No es solo que no aparezca un cadáver, es no poder verlo por última vez, no tener la certeza de la causa de su muerte, la ausencia del adiós, o de recitar una oración en frente de su cuerpo.
Eso es precisamente lo que reclama la familia de Cristian Lisandro Lagos, un carpintero de oficio, de 53 años de edad. Murió el viernes 10 de julio debido a un infarto que lo sorprendió cuando estaba en su casa.
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Inmediatamente fue trasladado al hospital de Fontibón, en donde se procedió a una reanimación para el paciente con problemas cardiacos. “De hecho, la epicrisis dice que fue un problema del corazón. Pero cuando voy a hacer la diligencia y a enterarme del protocolo que se debe seguir para su salida, me dicen que es un posible caso de covid-19 y que para los resultados había que esperar de 12 a 14 días”, dijo María Sarmiento, su hija. La familia no tenía cómo tenerlo en un cuarto frío.
Pero el viernes, en horas de la tarde, hablaron con la trabajadora social del hospital para poder retirar el cuerpo y hacer el proceso de cremación. “Allá me dijeron que eso no se podía hacer el fin de semana porque no estaban trabajando, y que tocaba el lunes”, dijo la joven. Ese día arribaron a la casa de la familia los trabajadores de la funeraria La Fe, quienes les explicaron que había un protocolo de acompañamiento del féretro debido a que no se podría abrir el cajón. “Nosotros como familia entendimos esas normas y estábamos dispuestos a seguirlas”.
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Pero el lunes, cuando fueron al hospital a las tres de la tarde, notaron una actitud muy extraña de los trabajadores del hospital. “Estaban nerviosos, atravesaron un carro, el vigilante caminaba de un lado a otro”. Finalmente fue la trabajadora de la funeraria la que les informó que el cuerpo no estaba ahí.
Los dolientes no sabían qué hacer, no comprendían la situación. Y, para rematar, la explicación de una directiva del hospital fue que el cuerpo se lo habían llevado otras personas debido a una paciente fallecida cuyo nombre era Cristina. “Si la funeraria no nos advierte y les sigue el juego a los empleados del centro de salud, quién sabe qué cuerpo nos habrían entregado”, dijo la hija del fallecido. Y si lo que dice el hospital es verdad, la equivocación fue por una 'A'. Los días siguientes, esta familia no ha tenido respuesta de nada. “Estamos alargando el dolor, el desgaste es terrible”, dijo María.
Si la funeraria no nos advierte y les sigue el juego a los empleados del centro de salud, quién sabe qué cuerpo nos habrían entregado
El mismo drama lo está viviendo la familia de Cristina Acuña de Martínez. La razón: ahora saben que el cuerpo que supuestamente cremaron no era el de la mujer de 81 años, originaria de Icononzo, Tolima.
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Ayer esperaban, atónitos, frente al hospital que alguien les diera razón sobre el verdadero paradero del cuerpo de la mujer, que vivía hace 30 años en Bogotá.
Ella tuvo una infección renal, y la llevaron al hospital Pablo VI, solo que de ahí la trasladaron al hospital de Fontibón. “Ella duró diez días hospitalizada, y luego resultó que tenía covid-19”, dijo Ángel Eduardo Martínez, hijo de la mujer. Finalmente falleció el jueves 9 de julio, a las 7:10 de la mañana. “Pero ahora nos dimos cuenta por las noticias de que a nosotros nos entregaron fue otro cadáver”.
Ambas familias se quejan del trato que han recibido del hospital. “Nos perjudican, esto es muy triste. Nosotros creemos que hay una especie de mafia. Hacen pasar a muertos de otras cosas como de covid-19”, dijo Luis Eduardo, quien agregó que el cuerpo que sería de Cristian lo habrían cremado en Jardines del Recuerdo, sin que ellos pudieran verlo nunca. Por ahora, solo esperan recuperar el verdadero cuerpo de la mujer a quien le endilgaron la edad de 36 años. “Eso han cometido una cantidad de errores en este caso...”, dijo su hijo. Mientras hacíamos esta entrevista, esta familia aguardaba en la calle a la espera de que les dieran una razón.
En relación con todo este drama por los cadáveres trocados, la Unidad de Servicios de Salud de Fontibón y la Subred Integrada de Servicios de Salud Sur Occidente lamentaron profundamente la situación.
Según la entidad, se les ha proporcionado acompañamiento a las familias afectadas con el fin de aclarar los hechos. “La Subred manifiesta su plena disposición para apoyar todas las investigaciones que permitan esclarecer lo ocurrido, y solicitó el acompañamiento de las instancias correspondientes para este fin”.
Según el referente de salud pública de la Secretaría de Salud (SDS) para los casos de fallecimiento en casa, la empresa prestadora de servicios de salud (EPS) debe llamarse para evaluar las causas del fallecimiento y generar un certificado de defunción de forma física y digital. Dependiendo de la causa de la muerte, la EPS debe alistar el cuerpo según el protocolo de bioseguridad para que el servicio funerario lo recoja.
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Este servicio funerario, contratado por la familia, debe solicitar el trámite de solicitud de la licencia que corresponda ante la Secretaría de Salud.
La funeraria debe enviar un correo electrónico a licenciasfunerarias@saludcapital.gov.co, con toda la documentación que exija el trámite. Estas están disponibles en el enlace de trámites y servicios de la SDS. Una vez revisados y validados los requisitos, se envía la licencia solicitada por medio del correo electrónico o se entrega al servicio funerario a través de la ventanilla. “Con esto, la funeraria procede a llevar el cuerpo para el alistamiento del rito funerario”, dijo el funcionario.
Si la muerte fue por covid-19, el cuerpo irá directamente al servicio crematorio. “Por protocolo de bioseguridad, no está permitido realizar ritos funerarios a personas fallecidas por covid-19”, explicó.
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CAROL MALAVER
carmal@eltiempo.com
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