La Contraloría de Bogotá dice que la ejecución del IDU está entre las más bajas, que se han ejecutado menos del 80 % de los 2,2 billones de pesos que estaban presupuestados para 2021, ¿eso es bueno o malo, de cara a la cantidad de obras que ve en la ciudad?
El presupuesto de una entidad como el IDU no se debería medir anualmente porque para un proyecto de infraestructura como los que hacemos se deben prever mínimos tres años de ejecución. El año pasado teníamos un presupuesto con vigencia del 2021. Eran alrededor de 1,5 billones que teníamos que ejecutar en contratos tanto de obra, de interventoría y de estudios y diseños.
Contratamos 1,38 billones, eso es casi es el 89 %. Comparativamente con años anteriores, es una cifra muy positiva, la mayoría de los últimos 10 años no había superado el 70 % lo que se logró comprometer.
Pero contratar no es ejecutar...
Estamos ya girando recursos, poco a poco van a aumentar, porque esas obras tenían plazo de ejecución de 2 o 3 años. En este año los giros van a ser altísimos; comparados con el año anterior, van a ser un 60 % más, y cada año va a subir; como se puede ver, cada vez hay más frentes de obra. Eso significa más giros, más ejecución, que realmente se ve la plata circulando, y no simplemente un contrato firmado que comprometió el presupuesto.
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¿Estamos fallando en la proyección presupuestal?
Es una combinación de hechos que se dan en la ejecución de una obra en una ciudad construida como Bogotá. Es un ejercicio de programación que se hace con base en la información que tenemos, en los estudios y diseños y en la información, por ejemplo, de redes de servicios públicos, que lamentablemente no es completa y no es actualizada. Cada vez que rompemos un andén con la información que nos han enviado las empresas, no encontramos nada parecido a lo que nos decían los diseños; entonces, el contratista enfrenta una dificultad y hay que ajustar diseños, y eso conlleva que las cantidades de obra estimadas empiecen a aumentar, incluso, hasta el 30 %.
Eso no es mala planeación, es la realidad de las obras; una mala planeación sería que no tuviéramos previsto cómo mitigar ese riesgo, y somos tan conscientes que en los contratos generamos mecanismos de compensación, es decir, establecemos un fondo para cubrir esos deltas que se van generando durante la fase de obra, que permitan no quedarnos con una obra inconclusa.
También tenemos hasta 40 consorcios presentándose a un contrato de andenes, y son empresas que de otras partes del país que llegan a Bogotá, se ganan el contrato y cuando comienza la ejecución de la obra se dan cuenta de lo complejo que es hacer obra en Bogotá, de lo que significa la coordinación con las empresas de servicios públicos, los planes de manejo de tráfico, con la Secretaría de Ambiente (...). Incluso, su capacidad financiera se ve agotada y el contratista empieza a decir ‘no pude’ y decide ceder el contrato.

Diego Sánchez, director del IDU.
IDU Bogotá
¿Todas esas razones impactan en la ejecución presupuestal de su entidad?
Totalmente, porque yo programo para ejecutar una obra en un año y preveo que no voy a tener retrasos, pues cuando me miden en el indicador de ejecución, esos retrasos conllevan que no pueda cumplir con la programación de giros y licitar una obra si no ha llegado a un nivel de maduración, es decir, tenga diseños y aprobaciones completas, porque si la licito incompleta estoy fallando con el principio de planeación, entonces tengo que esperar.
¿Qué porcentaje de obras presentan esos problemas?
Tenemos dos tipos de obras, las que se llaman de construcción, que es algo nuevo, de esas obras creo que un 70 % tienen ese tipo de problemas. Y otro tipo de obras, que son las de conservación, de mantenimiento, normalmente no tienen ese problema y suelen ejecutarse dentro del plazo y valor inicial. Estamos trabajando en que podamos prever desde el principio, por ejemplo, turnos de trabajo 24 horas, de manera que los plazos sean cada vez menores, porque lo más desesperante es ver las obras que están tanto tiempo en ejecución, y pareciera que el ritmo es muy lento y eso genera tensión en las personas.
¿Qué falta para que las comunidades tengan más confianza en las obras que ejecuta el IDU?
He promovido que hay que generar espacios de participación ciudadana incidentes, no ciudadanos sentados en un auditorio escuchando una presentación de una obra y diciéndoles ‘por favor, aguántese el problema’. No, escucharlos, para empezar con ellos a programar, a ver los impactos. Tengo dos obras contratadas desde 2019 en calles comerciales de Puente Aranda y Bosa que no hemos comenzado y donde los ciudadanos las rechazan. Eso es porque no tuvimos la oportunidad de hacer un ejercicio de participación ciudadana incidente.