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Bogotá

Indignación por el fleteo que acabó con la vida de joven de 26 años

Yeison Méndez, de 26 años, amaba los carros y quería ser un competidor de grandes ligas.

Yeison Méndez, de 26 años, amaba los carros y quería ser un competidor de grandes ligas.

Foto:Archivo particular

Policía ofreció $ 10 millones de recompensa por información que permita capturar a los asesinos.

Redacción El Tiempo
“¡Hola, hermosa! ¿Cómo estás?”; con una mueca, un chiste, un comentario, Yeison Méndez, de 26 años, solía sacarles una carcajada a sus amigas y amigos, siempre. Llegaba montado en su vehículo, un Chevrolet Spark GT 2016, y algún comentario u ocurrencia se le salía que hacía a todos estallar en risa. “Spark, tú papá”, solía decirles a sus amigos.
Ese era el ser humano detrás del video que conmocionó a todo el país, esa imagen en donde se muestra cómo, en fracción de segundos, dos hombres, que se desplazaban en moto, acaban con su vida. Era un joven que luchaba por su pasión: los carros, correr a toda velocidad, vencer en las carreras legales en Tocancipá, ser el primero, pero la delincuencia no le permitió ganar la última competencia. (Lea también: Hombre muere en intento de robo en Kennedy)
El fleteo vuelve a acabar con la vida de un ciudadano. A quemarropa, sin dudarlo por un segundo, un delincuente que esconde su rostro detrás de un tapabocas y una gorra, asesinó al joven comerciante el viernes 17 de septiembre, mientras se movilizaba por el sector de Villa Alsacia, en la localidad de Kennedy, que viene repuntando en toda clase de delitos. Intentó luchar contra uno de los delincuentes, pero todo fue en vano, estos no dudaron ni un solo segundo en quitarle la vida, en apagar su sonrisa con un solo disparo.
No sirvieron de nada los gritos de la gente, el desespero de un hombre que se quita la camisa para intentar frenar la hemorragia de la víctima, la vida se le fue escapando en segundos.
“¡Ay, lo mató! ¡Lo mató!”, gritaba una mujer que miraba sorprendida a través de un vidrio lo que estaba sucediendo, a plena luz del día. Varias persona grabaron en vivo el último día, o mejor, los últimos segundos de vida del joven, pero también la frialdad de sus asesinos y eso servirá para que las autoridades los busquen, como lo hacen en este momento, por cielo y tierra, así como la moto Suzuki, cubierta con una cinta de peligro, que se utilizó para el crimen.
Estas imágenes, los retratos hablados, y varios registros de otras cámaras de vigilancia de los conjuntos residenciales cercanos son los que ayudarán a seguirles el rastro a los criminales del joven que no soportó la herida que la causó el disparó y que finalmente murió en la Clínica de Occidente.

La tristeza de la familia

En la funeraria El Apogeo, en el suroccidente de Bogotá, la familia del joven y todos sus amigos le dijeron adiós a Yeison Méndez. Su madre, su hermana y sus tíos, con quienes compartía su vida en la localidad de Bosa, muy cerca de la terminal de sur, no superan la tragedia, no salen del asombro; no les cabe en la cabeza que él ya no esté. “Hoy solo pedimos que se haga justicia, que capturen a los que le hicieron esto”, dijo Verónica, una de sus amigas.
El joven trabajaba en la empresa Carrocerías Alficar, pero solía visitar a sus clientes, y a varios concesionarios en varias partes de la ciudad. “Él era gerente comercial, mantenía ofreciendo sus carrocerías, tenía convenios con varios concesionarios”, dijo Paola Páez, una de sus mejores amigas.
Ella también conoció al hombre agradable, dicharachero. “Él era muy chistoso, un niño en cuerpo de hombre. Hay veces lo regañábamos porque no cogía las cosas en serio, hoy lo estamos extrañando mucho”.
De su pasión por los carros se sabe que todos los jueves asistía con Fierros Colombia, la empresa con la que competía, a los piques legales de Tocancipá. “Era un apasionado por los carros, vivía por los carros, estaba esperando la Feria del Automóvil para cambiar su auto, porque su sueño era tener un carro que corriera para rodar por toda Bogotá. Eso Le encantaba”, dijo Paola.
Otra cosa lo apasionaba: el reguetón y la música electrónica. Se subía a su carro, prendía el radio y escuchaba a todo volumen sus canciones favoritas. Así era su personalidad, alegre, compañerista. “No es por hablar bien de él, después de lo que le pasó, pero era de los que si veía a alguien con hambre se bajaba del carro a darle comida”.
Todos coinciden al describirlo. “Rápidamente se convirtió en amigo de todos, eso no le quedaba difícil. Se convirtió en el consejero a nivel técnico de toda la familia del club Spark GT. Sacaba chistes por todo, no se tomaba nada en serio. Él vivía el día a día, montado en su vehículo, tenía solo 26 años, lo que le pasó no es justo”, dijo Yecid Gómez, uno de los líderes del Club Spark GT.
Sabía todo sobre repuestos y de mecánica y además tenía amigos en otros clubes de la ciudad, como Fierreros Colombia. Todo eso que era él lo acabó la delincuencia, la misma que hoy siembra una nube de desolación en todos los que lo conocieron. “Hoy te has convertido en un ángel que cuidará de todos tus seres queridos. Te fuiste; sin embargo, tu recuerdo siempre quedará entre nosotros. Que el señor te tenga en su santa gloria”, es el mensaje que está en la página de Facebook en donde el joven trabajaba.
La caravana de despedida no fue menor. Todos sus amigos sacaron sus carros de competencia, y lo escoltaron en su partida final, con una cinta púrpura encima de sus ventanas y pitando como mensaje de protesta. “Spark, tu papá”, se alcanza a divisar en algunas pancartas que sus amigos diseñaron para despedir a quien siempre soñó dedicarse a correr al unísono con el ruido de un motor.
CAROL MALAVER
Redactora de EL TIEMPO
Escríbanos a carmal@eltiempo.com
Redacción El Tiempo
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