No había pasado un día de la tragedia por la explosión dentro de un socavón en la vereda Pueblo Viejo, en Cucunubá, Cundinamarca –que dejó 13 muertos y un herido de gravedad que sigue recluido en el hospital Simón Bolívar de Bogotá–, cuando ocurrió otro derrumbe en una mina de carbón en la población de Lenguazaque, el municipio vecino, donde dos mineros quedaron atrapados.
Estos trabajadores fueron identificados como José Benencio Barajas Borda y Héctor Cañón.
Hacia las 5:39 de la mañana, los organismos de rescate dieron con el cuerpo de Barajas, que fue trasladado a la morgue de Lenguazaque.
“Allí ocurrió también una explosión en una mina de carbón. Se rescató a un minero y estamos en la búsqueda de otra persona. Las labores de búsqueda las lidera el Cuerpo de Bomberos de Ubaté, ya que ni en Lenguazaque ni en Cucunubá cuentan con este organismo de atención de emergencias”, señaló el capitán Álvaro Farfán, el delegado departamental de los Bomberos de Cundinamarca.
Entre tanto, durante la noche del sábado se entregaron a sus familiares los restos mortales de los primeros ocho mineros fallecidos en Cucunubá. Los allegados esperaron todo el día frente al hospital de Ubaté, a donde fueron trasladados los despojos de los trabajadores luego de que los sacaran de la mina La Guasca, donde, al parecer, la acumulación de gas metano produjo una explosión en su interior.
Esa misma noche fueron rescatados los cuerpos de los cinco mineros que quedaron atrapados en la mina El Cerezo, afectada también por el estallido en el predio de La Guasca.
De hecho, allí permanecieron desde el viernes los allegados de los trabajadores en espera de saber la suerte de sus familiares.
“A ellos los entregaron anoche (sábado). A tres los estamos velando en el auditorio municipal de Cucunubá. Y esperamos que el entierro se realice hoy (lunes), a las 2 p. m. Será un sepelio colectivo y la ceremonia la presidirá un obispo”, indicó Nancy Rojas, cuyo yerno era Ferney Calderón, uno de los trabajadores fallecidos.
Esta familia se comienza a recuperar de la pérdida. “Mi hija está destrozada, es una tragedia muy difícil de asimilar tan pronto para nosotros”, indicó Rojas, quien agregó que su yerno era padre de una niña de 22 meses, y que él corría el riesgo en ese oficio, en la explotación del carbón, porque es la opción de empleo más rentable en esa población del nororiente de Cundinamarca.
Sin embargo, la mina La Guasca, de acuerdo con la Agencia Nacional de Minería (ANM), sería ilegal, mientras que la de El Cerezo no contaba con los permisos ambientales correspondientes, por lo que se realizará una investigación.
“En ella se determinará en qué condiciones operaba, qué tipo de permisos tenía y si tenía alguna orden de cierre. Los resultados se entregarán a las autoridades”, explicó Silvana Habib, presidenta de la ANM.
BOGOTÁ