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Bogotá

Voy y vuelvo | El metro y el ánimo de la gente

Reunión entre Claudia López y el presidente Petro

Reunión entre Claudia López y el presidente Petro

Foto:Andrea Puentes

Bogotá está levantando su primera línea de metro. Está contratada. Se está pagando.

Ernesto Cortes
Con pasmosa sobradez, muchos se preguntan: ¿cuál metro? El falso interrogante alude al debate surgido tras conocerse las alternativas del consorcio chino para que un tramo del metro elevado sea subterráneo. ¿Cuál metro? ¡Pues el que se está construyendo! Y quienes se hacen esa pregunta lo saben.
Bogotá está levantando su primera línea de metro. Está contratada. Se está pagando. Tiene más de 4.000 obreros trabajando. Si no lo han notado se debe a tres razones: no leen noticias, las obras aún no pasan frente a sus casas o son de aquellos que aprovechan las redes para expandir información falsa, como decir ¿cuál metro?
Pero no es ingenuidad. Ellos saben lo que hacen y por qué lo hacen, cuando lo más sencillo sería reconocer que por alguna razón ideológica o técnica se oponen a la primera línea elevada y prefieren hablar de un metro subterráneo por simpatía con el Presidente, por convencimiento propio, por odio a Peñalosa o por lo que quieran. Pero sean honestos con la opinión pública y verán que nos entendemos todos. No contribuyan a desinformar, que eso les queda mal.
Partiendo de reconocer que Bogotá está construyendo su primera línea elevada, pasemos a los argumentos. ¿Por qué el Presidente se obsesiona con la línea subterránea? Hay dos razones: la de quienes dicen que el Presidente quiere sacarse el clavo de que en su alcaldía no le hayan dejado impulsar el metro subterráneo que propuso y que su sucesor reemplazó por una línea elevada. Y la de quienes esbozan argumentos que dan más para el debate: que el metro elevado rompe con el urbanismo de la ciudad, contamina visual y auditivamente, puede convertirse en un dolor de cabeza en sus zonas bajas, como sucede hoy con los puentes vehiculares, que se llenaron de habitantes de calle y demás. Algo similar a lo que ocurre en ciertos tramos del metro de Medellín. Y hay otros áulicos del Gobierno que siguen con el cuento de que la primera línea no tiene estudios de detalle, discusión que ya se dio ampliamente y que no vale la pena insistir. Total, esos estudios se darán a conocer en los próximos días, como había quedado pactado en el contrato.
Ya se anunció que se estudiarán dos alternativas. Que el Ejecutivo se empleará a fondo para que sea a través del Plan Nacional de Desarrollo como logre su cometido. Y la Alcaldesa seguirá moviéndose en el agua movediza de salvar la primera línea como está o ceder a los designios del jefe de Estado. ¿Basta solo con aceptar que se diga “yo pago todo”?
Pero dejemos esa polémica para cuando se conozca lo que digan las mesas técnicas.
En lo que vale la pena reflexionar es en lo que esto significará para la ciudad y para el ánimo de los bogotanos. Más allá del debate netamente político, porque de eso hay mucho, qué desolador resulta para Bogotá estar viviendo una sensación de desencanto por una obra que ha esperado tanto. No se trata de quién tiene la razón, al ciudadano lo único que le importa es que se haga y pronto. Y como digo, no son los rifirrafes entre políticos, es lo que nos espera: pleitos legales, demandas, sobrecostos, diez años más de obra y de impuestos para pagarla; una campaña política atravesada por este tema, unas finanzas estresadas y una ciudad condenada a vivir entre polisombras.
Los chistes sobre el metro de Bogotá no paran. El pesimismo ha vuelto a aflorar en la gente. Las peleas e insultos por un tema que nadie domina se tomaron las redes sociales. Para muchos, el metro vuelve a ser una quimera. Así aprueben una extensión o un pedazo subterráneo, ya no produce alegría ni su obra, ni su futuro, porque está cada vez más lejano. Al menos la gente tenía un halo de expectativa y esperanza con que en unos años la movilidad sufriría un cambio. Hoy no se sabe. Hoy solo queda seguir lidiando con el pico y placa, el trancón, las motos y el día sin carro, que ya viene...
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor General EL TIEMPO
@ernestocortes28
erncor@eltiempo.com
Ernesto Cortes
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