En Bosque Calderón Tejada, el barrio donde vivía Yuliana con su familia, los niños ya no se reúnen en la cancha de fútbol. Ni siquiera juegan frente a sus casas. Luego del crimen contra la pequeña de 7 años, muchos padres decidieron prohibirles a sus hijos salir a la calle.
“En los 62 años que llevo viviendo en este sector, nunca había pasado algo así”, asegura Marta Díaz, presidenta de la junta de acción comunal del barrio.
“Aquí los chicos van solos al colegio, hacen los mandados, se la pasan corriendo en la cancha. Siempre están en la calle”, agrega.
A esta líder comunal le sorprende cómo, en plena época de vacaciones, los niños están encerrados en sus hogares.
“Si a la niña (Yuliana) no le hubiera pasado eso tan horrible, los chicos estarían en la cancha a las 9 de la mañana”, comenta Díaz, quien dice estar todavía conmocionada por los hechos del domingo pasado.
A muy pocas cuadras de la casa de los Samboní, adornada con bombas blancas y rosadas, un altar con flores y un cartel que dice ‘Exigimos justicia’, vive Teodolinda Galindo. Tiene tres hijos y un nieto que reside en el barrio. Dice que la situación en Bosque Calderón cambió después del asesinato de Yuliana, y que ahora siente miedo por lo que les pueda pasar a los menores de su familia.
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“Este sector, desde que yo era joven, siempre ha estado entre el campo y la ciudad. Por eso los niños juegan tranquilos en la calle. Pero con lo que pasó, mi esposo ahora acompaña a mi hija hasta su casa cuando va con el bebé”, lamenta la mujer, de 52 años.
Uno de los hijos de Luis Rodríguez es el dueño de una panadería que cuenta con cámaras de seguridad y grabó la camioneta de Rafael Uribe Noguera cuando escapaba de la zona tras el rapto de la niña. “Mi hija ese día estaba a cargo del negocio. Ella cuenta que vio entrar el carro. De haber sabido, fijo habría ayudado a perseguir al tipo”, dice.
BOGOTÁ