Desde que llegó a Subachoque, hace tres años, a Doris Meneses le toca dormir de día y estar vigilante en la noche, ya que le han matado a 20 de los perros sin hogar que ha acogido en su refugio, en la vereda de Pradera de ese municipio.
"La última vez me mataron a cinco; y a un vecino, tres, incluso una perra que estaba embarazada y a punto de parir”, contó esta mujer delgada que ha dedicado 36 de sus 63 años a proteger y darles hogar a perros abandonados, que da en adopción solo a personas que amen los animales.
Esta persecución la ha vivido desde que decidió dedicarle la vida a esta labor, que no le ha dado nada, solo la compañía y la alegría que puede dar un can sin hogar que recibe alimento y refugio.
La última vez me mataron a cinco; y a un vecino, tres, incluso una perra que estaba embarazada y a punto de parir
Doña Doris, como le dicen los pocos voluntarios que acuden a este terreno para ayudarle con las labores de cuidado que requieren los 100 perros que protege, dice que solo vive de la caridad.
De hecho, llegó a ese terreno de Subachoque luego de que un filántropo le rentara por un precio irrisorio una casa sencilla de campo, en la que acomodó su cama junto con la de un hijo que la acompañaba con los perros rescatados.
Y una empresa de venta de automóviles le ayudó con la construcción de los espacios para mantener a los perros resguardados de las lluvias, que son inclementes en Subachoque, especialmente este invierno.
Doris cuenta que comienza a quedarse sola porque su hijo sufrió una lesión en la cabeza, tras un atraco en Usme (Bogotá), que le generó problemas mentales que le impiden convivir con perros. Pero además hay gente en la vereda que les dice a los pocos voluntarios que van que ella se está enriqueciendo a su costa, para desanimarlos.
Y para rematar, falleció una de sus benefactoras. “Una señora me colaboraba con 500.000 pesos en comida para los perros, pero le dio cáncer y murió. Tenía una reserva de alimentos que se está terminando”, contó preocupada.
Ahora doña Doris busca otro sitio a donde llevar a sus animales ante tanto problema. Sin embargo, no da su brazo a torcer. “Ellos son mi vida y están indefensos y la gente es cruel”, responde cuando se le pregunta si seguirá protegiendo perros abandonados.