La dirigente birmana Aung San Suu Kyi dijo este martes que Birmania está lista para organizar el retorno de los 410.000 refugiados rohinyás que huyeron a Bangladés, pero sin anunciar medidas contra lo que la ONU califica de “limpieza étnica”.
“Estamos preparados a iniciar el proceso de verificación en cualquier momento”, dijo la dirigente de hecho de Birmania, en referencia a quienes han huido hacia Bangladés en un éxodo sin precedentes.
Suu Kyi decidió romper su silencio, pero no desde la tribuna de Naciones Unidas en Nueva York, adonde anunció que no viajaría, sino desde Naypidaw, la capital administrativa de Birmania. Un gesto simbólico, en un momento en que el nacionalismo birmano suscita numerosas críticas internacionales por la situación de los refugiados que huyeron a Bangladés tras abandonar el estado de Rakáin, donde el ejército lleva a cabo una amplia campaña de represalias después de varios ataques de un rebelde de esta comunidad, a finales de agosto.
“Estamos preocupados tras haber escuchado sobre la cantidad de musulmanes que huyeron a Bangladés”, dijo en un discurso televisado, en el que condenó “las violaciones de los derechos humanos y la violencia ilegal” que puedan haber exacerbado la crisis. Suu Kyi también recalcó que el país no debe ser dividido por “creencias religiosas”.
Amnistía Internacional lamentó no obstante que Aung San Suu Kyi no haya condenado explícitamente el papel del ejército. “Existen pruebas aplastantes de que las fuerzas de seguridad lanzaron una campaña de limpieza étnica”, afirmó la ONG.
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