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Bogotá

La historia de la poderosa mafia que se ocultaba en el sur de Bogotá

El 1.º de octubre se hizo un operativo en el que se incautaron 8 toneladas de carne en mal estado.

El 1.º de octubre se hizo un operativo en el que se incautaron 8 toneladas de carne en mal estado.

Foto:Policía de Bogotá

Fueron capturadas 28 personas en el sector de Guadalupe, tras una investigación de ocho meses.

Óscar Murillo
El pasado 26 de julio, la ciudad se conmocionó con la noticia de que, en medio de un hecho de intolerancia, el policía Ángel Eduardo Amórtegui, de 33 años de edad, fue asesinado en la autopista Sur, en el sector conocido como Guadalupe.
Esta zona tiene una tradición de actividad comercial de venta de cárnicos (formal e informal), y un supuesto vendedor de la zona, con quien Amórtegui había sufrido un choque simple de tránsito, era el presunto responsable de quitarle la vida al uniformado.
Todo quedó grabado en videos que fueron publicados en redes sociales, y la búsqueda de las autoridades para dar con el homicida no se hizo esperar. Rápidamente, investigadores de la Policía de Bogotá sospecharon quiénes estarían detrás de este hecho.
Una de las primeras órdenes que dio el comandante de la Policía de Bogotá, el general Óscar Gómez Heredia, al asumir su cargo, en enero de 2020, fue intervenir la zona en donde justamente había sido asesinado el policía.
Por testimonios de algunos vecinos de la zona se sabía que en este sector, ubicado entre la autopista Sur y el río Tunjuelo, y la transversal 62G y la carrera 62A, en Kennedy, las extorsiones a comerciantes estaban en aumento. Había denuncias por ocupación de inmuebles, microtráfico, homicidios selectivos e, incluso, una investigación por daños ambientales al río Tunjuelo.
Pero ¿quiénes estaban detrás de esta oleada de delitos? Para averiguarlo, la Seccional de Inteligencia de la Policía Sipol, la seccional de investigación de la Policía de Bogotá y la Fiscalía, en un trabajo articulado, infiltraron agentes en la zona.
Poco a poco empezaron a ganar confianza entre los carniceros, quienes debían pagar sumas semanales de entre 20.000 y 40.000 pesos a un grupo de personas que a cambio de ese dinero ofrecía una supuesta seguridad.
Pero ellos mismos eran los que robaban, los que vendían droga, los que rellenaron una parte del río Tunjuelo para montar allí un parqueadero y vender lotes a compradores incautos.
En Guadalupe nadie podía hacer nada sin la autorización de estos delincuentes. Se estaba convirtiendo en un sector de riesgo, incluso para las autoridades que tenían que ir a hacer labores administrativas como el cierre de establecimientos por condiciones de salubridad.
El sector donde delinquía esta estructura está en medio del río Tunjuelo y la autopista Sur

El sector donde delinquía esta estructura está en medio del río Tunjuelo y la autopista Sur

Foto:Cortesía Policía Metropolitana

Pronto, los agentes encubiertos lograron obtener unas líneas telefónicas de algunos miembros de la banda, y en las conversaciones interceptadas se descubrió todo lo que estaba pasando allí.
“Empezamos a determinar que el único problema de esta estructura no era solo usurpación de propiedades y venta de lotes, sino que también hacían tráfico de estupefacientes grande; logramos determinar que era muy poderosa en tráfico de drogas. Le alcanzamos a incautar en un mes 2.500 kilos de marihuana”, le contó a EL TIEMPO uno de los investigadores del caso.
De hecho, a esta estructura pertenecían un camión y la carga de 2 toneladas de marihuana que fueron incautadas el 30 de julio pasado en un parqueadero de Bosa. Ese día fue capturado  uno de los integrantes de esta estructura, lo que permitió avanzar en las indagaciones.
Ya no se trataba de una banda de delincuencia común, sino que eran los responsables de surtir buena parte de los alucinógenos de seis localidades de la ciudad. Al mes movían entre 2 y 3 toneladas de estas drogas, y, sumando las ganancias por las otras actividades ilícitas que realizaban, estaban logrando sumas que superaban los 2.800 millones de pesos cada mes.
El cerebro detrás de todo esto fue identificado con el alias de Coco. Un araucano que llegó a Soacha hace unos siete años y empezó con pequeños negocios criminales. De hecho, ya había sido capturado por pertenecer a una banda llamada ‘los Compa’, en ese municipio.
No obstante, su contacto con alias Michael, quien vivía en Guadalupe, lo llevó a escalar en el mundo criminal. Hace unos tres años se unieron cerca de ocho jóvenes que empezaron a extorsionar a los carniceros y comerciantes de la zona, y terminaron robándose varios de estos.
Instrumentalizaron a migrantes venezolanos y menores de edad, pero un contacto con un grupo armado organizado residual del Valle del Cauca los catapultó como los líderes de la venta de marihuana y cocaína en Bosa, Kennedy y Ciudad Bolívar, principalmente.
Empezaron trayendo cargas pequeñas, pero luego comenzaron a organizar travesías para traer la mercancía ilegal. Iban en tres vehículos: el de la mitad llevaba la carga y los otros funcionaban como campaneros. El mismo ‘Coco’ asistía a algunos de esos viajes.
Soacha, Mosquera y Funza eran los municipios usados como centros de acopio antes de ingresar a la ciudad.
El homicidio del policía Oróstegui, descubrieron luego los agentes, fue perpetrado por alias Michael, el segundo al mando de la banda denominada ‘los Maimai’.
Con toda esta información reunida en ocho meses de investigaciones, el pasado jueves 1.º de octubre se llevó a cabo un operativo conjunto que permitió la captura de 28 integrantes de esta banda. Todos fueron cobijados con medida de aseguramiento.
“Este es un territorio con tres jurisdicciones, casi cuatro: tiene a Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa y Tunjuelito si lo extiende un poco más; de complejidad delincuencial, con esto estoy diciendo que allí hay negocios formales, hay una economía alrededor de la carne, lo que está al lado son quienes extorsionan a los comerciantes”, explicó Hugo Acero, secretario de Seguridad.
El funcionario dijo que, ahora que esta banda fue sacada del sector, lo que se viene son intervenciones de carácter social para prevenir que llegue otro grupo a apropiarse de las rentas ilegales.
“Ese día (del operativo) hicimos un ejercicio de cierres definitivos de comercios que estaban ubicados en zonas de protección ambiental. Incautamos 8 toneladas de productos cárnicos que no eran aptos para el consumo humano e hicimos un ejercicio de protección para que esta zona no sea usada como un parqueadero ilegal, que era parte de cómo la banda justificaba sus ingresos”, concluyó Yeimy Agudelo, alcaldesa local de Kennedy.

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ÓSCAR MURILLO
Óscar Murillo
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