Olga Ospina hizo de su balcón su pequeño paraíso en la ciudad. El 28 de marzo, cuando apenas empezaba la cuarentena en Bogotá, salió a su balcón de unos pocos centímetros de ancho, se sentó en una silla, ajustó un enorme chelo entre sus piernas y comenzó a tocar. La música fue libre y salió a volar por la carrera séptima.
“Quédense en casa. La Filarmónica de Bogotá está con ustedes y les trae un mensaje de música”, dijo en ese entonces. La imagen fue portada de EL TIEMPO y le generó alegría a esta chelista.
“Fue muy bonito hacerlo”, recuerda más de un mes después, pero lamenta un detalle: “Desafortunadamente, el ruido ha vuelto y no me permite hacerlo de nuevo. He tenido que tocar con la puerta de mi balcón cerrada para grabar”.
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Pero incluso así, ha disfrutado de esta ventana al mundo. A las 8 p.m., sabe que tiene una cita con la mùsica y sus vecinos de la torre de al frente quienes, desde su terraza ponen a sonar 'Volveremos a juntarnos'.
"Usamos mucho el balcón. Ahora puse el rodillo de la bicicleta allí, para aprovecharlo más", cuenta Olga. Desde marzo, su apartamento es su casa, su oficina y su estudio de grabación. Allí, con su chelo y un celular ha grabado proyectos con Juanes y otros artistas. De cuando en cuando, mira a los cerros, desde su balcón.
Como ella, muchos ciudadanos, en medio del encierro, han descubierto a su balcón como una forma de escape. Algunos le han dado una limpieza, sacándolo de su condición depósito de chucherías al aire libre, colgadero de ropa y secadero de zapatos para hacerlo un espacio habitable de la casa.
Allí hay ahora un punto para recibir el sol, ver la
vida del barrio a distancia y hasta para recibir conciertos o serenatas y para seguir sesiones de aeróbicos, como ha sucedido en algunos puntos de la ciudad.
En un pequeño sondeo, EL TIEMPO captó todo tipo de sentimientos frente a este espacio. “¡Ha sido súper! Hemos tenido de todo un poco, música, ejercicio e incluso cine”, celebró Johana Agudelo.
Por su parte, Diana de Los Ángeles, reconoció “lo curioso es que hasta hace un tiempo los diseños arquitectónicos de los edificios residenciales no tenían balcón. Después si se incluyeron pero la gente no salía. Y ahora son una gran opción y salvación para el encerramiento”.
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Sin embargo, hay quienes no la han pasado tan bien. “Ando tragando el humo de cigarrillo de mis vecinos que me tienen enferma. Me duelen la cabeza y los oídos, y estoy congestionada. Y no es covid, es alergia al cigarrillo”, se quejó, Juliana Hernández.
El uso formal del balcón, con sus reglas y libertades, no es algo tan extendido en la capital como sí lo es en Europa u otras zonas estacionales del mundo, donde el balcón presta servicios en el verano. Para nosotros, la cuarentena lo ha hecho un espacio por descubrir.
Sin embargo, vale recordar que el entusiasmo no debe nublar la prudencia. Hay voces que advierten que se deben guardar las precauciones de bioseguridad.

El contacto humano durante la pandemia se reduce en ocasiones a ver la vida desde el balcón de la casa.
César Melgarejo / EL TIEMPO
“En estos tiempos de cambio, empezamos a disfrutar las cualidades ambientales que tiene la casa. Y entre esos buenos espacios está el balcón, que te permite salir, ver al vecino y guardar la distancia sanitaria en medio de la interacción social”, explica Doris Tarchopolus, Directora de la Maestría en Planeación Urbana y Regional de la Universidad Javeriana, y asegura que están por hacerse más apetecibles en el mercado: “Aunque acceder a ellos seguirá dependiendo del valor del metro cuadrado en la ciudad. Pero sería ideal que todas las viviendas los tuvieran: con o sin pandemia, el balcón es una opción necesaria”.
Carlos Hernández, arquitecto y profesor de la Universidad Javeriana coincide con esta premisa y recuerda el valor de estos espacios en la vivienda. “Logran esa relación con el exterior, permiten a la persona recibir aire y sol y ventilan la casa. En Bogotá empezaron a aparecer en los años 50 y 60 y eran un factor importante para los compradores, porque daba cierto nivel de calidad a la vivienda”, menciona Hernández y cita como uno de los mejores ejemplos a los balcones de las Residencias del Parque (o Torres del Parque), ubicadas junto a la Plaza de Toros y diseñados por Rogelio Salmona de manera escalonada, permitiendo que sus usuarios tengan amplios espacios al aire libre y puedan poner toda suerte de plantas y arbustos.
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Pero, a pesar de las ventajas que, a todas luces, ofrece esta estructura, la relación cultural del bogotano con el balcón no ha sido siempre la más amable.
“Hay gente que los cubre para ganarle espacio a la casa o al apartamento. Tumban, amplían y ponen una ventana. Esa fue una práctica muy común en los 70 y 80 e, incluso, aún se ve”, menciona William Alfonso, arquitecto, phD. en Geografía Urbana y profesor de la Universidad del Rosario.
“Cuando vivimos en zonas de alta densidad y la salida al exterior se complica, el balcón es un factor importante. Pero no siempre somos conscientes de que es necesario”, continúa Alfonso ya agrega un punto clave: “al comprar un apartamento uno chequea el balcón sin mayor preocupación, sin pensar si es usable”.
Sería ideal que todas las viviendas los tuvieran: con o sin pandemia, el balcón es una opción necesaria
Y es que los balcones tienen su ciencia. Según el arquitecto, cuando tienen menos de un metro, difícilmente son usables para algo más allá que dar un vistazo a la cuadra. “Un balcón de 1,20 metros de ancho es apenas para que sea usable, se puede poner una pequeña mesa y algún otro objeto necesario. 1,80 metros es la medida óptima, la verdad, pero hay que reconocer que tener uno es costoso, porque se tiene que hacer a lo largo y eso son metros cuadrados que hay que pagar”, admite Alfonso.
En esa misma línea opina Hernández, cuando se refiere a viviendas de interés social. “Muchos se construyen sin balcón y la gente hoy tiene ese dolor de cabeza. O son muy pequeños y poco se puede hacer”, dice y advierte que, en general, la pandemia reveló el déficit cualitativo de la vivienda, revelado en las pequeñas áreas, por ejemplo. “El área de las viviendas se ha reducido en el mundo. Venden apartamentos de 30 metros cuadrados o hasta menos y se encuentran familias de cinco o más personas viviendo en 50 o 60 metros cuadrados. Esto reevalúa no solo la escasez de metro cuadrado por persona, sino de metro cúbico por persona. La normativa no siempre facilita hacer los espacios altos”, detalla este arquitecto, Premio Nacional de Arquitectura y de Bienales internacionales.

Balcones en Bogotá
Mauricio Moreno / EL TIEMPO
Por eso, como otros de sus colegas, dirige la mirada a Europa, donde el balcón es un asunto de tradición y, ahora con las cuarentenas, fue protagonista con improvisados conciertos barriales y tertulias entre vecinos.
Los expertos citan el caso de París, donde a edificios antiguos se les agregó el balcón, o de ciudades de Polonia, donde este elemento es casi un objeto de culto. “Allí los edificios guardan cierta distancia, dando amplitud de vista al balcón; las personas guardan muy buen comportamiento, para no incomodar al vecino; y tratan de mantenerlo lo más arreglado posible”.
Bogotá, mientras tanto, tiene por delante una oportunidad para retomar su relación con el balcón. Pero, por ahora, es prudente hacerlo con su tapabocas muy bien puesto.
El director del programa de Diseño Interior de la Escuela de Artes y Letras, Alejandro Veloza, da algunos consejos para aprovechar este espacio:
- Los balcones deben ser una extensión de nuestro espacio sea un apartamento o una casa. Lo importante es mantener en sintonía el estilo según nuestro diseño interior, para mantener la unidad en la forma en que identificamos nuestros espacios en los hogares.
- Los muebles que vamos a implementar en los balcones, deben mantener una proporción adecuada según el espacio con el cual contamos. No podemos usar sillas demasiados grandes cuando nuestro balcón no tiene mucha amplitud, porque esto afecta la normal circulación que debemos mantener para lograr un espacio funcional. Además de esto, si contamos con un mobiliario muy amplio y un balcón reducido, esta relación puede generar accidentes.
- Se pueden implementar jardines verticales en estructuras de estibas en colores de tonalidades pastel, para dar un ambiente de naturaleza muy cerca de nosotros, para salirnos de las contenedores comunes de plantas.
- Si es permitido, se puede implementar una pérgola que permita la protección de los rayos solares y dar un ambiente más íntimo y personal.
- Para las noches frías, y si se quiere pasar un momento agradable, se puede implementar una chimenea de bioetanol, que no requieren instalación de tubería y puede ser reubicada en otro espacio de nuestra casa, y ambientar con velas para dar la sensación de calidez.
- En lo posible, es importante que el material en el que se encuentre revestido el balcón, sea de fácil limpieza y en lo posible con poca o ninguna porosidad.
Veloza también da opciones desde el diseño de interiores:
- Si contamos con la posibilidad de contar con un ventanal amplio, lo primordial es implementar las películas inteligentes para controlar los rayos UV, con el fin de proteger los pisos laminados, de madera, o alfombrados, así como también los muebles tapizados o de madera que estén ubicados cerca del ventanal.
- Cuando nuestro ventanal es de piso a techo, lo mejor es no ubicar elementos decorativos o de mobiliario sobre este, con el fin de aprovechar la proyección visual que nos permite disfrutar la panorámica que podemos tener, con amplia distancia entre las construcciones cercanas.
- Si por el contrario tenemos un muro bajo, o antepecho desde donde se apoya nuestro ventanal, podemos ubicar una repisa o una consola baja para ubicar pequeños contenedores con plantas no muy altas para dar un ambiente de naturaleza al interior de nuestro lugar.
- Una opción que también podemos implementar al tener un ventanal grande tipo piso a techo, y con una amplitud de más de 2.00 metros, es ubicar a cada extremo de este mismo, un par de contenedores altos de plantas. Estos se encuentran en materiales muy livianos y de lata resistencia y en diversos acabados para que sean elementos que ayuden a ambientar nuestro
lugar.
Hicimos una encuesta de balcones en nuestras redes sociales y esto fue lo que nos enviaron ciudadanos de todo el país:
Zona de juegos! pic.twitter.com/WonC5DHIE4
— Cristina Valero Rozo (@crisvalerorozo) May 16, 2020
Zona de juegos! pic.twitter.com/WonC5DHIE4
— Cristina Valero Rozo (@crisvalerorozo) May 16, 2020
Una pequeña terraza en Timiza, localidad de Kennedy. Un descanso visual. pic.twitter.com/ygSxpXXpvY
— Walter Hernandez (@wahg101) May 16, 2020
La ciudad de los balcones:
Lima, capital del Perú, ostenta este título. Su centro histórico tiene balcones de todos los estilos de la época virreinal y, además, fueron una de las razones para que este perímetro fuera declarado por la Unesco patrimonio de la humanidad. Los hay de todo tipo: abiertos, rasos, de cajón, largos y con espectaculares detalles tallados en madera. El país le ha dado gran importancia a su conservación, que es pagada por instituciones públicas y privadas que los adoptan.

Centro histórico de Lima.
iStock
‘Balcony Stories’, un programa de altura
Paramount Network, Comedy Central y MTV estrenaron a finales de abril Balcony Stories, un programa de televisión hecho con videos y testimonios ciudadanos sobre su experiencia de aislamiento. Los contenidos reflejarán toda la creatividad, empatía y energía de algunos vecinos para afrontar la pandemia desde sus casas.
Vea el primer episodio del programa:
ANA PUENTES
En Twitter: @soypuentes
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