El barrio Niza Antigua, colindante con el humedal Córdoba –localidad de Suba–, está pintado de verde y tiene el privilegio de respirar un aire más fresco. Sin embargo, esta cercanía también tiene unas implicaciones.
Una de ellas es que a las más de 40 hectáreas del humedal llegan perros y gatos que son abandonados en ese lugar o aparecen tras deambular por las calles de la ciudad, y lo usan como hogar.
Ángela Abuchaid, residente en esta zona y amante de los canes, un día encontró a un perro feral que salía agonizante del humedal, y desde que lo rescató, involucró a la comunidad en esta labor a través de un grupo en WhatsApp.
“Salió a morirse a la calle 118. Yo lo llevé a un veterinario, lo tuvimos cinco días hospitalizado y luego murió. Pudimos, por lo menos, ayudar a que tuviera una muerte digna”, contó la mujer.
Ahora, la red llamada Mascotas de Niza, que tiene un año de creada, ya cuenta con cerca de 50 integrantes, quienes apoyan la búsqueda de perros y gatos que se extravían en la zona, y gestionan el apoyo para los peludos que necesitan asistencia veterinaria o un hogar. Casi todos los miembros son de la comunidad.
“En el barrio surgió la idea y empezamos a rescatar animales que llegaban al humedal. Como hay tantas personas que queremos a los animales y que vivimos aquí, creamos el grupo para darnos apoyo en caso de que se nos perdiera alguno o encontráramos otros”, explicó Ángela, madre adoptiva de Lucas, Max y Sasha.
La gestión de este grupo ha logrado, hasta el momento, encontrarles casa a 15 perros y 20 gatos que estaban desamparados.
Es importante señalar que, además de ciudadanos amantes de las mascotas, esta red cuenta con el respaldo de profesionales que tienen sus veterinarias en la zona, como la doctora Audrey Calderón, Wilson y Laura Mantilla y el doctor Juan Carlos Rincón, quien atiende en la calle 116 con carrera 70G, en la clínica Doggy, entre otros especialistas.
Cada día, fotos de felinos y caninos que buscan ayuda desfilan por este grupo y aunque a veces parece que la fuerza de la unión se queda corta ante tanta necesidad, esta familia da una lección de que en equipo se pueden aportar granitos de arena –que a veces es un kilo de purina, unas vitaminas, una revisión veterinaria o un hogar de paso– o se pueden hacer importantes contribuciones.
“A mí me angustia mucho; a veces no quisiera seguir, pero si uno puede ayudar, hay que hacerlo. Si por mí fuera, tendría 10 perros; pero tengo un marido muy estricto, si no, le tendría la casa llena con ellos. Tengo una vecina que ya tiene 10 gatos, pero la idea es seguir apoyando con lo que más se pueda”, concluyó Ángela.
EL TIEMPO ZONA
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