Un sentido homenaje realizado este miércoles en el lugar donde tres delincuentes asesinaron al joven de 25 años, Diego Alejandro Cardozo, dejó al descubierto a una multitud de personas afligidas por este crimen y la historia de amor que la víctima tenía con Laura Liz, la joven con quien fue feliz hasta que alguien decidió acabar con su historia la noche del martes 5 de octubre a las 7:45 de la noche.
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Tenían muchos planes. Habían pensado migrar al Canadá o a Australia y así cumplir sus sueños de estudiar y salir adelante como una familia feliz. Además, querían aprender y dominar nuevos idiomas como muchos jóvenes a esa edad.
Fueron tres años de una relación sólida en donde ambos habían planeado cómo hacer para cumplir todos sus sueños. “Estos delincuentes han matado al amor de mi vida”, decía Laura Liz quien ha llorado sin cesar, sobre todo, cuando visita el sitio donde asesinaron a su pareja. “Esto tiene que dejar de pasar, alguien que por favor nos ayude, no deben seguir acabando con las familias”.
La última vez que hablaron fue el domingo 3 de octubre pues el joven se había quedado en la casa de su novia el sábado. Esa mañana desayunaron y en la noche, como era usual, hablaron por videollamada.
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El día en que asesinaron a Diego no pudieron hablar por el daño mundial que afectó a varias redes sociales pero, en cambio, le escribió a eso de las seis de la tarde: “Me voy a encontrar con mi hermano David para recoger las bicis y cuando llegue a mi casa te llamo”, le dijo sin saber que nunca más volverían a hablar. Tres delincuentes acabaron con las palabras bonitas, las flores, las cartas y todos los sueños de esta pareja.
Esto tiene que dejar de pasar, alguien que por favor nos ayude, no deben seguir acabando con las familias
No es la primera vez que el túnel de la ciclorruta de la calle 26 con avenida Boyacá es un escenario de miedo. Esta vez, llorando, con la voz entrecortada, Andrés Cardozo tuvo que denunciar la forma vil en la que mataron a su hermano Diego Alejandro, el de la mitad, el amante de la bici, el soñador, el joven de solo 25 años de edad.
La noche del martes 5 de octubre, a eso de las 7 p. m., cuando muchos ciudadanos se desplazan hacia sus casas, él y su hermano se dirigían a su hogar, en el barrio Hayuelos, en la localidad de Fontibón.
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Como salidos de sus madrigueras, tres hombres emergieron del túnel y los abordaron con armas blancas y de fuego. Todo sucedió en cuestión de segundos. “Eran extranjeros. A mi hermano menor lo amenazaron con un arma, pero a Alejandro lo apuñalaron en su pecho”. No tuvieron ningún tipo de contemplación a pesar de que para los delincuentes fue fácil quitarles las bicicletas. “Ellos solo tenían eso, sus papeles y las cocas del almuerzo, como jóvenes trabajadores”.
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REDACCIÓN BOGOTÁ
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