No obstante la buena voluntad del Distrito en la creación del piloto ‘Bogotá a cielo abierto’ para la reapertura de decenas de restaurantes en seis zonas de la capital, en septiembre, no todos los negocios gastronómicos saldrán bien librados de la pandemia del covid-19.
Muchos quedaron pendientes de reapertura de servicio a la mesa. Unos no están en las zonas del primer piloto, otros no tienen posibilidad de ocupar espacio público y otros más saben que ni abriendo volverán sus clientes: los oficinistas, los universitarios...
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Según registros de la Cámara de Comercio de Bogotá, en la capital hay más de 20.000 negocios vinculados al clúster gastronómico, que emplean a 152.000 personas. De estos, 1.088 están en alguna de las seis zonas o de los 25 tramos peatonalizados que tendrán la oportunidad de participar en el piloto.
Cifras de la Secretaría de Desarrollo Económico indican que se han inscrito 533 candidatos y se han aprobado más de 280. Solo con los inscritos se estima que se reactivarán 5.000 empleos directos y 3.000 indirectos.
Si bien algunos sectores han celebrado este primer ejercicio, otros ven con preocupación el futuro para los que no están en las zonas de prueba o, sencillamente, no tienen forma de ocupar andenes o plazoletas. Por eso, Acodres, la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica, lanzó un SOS al Gobierno Nacional (ver nota anexa).
Ante la preocupación, la secretaria de Desarrollo, Carolina Durán, pidió paciencia. “Los pilotos son parte de las primeras etapas para disfrutar nuevamente de la gastronomía de la ciudad. La apertura de restaurantes de puertas para adentro se hará en el momento en que se evidencien las condiciones óptimas de ciudad”. Pero las voces detrás de las cocinas y los manteles indican que los arriendos, las cuentas, los servicios y las nóminas no dan espera.
EL TIEMPO recoge cuatro historias de emprendedores del sector gastronómico que luchan por sostenerse o por buscar otras formas de vivir. No son restaurantes de renombre, sino los que recibían a los ciudadanos de a pie, al barrio. Y hoy están sin amparo.

La Creperie Nature recibía comensales de EL TIEMPO, la Contraloría, TransMilenio, entre otros empleados que trabajaban en la calle 26.
La Creperie Nature
"Soy Pierre Reichmann, ingeniero agrónomo y dueño de La Crepery Nature, un emprendimiento inspirado en los carritos de crepes como comida rápida en Europa, que llegó a tener dos locales en Bogotá. Uno en el edificio Elemento, junto a EL TIEMPO y la Contraloría, y otro en el Connecta, cerca del Portal El Dorado.
"Este era un negocio de casi 10 años, tenía tres empleados en cada local y, cada día, vendíamos hasta 120 almuerzos. Hoy pasamos a cero, desde marzo cerramos por la cuarentena. Traté de aguantar un par de quincenas, pero fue imposible. Incluso, en junio, traté de revivir el negocio una semana. Invertí un millón de pesos para tratar de arrancar, pero todo se perdió. Vendimos apenas cuatro o cinco almuerzo por día, nuestros antiguos clientes teletrabajan ahora. Todo fue pérdida, hasta la comida. Lo que no se pudieron llevar los empleados o lo que pudimos regalar, lo tuvimos que botar.
"Cerramos. Ya pude entregar el local de Connecta, pero queda el de Elemento, cerrado y con servicios y arriendo corriendo. No hemos podido llegar a un acuerdo con el arrendador: cada mes nos cuesta 1’700.000 pesos.
La primera medida debió ser dar opciones reales de arriendos: aplazar, condonar, cancelar. Pero todo quedó a potestad de los arrendadores
"No vemos futuro, se habla de pilotos a cielo abierto, pero la gran mayoría no aplica a eso. Estamos bajo techo. E, incluso si se habilitara, creo que la gente va a ser reticente a volver.
"Y sigue sin haber línea clara del Gobierno frente a arriendos. Eso quedó en potestad de los arrendadores. Y si uno va para cinco meses sin producir, ¿de dónde paga?
"El acompañamiento del Estado ha sido cero. Aunque se habló de alivios y préstamos los requisitos eran imposibles. Pero, de nuevo, si nos prestaran, no tendríamos cómo pagar.
"La primera medida debió ser dar opciones reales de arriendos: aplazar, condonar," cancelar. Pero todo fue libre.
"Hay arrendadores que se pararon en la raya de ‘pagan o pagan’. Y se va a acabar la emergencia y los arrendadores nos van a embargar: no solo habremos perdido el negocio, sino el carro o la casa.
"Hoy trato de salir adelante con un negocio de comida para mascotas tipo Barf, es decir, alimento crudo 100 % natural hecho en casa. Consultamos con veterinarios, creamos la fórmula, probamos y ya salimos al mercado. Nos encuentran como Natura Barf en redes sociales.
"Volví a empezar. No descarto revivir a La Creperie algún día. Pero creo que este año ya se fue así".
'Así vaya mal en las ventas, con tres buenos comentarios me animo'
El restaurante Isla del Pacífico solía ver una fila de comensales a las afueras del local. Hoy es el dueño el que hace los beneficios.
Néstor Gómez / EL TIEMPO
"Mi nombre es Mauricio Tribín y estoy al frente de la pescadería Isla del Pacífico, que tiene 10 años de tradición en Lourdes, Chapinero. Seguimos a flote... de cuatro personas en el negocio, hoy somos tres. Yo, el dueño, ahora hago los domicilios en mi bicicleta. Eso me gusta, he conocido a mis clientes y ellos me dan ánimo. Así vayan mal en las ventas, con tres buenos comentarios yo me voy a dormir tranquilo.
Ha sido difícil. Yo vendía hasta 100 almuerzos, ahora vendo 40 o 50... Con eso me defiendo. Pero cuando nos toca cuarentena de localidad se pone grave. Este martes vendí 12 almuerzos. Me hacen falta los empleados que venían, y aún más los oficinistas. Pero ellos teletrabajan y eso no tiene cara de volver. Yo ya hice mis averiguaciones...
Es una desazón estar esperando a que el teléfono suene.
Ahora, la gente habla de pilotos a cielo abierto. Acá sería excelente, tenemos una vía peatonal junto a la iglesia y somos 5 o 6 restaurantes vecinos. Pero hay un problema: hay mucho habitante de la calle y muchas palomas, no me imagino cómo será si ponemos mesas con comida afuera... ¡y peor si hay lluvia!
Nos serviría que nos dejen trabajar adentro. Acá cabían 35 comensales, pero si me dicen que solo pueden entrar unos 8 o 10, yo me preparo y organizo los turnos de entrada.
Pero nadie de la Secretaría de Salud nos explica cómo hacerlo.
Si usted quiere pedirle un domicilio a Mauricio y apoyar el negocio, puede llamarlo al 301 252 37 62

Casa de Citas
Casa de Citas
"Soy Carlos González, propietario de Casa de Citas, uno de los tantos ejemplos de restaurantes pequeños de Bogotá que están cerrados desde que se inició la cuarentena, hemos tratado de sobrevivir por medio de los domicilios y las plataformas digitales.
EEstamos ubicados en La Candelaria y vendemos comida peruana. Hemos tratado de sobrevivir por todos los medios: domicilios, plataformas, rebajas, opciones vegetarianas... pero los resultados son mínimos.
"Hemos sido 'afortunados' de vivir en el mismo lugar donde tenemos nuestro restaurante, lo cual no nos implica el gasto de un arriendo. Sin embargo, antes del covid-19, adquirimos un préstamo con un banco para ser los propietarios del lugar, y cuando llegó la pandemia tuvimos que prorrogar la deuda y buscar alivios en la entidad financiera. Pero, este no es el único gasto que tenemos, pues con lo poco que entra de dinero al restaurante pagamos los servicios.
Mientras tanto, las ventas han disminuido en un 80 por ciento. Despedimos parte del personal.
"La iniciativa de ‘A cielo abierto’ es un tema que no está claro para nosotros. De hecho, por la ubicación no entramos en las zonas. Lo único que ha hecho la Alcaldía por nosotros fue capacitarnos en protocolos. Mientras tanto, las ventas han disminuido en un 80 por ciento. Despedimos parte del personal. Esto nos llevó a despedir a parte de nuestro personal, especialmente a los meseros, porque en el restaurante los tendríamos de manos cruzadas.
"Además, no tenemos un vocero que abogue o responda a nuestras inquietudes. Existe algo llamado clúster de La Candelaria, que sería nuestro representante, pero apenas apareció en el principio de la cuarentena para pedirnos un video. Al día de hoy, no ha regresado.
"Le pedimos al Distrito que sea más claro con nosotros, que nos brinde ayudas reales, como préstamos a larga duración o exenciones en impuestos prediales"
Si usted quiere pedir un domicilio aquí y apoyar el negocio, puede llamar al 315 212 57 33

Mi nombre es Genaro Pita, tengo una casa de banquetes y una sociedad de dos restaurantes pequeños en el barrio Santa Fe.
Genaro Pita
"Mi nombre es Genaro Pita, tengo una casa de banquetes y una sociedad de dos restaurantes pequeños en el barrio Santa Fe y en la carrera 22 con calle 7. Estos, los restaurantes, que tienen apenas cuatro mesas, están prácticamente cerrados y hemos tenido que hacer despidos. En los que quedan ahora trabajan por 25.000 o 30.000 pesos diarios.
"Antes del covid vendíamos entre 100 y 120 almuerzos al día, pero ahora si se venden 50 es una bendición. Y cuando cierran la zona es peor. Además, la casa de banquetes está completamente cerrada, incluso me ha tocado devolver el dinero de muchos de los eventos que ya tenía organizados para mayo y julio.
"La ayuda del Gobierno y del Distrito ha sido nula para los negocios como el mío. La iniciativa de cielos abiertos es una idea hecha para los restaurantes finos, los que tienen dinero, pero para los restaurantes pequeños, como el nuestro, es una mala idea. Creo que deben ser los bogotanos quienes decidan su autocuidado. Aquí, en el Santa Fe, pareciera que no estuviéramos en cuarentena. Hay mucha gente por fuera, pero la Policía solo se encarga de sellar los establecimientos, como nuestros restaurantes, pero donde no hay policía los demás establecimientos están abiertos".
La Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica (Acodres), gremio oficial del sector de restaurantes, cafeterías, pastelerías y panaderías en Colombia, anunció ayer el envío de una carta al presidente Iván Duque para reabrir el servicio a la mesa en todo el país a partir del 1 de septiembre.
“Permítanos sobrevivir para ayudar, Señor Presidente. 150 días de sacrificio ya cumplieron su propósito”, dice la misiva firmada por Guillermo Gómez, presidente de Acodres.
Si bien en ciudades como Armenia y Cali ya se hicieron pilotos de apertura, incluso de puertas para adentro, el llamado es a extender la práctica. “Ya podemos arrancar a operar sin más dilaciones y con las medidas de autocuidado. Los números no dan tregua, de los 500.000 empleos directos de la industria, a julio se alcanzó la dolorosa cifra de 320.000 empleos destruidos, manteniéndose 280.000 entre suspendidos y activos. Hasta el 31 de julio, contamos con la exención de IVA de arrendamientos”, aseguró el presidente de Acodres.
Pero, sobre todo, lanzó una alerta para Bogotá, que, solo hasta el próximo mes, hará las pruebas localizadas en exteriores.
Aunque Gómez agradeció al Distrito que hayan pensado en los restaurantes para ser los primeros en abrir, advirtió que eso solo no los ayuda. “Si se da una verdadera reapertura de restaurantes, es decir que permitan la reapertura de establecimientos gastronómicos (franquicias, cadenas, grupos, restaurantes, cafeterías, panaderías, pastelerías, heladerías) con servicio a la mesa dentro de los establecimientos, con cumplimiento de protocolos de bioseguridad, de tal manera que el uso de espacio público sea compensatorio del aforo que se pierde por el distanciamiento social al interior”.
Agregó que, de lo contrario, se estaría imponiendo una discriminación en contra de establecimientos que, a pesar de cumplir protocolos, por el hecho de no quedar frente a una de las calles que piensa cerrar el Distrito, no puede abrir. Todo a pesar de que la informalidad continúa en la calles.
Finalmente, resaltó con preocupación que la inflexibilidad de los costos de arrendamientos y de servicios les han pasado cuenta de cobro a los negocios. En este punto, ni Distrito ni Gobierno han dado soluciones definitivas.
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