados ante la Cámara de Comercio de Bogotá, y ofrecen varios tipos de servicio: bien sea de un punto A a un punto B, o recorridos con múltiples paradas para entregar; por ejemplo, invitaciones de eventos. La reducción de CO2 en la ciudad con su trabajo es uno de los aspectos que destaca Juan Camilo, uno de los creadores. Ahora trabajan para lanzar su aplicación móvil.
El politólogo y publicista Camilo Tovar trabajaba como director creativo en una compañía, pero hace dos años renunció. A su trabajo se desplazaba en bicicleta, momento en que despejaba su mente. “Me dije que quería ganarme la vida en cicla”. Y así fue. Creó la empresa Escarabajos Bici Mensajería, pero antes había estudiado el mercado; identificó cómo funcionaba, el lenguaje que se usaba en el ciclismo urbano, y dio marcha a su sueño.
Quienes trabajan allí son jóvenes que usan la bicicleta a diario pero sin experiencia laboral, por lo que no habían podido acceder a un empleo. En la mayoría de casos, son universitarios que necesitan horarios flexibles para estudiar.
La meta a corto plazo es empezar a contratar ciclistas urbanos de entre 40 y 50 años. “Para el mercado ya no son viables por su edad. Para mí, sí”, explicó el joven.
Mensappjeros lleva un mes funcionando, pero detrás de esta aplicación móvil y web hay más de un año de trabajo. Sus creadores, Julio César González, Diana Huertas y Rafael Jáller, se han dedicado a este emprendimiento desde que tuvieron la experiencia de ser independientes.
Antes habían arrancado su negocio ofreciendo el servicio de mensajería en moto para las empresas con las que tenían convenio. El encargado permanecía en las mañanas en el punto y en la tarde salía a hacer las diligencias. “Aunque tuvo acogida, nos dimos cuenta de que había limitantes, porque solo se podían hacer las vueltas de quienes lo pedían en la mañana, pero para algo urgente no podíamos responder”, señaló Rafael.
Entonces se les ocurrió desarrollar un aplicativo, con el que hoy trabajan cerca de 400 biciusuarios en Bogotá y los municipios aledaños, y otros 400 más motorizados, y que les permite atender requerimientos todo el tiempo.
El servicio en moto o bicicleta cuesta lo mismo. La diferencia radica en qué tan rápido necesitan los usuarios la diligencia.

Julio César González y Rafael Jáller son dos de los creadores de la aplicación, en la que trabajan unas 800 personas.
Cortesía: Mensappjeros
Hace cinco años, en el seno de un grupo de ciclistas urbanos sonó la idea de montar una empresa de mensajería en bicicleta. En ese momento, algunos del grupo se dedicaron a crear ciclas personalizadas, pero a Manuel García, profesional en audiovisuales, le quedó en la cabeza el proyecto.
Por ello arrancó con Fixeito Messenger, llevándoles las encomiendas a quienes lo necesitaban; “pero, más allá de lo laboral, impulsamos la cultura, haciéndole honor a la mensajería en bicicleta. Por ejemplo, en Estados Unidos es el tercer oficio más peligroso”, recordó.
Fixeito Messenger se concentra en empresas o clientes muy especializados. Por ejemplo, trabajan con productoras de televisión. “Atendemos a muchas vestuaristas que necesitan conseguir algo de ya para ya, o a productores que necesitan comprar filtros para cámara, recoger lentes, entre otros, y que nos buscan a nosotros, por confidencialidad, confianza y rapidez”. También, a personas con enfermedades que requieren “que les compren determinado medicamento, ciertos alimentos o ciertas hierbas”, dice.
MICHAEL CRUZ ROA
Periodista de EL TIEMPO
En Twitter: @Michael_CruzRo
Escríbanos a miccru@eltiempo.com
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