Es más probable que usted pierda su bicicleta en Bogotá por una mala práctica de parqueo y seguridad que por un atraco a mano armada. Así lo confirman expertos que han observado el fenómeno desde las autoridades de la bici en la capital.
“El 35 % de los hurtos son por atraco, pero el 65 % son por halado y oportunidad. Es decir, que la persona tenía su bicicleta parqueada sin amarrar y alguien se la lleva o que sí la tiene asegurada y alguien violenta ese candado, por ejemplo”, le explicó en su momento a EL TIEMPO Juan Manuel Prado, quien fue asesor de la Gerencia de la Bicicleta de Bogotá.
Lo preocupante es que justo este año, cuando la pandemia llevó a un aumento del uso de la bicicleta, hubo muchos más hurtos: en 2019, entre enero y septiembre, hubo 5.900 denuncias por robo de bicis; pero en 2020, en ese mismo periodo, las denuncias llegaron a ser 7.993.
Eso sin contar el subregistro de quienes ni reportan ni denuncian.
Por eso, EL TIEMPO le ofrece información de servicio para que usted tenga más herramientas para un parqueo seguro y bien hecho. Claro, sin desconocer los deberes de las autoridades para evitar estos y los robos violentos que, desafortunadamente, dejan tres asesinatos a ciclistas solo en 2020.
Material hay de sobra: tutoriales en internet de la Secretaría Distrital de Movilidad o de blogueros ciclistas, campañas de colectivos, guías urbanas y hasta un libro publicado por la Fundación Despacio (Estacionamientos para bicicletas: guía de elección, servicio, integración y reducción de emisiones) y que es de libre consulta en internet.
“Si de algo sirve, en los Países Bajos se roban 1 millón de bicicletas al año, pero cuando a uno le roban la bicicleta no hay consolación que valga”, escribe Carlos Felipe Pardo, de Numo Alliance, en una columna de la Silla Vacía, y quien colaboró con buena parte del material para realizar la gráfica que acompaña este artículo.
Un abecéPara comenzar hay que decir que debe haber un hábito de asegurar la bicicleta siempre e invertir bien en su protección.
“El mecanismo más seguro es no descuidarla. Gran parte de los robos suceden porque la gente deja la cicla ahí y cuando vuelve no hay nada. Y algunos de los que cuidan la bicicleta hacen una inversión dos o tres millones de pesos y compran un cable de 10.000 pesos. Los ladrones llegan con un alicate y ya”, alerta Carlos Ballesteros, gerente de Bike House.
Aunque es cierto que no todos los bolsillos pueden costear un sofisticado sistema de seguridad, no deja de ser una buena inversión. Ballesteros calcula que un buen anclaje puede costar de 70.000 a 80.000 en adelante. “Se puede conseguir en tiendas de bicicletas especializadas para productos de gama media y alta. Al final, comprar un candado por 15.000 pesos en cualquier sitio no hace nada. Hasta terminan siendo persuasivos para el ladrón que pasa y dice ‘ve, eso se puede sacar’ ”, apunta Ballesteros.
Lo que sigue es escoger la herramienta. Para Claudio Olivares Medina, del colectivo Bicivilízate de Chile y una de las personas que más sabe de seguridad en esta área, hay que prestar atención a dos elementos: el anclaje (o lo que podría ser el candado, la guaya o la cadena) y el dispositivo para estacionar.
(Además: ¿Qué hay que hacer para que Bogotá sea segura para los ciclistas?)
En el primer caso recomienda “utilizar candados en forma de U, ojalá certificados. Hay marcas que han hecho consorcios que establecieron niveles de seguridad de 1 a 10: la idea es utilizar sistemas de seguridad por arriba del nivel 6. Estos son más gruesos y hacen más difícil el trabajo del ladrón”. Insiste en que lo mejor es comprar marcas reconocidas y evitar la tentación por imitaciones que parecen ser lo mismo, pero son más vulnerables. Otros expertos recomiendan los candados tipo u-lock.
Incluso, Ballesteros ha importado con su empresa candados que vienen con alarma y que ascienden a un valor de 140.000 pesos. Incluso ha mencionado la posibilidad de implementar un GPS en las ciclas.
“Hoy en día utilizar guayas o cadenas de ferretería es un error grave porque son elementos que se pueden cortar fácilmente con una herramienta mecánica de mano y que no tienen alto costo para el ladrón”, añade Olivares.
El truco, además de usar un buen candado o una guaya o cadena de calidad, está en cómo amarrar la bicicleta. Ballesteros y Olivares indican que el dispositivo debe amarrar puntos cerrados del marco de la bicicleta. No sirve, por ejemplo, amarrarla por el tubo del sillín, del manubrio o de las ruedas: todo es fácilmente desprendible.

Esto pasa cuando no se ajusta correctamente la bicicleta.
Carlos Felipe Pardo
Incluso, si el tamaño del dispositivo lo permite, lo ideal es que queden anclados al punto varias partes de la bicicleta.
El segundo elemento esencial es dónde estacionarla. En caso de que haya mobiliario especial para eso, y que ojalá sea en forma de U invertida, Olivares invita a observar que “esté muy bien anclado a la tierra y que sea resistente, antivandálico. El diseño geométrico tiene que cumplir con la posibilidad de que el usuario pueda estabilizar la bicicleta mientras estaciona. Y que permita poner el candado en relación al marco de la bicicleta”.
Pero si no hay mobiliario, recomienda escoger un elemento con características similares a las mencionadas y que, además, esté ubicado en un área transitada, con buena iluminación y activa para dejar la bicicleta.
(Le recomendamos leer: ¿Por qué la bicicleta es tan importante en medio de la pandemia?)
En este punto, autoridades públicas y privados también tienen una cuota de responsabilidad: ampliar la oferta de cicloparqueaderos seguros.
Según cifras de la Secretaría de Movilidad, Bogotá tiene cerca de 18.000 cupos de ciclopaqueaderos en su red pública.
Otra modalidad común de robo no violento es el engaño. Carlos Felipe Pardo lo ha bautizado ‘la técnica milenaria’ y lo describe como una estrategia en la que un ladrón, que va en bicicleta, aborda a su víctima que, usualmente, va pedaleando en una bicicleta costosa. Le hace la conversación, se gana su confianza y lo lleva a un punto donde los espera una tercera persona que, mediante más charla (usualmente de ciclismo), logra subirse a la cicla de la víctima para ‘probarla’. En ese momento, ladrón y cómplice huyen pedaleando.
Pero aquí, además de la precaución del ciclista, debe haber acción y prevención de las autoridades.
Hay que decir que debe haber un hábito de asegurar la bicicleta siempre e invertir bien en su protección
“Hay que evitar que se configure el triángulo de las condiciones de un robo: la existencia de un bien, las condiciones que favorecen el acto ilícito y la presencia del ladrón”, enumera Olivares y menciona que, en medio del difícil contexto en América Latina para los ciclistas, impulsar el uso de la bici es una solución para la seguridad y no un problema: “Es importante que a medida que haya vigilancia en los principales corredores, se aumente el uso de la bicicleta. La seguridad también depende de la cantidad de gente pedaleando: hay más ojos en la calle y se convierten en inhibidores de acto delictivo”.
Adicionalmente, no olvide registrar su bicicleta. Bogotá ofrece un sistema, que aunque solo está disponible para la posventa, y requieres de varios pasos, es un buen inicio para controlar el mercado ilegal de ciclas, que mueve mafia, dinero e, incluso, vidas perdidas.
ANA PUENTES
En Twitter: @soypuentes
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