Pocos bogotanos pueden decir que no conocen el centro de la capital colombiana. En esta pequeña zona, con un área urbana de 16 km², se encuentra la histórica plaza de Bolívar, la emblemática carrera 7.ª, la Casa de Nariño, el Capitolio, el Batallón Guardia Presidencial, reconocidos museos y templos religiosos, las sedes de universidades, bibliotecas, juzgados y notarías, centros comerciales, miles de almacenes, oficinas y restaurantes y cafeterías tradicionales..., pero también es el sector en el que preocupa el crecimiento de los contagios con covid-19.
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Si bien es cierto que por casos, como lo manejan las autoridades sanitarias de la capital, Kennedy, Chapinero y Antonio Nariño tienen los más altos números, también lo es que Los Mártires, La Candelaria y Santa Fe, que comparten el Centro, son las que reportan las mayores tasas por cada 100.000 habitantes, según la página web Saludata, donde el Distrito publica los datos de la pandemia.
Con corte al 18 de junio, estas tres localidades sumaban 1.821 contagios, es decir, concentraban una décima parte de los casos detectados en la ciudad. Eso quiere decir que en el 3 % de la población, localizada en el 4 % del área urbana, se concentra el 10 % de los contagios, según el análisis del arquitecto y urbanista Mario Noriega, quien ha estudiado el comportamiento del virus y confrontó los datos del Dane, la cartografía del Distrito y la información estadística sobre la pandemia.
De acuerdo con el censo del 2018, La Candelaria tiene 16.649 habitantes (efectivamente censados); Los Mártires, 71.242, y Santa Fe, 100.636. Pero tal vez las más críticas, hasta ahora, son las dos primeras.
Los cálculos de Noriega indican que la primera tiene una tasa de 71 contagios por cada 10.000 habitantes y la segunda, de 69. En la tercera es de 36. Esas cifras, explica, revelan que La Candelaria tiene 51 % y Los Mártires 47 % más casos por habitantes que Kennedy, la localidad con más números de covid, pero con 47 infectados por cada 10.000 residentes.

El centro de Bogotá durante la pandemia.
Néstor Gómez / EL TIEMPO
Un análisis de ProBogotá Región destaca que, de hecho, La Candelaria y Los Mártires tienen casos activos por cada 100.000 habitantes más altos que Kennedy, con 445, frente a 564 y 394, respectivamente. Después de esta última se ubica Santa Fe, con 350. Frente a la tasa de muertes, Los Mártires, con 14, supera a Kennedy, con 11,4. Santa Fe tiene 7 por cada 100.000 habitantes.
Pero qué ha llevado al Centro a tener más contagios por tasa de habitantes y a convertirse en una de las zonas más vulnerables de la ciudad frente a la pandemia.
Son varios los factores, en opinión de expertos, analistas y autoridades consultadas. Las tres localidades comparten fenómenos como alta presencia de vendedores informales, migrantes, desplazados, trabajadoras sexuales, comunidad LGBTI, habitantes de calle (hay 14 parches) y centenares de inquilinatos o ‘pagadiarios’.
Luis Jorge Hernández, coordinador del Área de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, llama la atención en que las curvas epidemiológicas de las tres localidades no son tan empinadas como las de Kennedy y Bosa, y explica que el criterio de vulnerabilidad no solo debe contemplar los casos, sino también los adultos mayores y aglomeraciones. No obstante, advierte que Candelaria, Mártires y Santa Fe tienen un riesgo más alto que las otras, “y es la presencia de población con alta movilidad en calle, como informales, trabajo sexual, habitantes de calle”.
El infectólogo Carlos Álvarez, vicepresidente de Salud de Colsanitas, también considera que estas poblaciones son más vulnerables y tienen un mayor nivel de complejidad para “adherirse a la disciplina social”.
Con estas opiniones coincide Juan Felipe Campos, analista de ProBogotá, para quien la alta movilidad dificulta las campañas de sensibilización. “En esta zona de la ciudad, que es sumamente estratégica, es difícil tomar medidas más sectorizadas”, explica, y agrega que las condiciones de pobreza también llevan a que estas personas no puedan atender las recomendaciones de aislamiento y autocuidado, como el uso de tapabocas y el lavado de manos.
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El centro de Bogotá durante la pandemia.
Néstor Gómez / EL TIEMPO
A esto se suma que esas comunidades no estarían recibiendo todos los beneficios que se ofrecen, “porque muchos ni siquiera están sisbenizados, son invisibles para el sistema de otorgamiento de ayudas. Esto los vuelca a las calles en busca del sustento”, asegura fray Gabriel Gutiérrez, más conocido como Frayñero y quien desde la fundación Callejeros de la Misericordia ayuda a miles de estos ciudadanos.
Y si bien las entidades distritales y las alcaldías locales dicen que han desplegado diferentes acciones –como la entrega de mercados, los programas de sensibilización, la toma de muestras diagnósticas, el control del aforo en San Victorino, el traslado del madrugón a la noche y la reubicación de vendedores informales y cachivacheros en los parqueaderos de la calle 18 entre carreras 7.ª y 9.ª–, pareciera que aún no han surtido los resultados esperados frente a la propagación del covid-19.
Además, la Secretaría de Salud, a través de la oficina de prensa, reporta que por ser estas localidades tan pequeñas no se tiene en cuenta la variable de tasa por habitantes y que las poblaciones más vulnerables del Centro están identificadas y sectorizadas, y los brotes vienen siendo controlados a través de cercos epidemiológicos. Cita, por ejemplo, el caso del Centro Bakatá, donde se han atendido 113 habitantes de calle.
En todo caso, el infectólogo Carlos Álvarez considera que además de “hacer acompañamiento social y pedagógico fuerte”, hay que identificar a estas comunidades y hacerles seguimiento epidemiológico. La misma posición tiene Hernández, para quien “es necesario tamizar a toda esta población, identificar contactos, cortar cadenas de transmisión y hacer aislamientos”.
Y, por si fuera poco, las tres localidades del Centro enfrentan una altísima población flotante al día, que algunos estiman en un millón y medio de personas o más, entre turistas, vendedores informales que llegan de otras zonas y ciudadanos que van por algún trámite o compra, que supera de lejos a cualquier otra localidad. Esto sin contar que, como dice Hernández, casi el 70 % de Bogotá pasa por estas zonas en su tránsito hacia el norte o el sur.
Y aunque en épocas normales esa alta movilidad es vista como muy positiva, en la actual coyuntura de contagio por covid-19, en opinión de los expertos, es un mal síntoma y representa un riesgo de que el virus llegue a otras zonas de la capital.
GUILLERMO REINOSO
EDITOR DE LA SECCIÓN BOGOTÁ
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