Lo primero que hace Angie Rey todos los días, antes de salir a estudiar, es asomarse a la ventana de su casa para observar cómo avanza la construcción de la estación Juan Pablo II del TransMiCable de Ciudad Bolívar. “Solo espero que empiece a funcionar para viajar en él y ahorrar tiempo y dinero. Hoy gasto más de media hora para llegar en bus hasta el portal Tunal. Con el cable aéreo serán 10 o 15 minutos”, agrega Angie, de 17 años.
Ella es una de las más de 700.000 personas que viven en esta localidad del sur de la ciudad y que se beneficiarán con este medio de transporte, cuya construcción se contrató en el gobierno pasado y que, según el Distrito, estará listo en el primer semestre del 2018.
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) aseguró que hoy los residentes de este sector gastan en tiempo, desde la parte alta (Illimaní) hasta el Tunal, más de una hora en bus, y con el cable serían 13,5 minutos.
“No solo traerá ahorro en el desplazamiento, también esperamos que lleguen turistas, pues vamos a pintar nuestras casas”, afirma la adolescente mientras nos atiende desde la ventana de su vivienda, ubicada justo al frente de esta parada, que hoy está en el 77 por ciento de su construcción.
“Esta es la obra más importante que he visto en este barrio en los más de 10 años que llevo viviendo aquí, en Manitas. Esperamos que se vuelva un sitio turístico para que la gente llegue y nos visite, esto traerá calidad de vida”, opina Liduvina Aragón, quien no deja escapar la oportunidad para hacer una petición al Distrito: “Ojalá mejoren las vías que están sin pavimentar. Son unas verdaderas trochas”, advierte, y señala la destruida calzada de la calle 70G sur con carrera 18.
La Alcaldía ha reiterado en diferentes oportunidades que el proyecto, además de suministrar transporte, intervendrá el espacio público en los alrededores de las estaciones, y se construirían dos salones comunitarios, un centro día para adulto mayor, gimnasios al aire libre, canchas múltiples, juegos infantiles, centro cultural, recreativo y deportivo SuperArse, biblioteca y punto de atención turística.
El cable aéreo –concebido en la pasada administración– tendrá cuatro estaciones: saldrá desde el portal Tunal de TransMilenio, punto que hoy está en el 89 % de su ejecución, sigue la estación Juan Pablo II; luego, la estación Manitas (48 %) y, por último, en la parte alta, está la parada Illimaní (25 %). “Hoy, la obra total está en un 67 %, un 5,4 más avanzado de lo proyectado en el cronograma de labores”, dijo el IDU.
Ciudad Bolívar, según la encuesta Multipropósito 2014, tiene 733.859 habitantes, lo que equivale al 9,1 por ciento de la población total de Bogotá. El 51 por ciento son mujeres y el 49 por ciento, hombres.
Uno de los grandes problemas que tiene este sector es que en algunos puntos solo hay una vía de acceso a los 326 barrios que la componen; durante el recorrido que hizo, EL TIEMPO fue testigo de los trancones que allí se viven, en su mayoría porque hay muchos carros mal parqueados y el estado de sus vías no es el mejor. Desde la parte alta (Illimaní, El Paraíso) hasta el portal Tunal hay 3,4 kilómetros en este cable (ver infografía).
Datos del Observatorio de Desarrollo Económico indican que esta localidad tiene 12.998 hectáreas, de las cuales 2.088 son urbanas, y el 90 por ciento de su topografía es montañosa, lo que dificulta aún más su movilidad. “Buscamos que la gente se apropie del TransMiCable, y para ello hacemos socializaciones del proyecto en las escuelas, colegios, salones comunales. Se ha involucrado a toda la población de esta localidad”, señaló el IDU. En la obra trabajan 715 personas; de ellas, 325 viven en esta parte de la ciudad.
Datos de TransMilenio señalan que en Ciudad Bolívar transitan 89 rutas de transporte público, entre urbanas y especiales, de las cuales 26 tienen origen y destino en esta zona y 63 son de paso por algunas de sus calles, incluidas las de la periferia.
Las 163 cabinas que forman parte del sistema tendrán cámaras de seguridad y wifi que las conectará en tiempo real con la Policía, lo que ayudará a mejorar la seguridad de quienes por allí se movilicen.
Hugo Acero, experto en el tema, asegura que el cable disminuiría los niveles de exposición al riesgo de los usuarios en comparación con quienes lo hacen hoy en bus. “Como pasa en la mayoría de cables del mundo, la gente hace fila para ingresar, lo que evita los tumultos y, por ende, el cosquilleo. Las mujeres también estarían menos expuestas al acoso, con esto mejora tanto la movilidad como la seguridad. A esto se suma el regreso de la cultura ciudadana”, agregó.
Cifras de la Secretaría de Seguridad señalan que en esta localidad, durante el primer semestre del 2016, se reportaron 245.164 riñas; aunque la cifra bajó un 2,3 % para el mismo periodo del 2017 (239.597), no deja de ser preocupante. Sobre los homicidios, se estableció que en el primer semestre del 2017 se registraron 90: bajaron un 30 por ciento en comparación con el mismo periodo del 2016 (129).
Hace 13 años, el primer cable aéreo surcó los cielos paisas para unir la ciudad con la zona nororiental. La línea K, en un trayecto de dos kilómetros con tres estaciones, fue la primera del sistema metro. Desde entonces, los usuarios tomaban el metro y hacían transbordo en una de sus estaciones para acceder al cable, o viceversa.
En el 2008 se inauguró la línea J, que llegó a la periferia de la comuna 13 (occidente) con un cable que recorre 2,7 kilómetros y una capacidad para transportar 3.000 personas.
A comienzos del 2010 llegó la línea L, complemento de la J y que conectó el nororiente hasta el parque Arví, en el corregimiento de Santa Elena, zona rural de la ciudad.
A finales del año pasado se inauguró la línea H. Es uno de los dos sistemas que se complementan con el tranvía de Ayacucho, el cual conecta el centro con el oriente de Medellín. El otro, la línea M, está en construcción y se espera que comience a funcionar en agosto del próximo año. Hoy cuentan con $ 300.000 millones para construir el cable El Picacho (línea P), que beneficiará a 160.000 personas de dos comunas del noroccidente de la ciudad. Esperan comenzar obras en octubre próximo.
Para las comunidades a las que llega el Metrocable el cambio es notable porque, conectado a las líneas del metro y el tranvía, es una de las soluciones más creativas y no convencionales para mejorar la movilidad en los barrios periféricos.
Este medio es el primer transporte masivo por cable aéreo en el mundo y obtuvo en el 2014 el primer puesto, en la categoría desarrollo social, en el Concurso Innovadores de América, organizado por Innovamérica, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Grupo Ezentis.
Para la empresa Metro, este medio da respuesta a los retos que plantea la geografía montañosa de Antioquia y logra conectar a los habitantes de zonas periféricas con otras de la ciudad de forma más simple. Y los ciudadanos tienen la ventaja de que el ingreso al Sistema Integrado de Transporte puede hacerse con la tarjeta Cívica, que brinda la opción de desplazarse en metro, cables, buses articulados, colectivos alimentadores y tranvía.
Para Martín Pérez, presidente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros (SAI), esta es una de las muestras de innovación e inclusión social de Medellín.
JOHN CERÓN
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter @CeronBastidas
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