La vida de Leandro Penagos siempre ha estado relacionada con el mundo del ciclismo. Nació hace 42 años en Sogamoso, Boyacá, la tierra de grandes ciclistas como Nairo Quintana, Mauricio Soler, Rafael Antonio Niño y Oliverio Rincón.
Estudió con Iván Parra, quien ganó dos etapas de montaña en el Giro de Italia y participó el Tour de Francia y en la Vuelta a Galicia.
“Siempre he estado rodeado de bicis; en Sogamoso practiqué ciclismo y en mi día a día me movilizo en mi ‘caballito de acero’ ”, afirma.
Sin embargo, tal como Nairo hace con sus perseguidores en plena montaña, Leandro se le fugó al ciclismo y se subió al podio del arte. Desde el 2005 es artista plástico; su amor por el arte llegó al punto de abrir su galería en Chía para vender sus cuadros.
Pero, desde hace tres años, de nuevo el mundo de la bicicleta le recortó tiempo y su arte tuvo un cambio radical.
“Un almacén llamado Viro, ubicado en la calle 161 con carrera 19A, abrió un espacio para que los artistas llevaran sus obras relacionadas con la bici. Desde ese momento me dediqué de lleno a este tema y ahora soy artista exclusivo de este lugar”, dice Leandro.
En su vivienda, ubicada en el barrio Prado Veraniego, en Suba, tiene su estudio, donde plasma cuadros al óleo que pueden ser abstractos o realistas, pero siempre relacionados con la bicicleta.
Justo al lado del escritorio donde hace sus pinturas, tiene un pequeño televisor, por el cual sigue fervorosamente el Giro de Italia, el Tour de Francia o la Vuelta a España, a la espera de que Nairo o cualquier otro colombiano esté en lo más alto del podio.
A pocas cuadras de allí, en un taller materializa las esculturas, entre las cuales se destacan torsos hechos con las cadenas de las bicis, perros que tienen sus patas de pedales y cuya cabeza es un sillín, y cosas tan excéntricas como una cicla con las llantas cuadradas.
“Para conseguir las piezas tengo varios amigos que me las regalan; a Viro también llaman las personas que quieren donar partes, y cuando comenzamos el proyecto adquirimos un lote de bicicletas viejas y dañadas para hacer las esculturas”, comenta Penagos, para quien ninguna parte de la bici se desperdicia en sus obras, y sus principales compradores han sido sobre todo quienes practican el ciclismo.
Por ahora, Leandro tiene claro cuál es la gran carrera que quiere ganar en su vida profesional: “Sueño con ser reconocido en el mundo como el artista de la bicicleta”.
RAFAEL JALLER SANTAMARÍA
Redacción EL TIEMPO ZONA