El cañón de la pistola se detuvo justo al frente de su rostro, mirando su ojo derecho. El disparo fue a escasos centímetros. Tiró a matar, sin duda. La víctima cayó al suelo, desde donde vio al hombre que quiso asesinarlo huir en la bicicleta que le acababa de robar. Eran las 6 y 40 de la noche del pasado 24 de agosto.
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Una mujer que pasaba por el lugar (la ciclorruta de la calle 76 con carrera 25, en el barrio La Providencia de Barrios Unidos) corrió en ayuda de uno de los 7.993 ciudadanos que fueron víctimas del hurto de su bicicleta en Bogotá entre enero y septiembre de este año. De milagro no fue el cuarto asesinado.
John Jairo Jaimes Peña, de 1,89 centímetros de altura, diseñador industrial, artista plástico, le dijo a la persona que se acercó a socorrerlo que le pasara una toalla higiénica que usó para cubrir su ojo. La Policía llegó rápidamente, y fue trasladado a un centro médico que no contaba con los elementos necesarios para atender su herida. Por esta razón tuvo que ser trasladado a la clínica Colombia.
Días antes, John había pintado. Dibujó un ojo de iris verde que pertenecía a un rostro sin piel. La esclerótica era mitad panal y al frente, una abeja. John Jairo no murió de milagro, pero perdió su ojo. La bala, le explicaron los médicos, no ingresó directo al cerebro, sino que alcanzó a chocar contra la cuenca del ojo, lo que la hizo rebotar en la cavidad hasta que simplemente se detuvo.

Días antes del ataque, Jhon Jairo había hecho este dibujo. Diría él, como una especie de premonición inconsciente de lo que pasaría.
Archivo particular
Jaimes antes de la pandemia trabajaba en la realización de eventos, pero todos se cancelaron y tuvo que usar otra de sus múltiples habilidades para ajustar su situación financiera. Empezó a trabajar en diseño para motocicletas. El día que le dispararon iba en su bicicleta a tomar las medidas de una moto a la que le iba a diseñar algunas partes.
“Vivo a 10 minutos de donde pasó todo y la calle estaba algo sola. Dos tipos salieron corriendo a la ciclorruta, iban por el andén, uno se quedó en el lugar campaneando y el otro cuando venía hacía mí desenfundó un arma, lo siguiente que hizo fue cuando me apuntó en el ojo y me disparó”, le narra a EL TIEMPO este ciudadano que casi dos meses después de lo ocurrido, no solo ha tenido que soportar las dolorosas consecuencias físicas de la herida, sino tolerar la desidia de un sistema de denuncia y judicial que parece no prestarle la atención suficiente a este delito que va en aumento.
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Una chaqueta negra, camiseta negra, pantalón oscuro, una correa marrón de franjas amarillas, cabello medio corto peinado de lado, de unos 1,67 centímetros de altura más o menos. Esta fue la descripción que hizo de su agresor a los uniformados que llegaron a atenderlo. Ellos mismos le dijeron que habían puesto en conocimiento todo lo ocurrido a la Fiscalía.
Sin embargo, los días pasaban y no había información de ningún tipo. Herido, caminando despacio y sin acompañante por las medidas de bioseguridad, se dirigió a las instalaciones de la Fiscalía para averiguar sobre su caso. Allí le informaron que había sido radicado, que estaba avanzando y le entregaron un documento que, por desgracia, no revisó de inmediato.
“A los días revisé el documento y empecé a llamar porque era de un caso del 2017 de un robo que me hicieron en un humedal. Es risorio que le pasé a uno eso y más cuando a los 8 días después de salir me mandan un comunicado, que habían archivado mi caso, que tenía un archivo provisional y pues ya literalmente uno entiende que el ente investigador no va a seguir averiguando. Le toca uno por su cuenta tratar por redes sociales y demás de que no se cierren las cosas”, lamentó Jaimes.

La cavidad del ojo de Jhon Jairo quedó completamente destrozada. La bala rebotó hasta detenerse en ella.
Archivo particular
El negocio tanto legal como ilegal de venta de bicicletas y repuestos van en aumento ya que el porcentaje de viajes diarios en bici se duplicó en la pandemia respecto al año pasado. Según la encuesta de movilidad 2019, el 6,6 por ciento de los viajes diarios se hacían en este vehículo, ahora la cifra es del 13 por ciento. Y a eso se debe sumar el boom de los domiciliarios, una alternativa laboral en época de crisis. El mercado se disparó.
Y este es un problema que debe resolverse cuanto antes, teniendo en cuenta que las políticas planteadas en el Plan de Desarrollo están enfocadas a estimular el uso de este medio limpio de transporte. Más personas seguirán montándose a la bici en Bogotá en los próximos años.
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Sumado a eso, opina Gionvani Avendaño, experto en seguridad ciudadana, los trancones que se intensificarán con la construcción de obras de gran envergadura como el metro, la troncal de TransMilenio de la 68, entre otras; e incluso las reiteradas movilizaciones que se avecinan y que tanto afecta la movilidad de los ciudadanos, antojará a muchos a moverse pedaleando.
“Cuando se incrementa la oferta de estos medios de transporte por supuesto que la delincuencia lo que hace es ver allí una nueva oportunidad. Intentan comercializar de manera completa la bici en otras partes del país, o en Bogotá; o por partes en la ciudad”, describió Avendaño dos de las modalidades como se están comercializando bicicletas como la que le robaron a John Jairo.
Desde la Universidad Central explican que el aumento en 2.093 casos de hurto de bicicletas entre enero y septiembre de este año en comparación con el mismo periodo del 2019, se debe también a que las bandas delincuenciales han sabido adaptarse a los cambios de la sociedad producto de la covid-19, más rápido que las autoridades, y que las prioridades han cambiado.
Por ejemplo, el drama hace un año o dos era el disparado número de robo de celulares, que hoy va en franco descenso, también producto de la pandemia. Andrés Nieto, experto en seguridad de esta alma máter, dice que hoy lo que más está afectando a los ciudadanos es el hurto de ciclas porque la policía cuenta con pocos dientes para enfrentarlo.
Esto lo explica en que en Colombia hoy no hay un registro nacional que permita enlazar un número de cédula, o a una persona con un serial de chasis o de bicicleta. “De nada sirven los esfuerzos de Medellín y Bogotá porque son estructuras del orden nacional”, dejó claro Nieto.
Sugiere que para enfrentar este fenómeno, tal y como se hizo con los celulares, se debe atacar en bloque, con la colaboración de toda la cadena comercial, los ciudadanos y una mejor infraestructura que mejore y garantice a los ciclistas pedalear de forman fiel.
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Las estrategias para combatir este flagelo por parte de las autoridades han sido diversas e innovadoras, pero hasta el momento, insuficientes. Por ejemplo, las patrullas en bici dedicadas a recorrer las ciclorrutas resultan poco eficientes porque este es un delito que pese a tener algunas concentraciones en rutas específicas, se mueve rápida y fácilmente a distintas zonas de la ciudad.
Una de las acciones concretas que decidió emprender la Secretaría de Seguridad fue establecer una mesa técnica de trabajo que se reúne todos los miércoles y que integra a representantes de diferentes entidades a cargo de la movilidad y la seguridad, para hacer un seguimiento al comportamiento de esta modalidad.
“Empezamos a trabajar con Movilidad, IDRD, policía de Tránsito, Metropolitana, con la Secretaría de la mujer y la Secretaría de Seguridad, e incluso con la Fiscalía. Esto nos llevó a tener una mirada integral del tema y mirando las cifras encontramos varias cosas. Hay unos lugares de robos donde hay que concentrar esfuerzos, que es lo que estamos haciendo, pero el delito se nos mueve a otro lado; y más del 50 por ciento no era un robo con un cuchillo o un revolver. La gente, o deja mal asegurada la bici, o la deja con una guaya que no es adecuada”, explicó sutrabajo Hugo Acero, secretario Distrital de Seguridad.
El último argumento de Acero pareciera una manera de excusarse del problema, pero es algo soportado en los datos y respaldado por colectivos de bicicletas que trabajan en mejorar las condiciones de seguridad de los ciclistas en Bogotá. Justamente ante el elevado número de usuarios de la bicicleta, Fabián Munar, de Súbase a la Bici, hace sus proyecciones y explica que es importante educar a los miles de ciudadanos que se subirán a este medio de transporte por primera vez.
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Explica que hoy en la capital del país se hacen 850 mil viajes diarios en bicicleta y que las proyecciones son que en los próximos cuatro años la cifra se eleva al millón 200 mil viajes. Es por esto que dice a la gente que si va a comprar una bicicleta, y no va a adquirir una guaya de buena calidad, es mejor que no haga la inversión. También advirtió que, pese a esa medida de seguridad, los ciclistas no pueden dejar amarrada la bici a un poste e irse a 10 cuadras del lugar.
“Un ladrón se demora tres segundos liberando una bici con guaya, y así se pierde el 60 por ciento de las bicicletas, quietas. La metodología del atraco no es ni el 30 por ciento, pero son visibles porque hay violencia, porque además hay bombo en redes sociales”, señaló Munar.
Calificó como positivos los recientes golpes de las autoridades a bandas delincuenciales dedicadas a este delito, tras meses de investigación. Por ejemplo el propinado a ‘Los Cizalla’, capturados en mayo pasado y que se habían robado nueve bicicletas. Munar cree que en la medida en la que los ladrones noten que hay investigaciones sólidas para quienes hagan esto, se alejarán.

Durante la operación en contra de la banda 'Los Cizalla', y 17 allanamientos en distintas bicicleterías el pasado 29 de mayo, 52 ciclas fueron recuperadas.
Secretaría de Seguridad.
Pero, sin duda, el problema va más allá. La Secretaría de Seguridad ha detectado en medio de sus operativos de inspección, vigilancia y control, establecimientos que harían parte de estructuras criminales. Es decir, es probable que haya grupos criminales que hurtan el vehículo, lo modifican y pintan en un taller, y luego los comercializan en establecimientos que hacen pasar por legales.
“Se han cerrado cerca de 22 establecimientos pero vuelven a abrir. Tenemos una dificultad, y es que por encontrar un bien no certificado solo podemos sellar por ocho días”, lamentó Acero. Otro inconveniente que encuentran las autoridades es que las capturas suelen quedar en nada.
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El hurto de bicicletas es un delito excarcelable por ser de mínima cuantía. Las autoridades tienen dificultades para enviar a prisión a estos sujetos, y por eso es que están fortaleciendo las investigaciones para tener más elementos que permitan involucrar a estos criminales en otros delitos más allá del robo, como concierto para delinquir.
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Este año se han desarticulado cuatro bandas, que sumaban 12 integrantes. De esos, ocho quedaron tras las rejas, y los otros cuatro salieron. Esto, pese a que hubo una investigación. Con los delincuentes que son capturados en flagrancia, a menos que cometa una lesión de gravedad, o un homicidio, suelen quedar en libertad.
“Es un delito de más nivel del que teníamos con el robo de celulares. Hemos detenido a 650 personas, todas están libres. Se llevan ante el juez y por el monto, por el valor del hurto, quedan libres, y hemos reportado con Migración Colombia varios venezolanos. Es un delito excarcelable, a menos que haya tenido que ver con lesiones y algunas personas con homicidios. Hemos tenido cuatro homicidios este año en caso de bicis, de esos cuatro hay tres detenidos”, señaló Acero.
Finalmente, advirtió sobre la dificultad que hay para judicializar a quienes en un establecimiento comercial, venden bicicletas sin la documentación necesaria. “Esas Las bicicletas no se puede ni certificar que está robada, si fuera moto o carro tengo una denuncia de robo sobre una placa y marcas. No tengo ninguna denuncia, ni una foto para poder decir que usted está comercializando cosas robadas, no puedo sindicar al dueño del negocio de nada porque la bici no aparece denunciada, no hay registro, no hay identificación”, concluyó el funcionario.
A todos estos obstáculos y dificultades legales están enfrentados a diario miles de ciudadanos que hicieron de la bicicleta su medio de transporte. Jhon Jairo, por su parte, sigue buscando ayuda para que haya justicia.
“Como ciudadano entiendo que hay gente que trata de ayudar pero cuando las entidades no dan el respaldo a las personas víctimas de una violencia como esta, es muy complicado y afortunadamente estoy vivo, pero mucha gente no lo está y he conocido muchos casos que han perdido su vida y es muy lamentable que esos hechos sigan en la impunidad”.
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