¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Bogotá

‘Nuestra hija soñaba con ser doctora’: padres de niña fallecida en atentado

Ivanna Salomé Rangel Molina, de 5 años, cursaba transición en el colegio Elkin Patarroyo, a pocos metros del CAI de Arborizadora.

Ivanna Salomé Rangel Molina, de 5 años, cursaba transición en el colegio Elkin Patarroyo, a pocos metros del CAI de Arborizadora.

Foto:Archivo particular

En entrevista con EL TIEMPO, los papás de Salomé Rangel hablan de la tragedia que viven.

Eliana Molina y Édinson Rangel, los padres de Ivanna Salomé, la niña de 5 años víctima del atroz atentado terrorista contra el CAI de Arborizadora Alta el 26 de marzo, atesoran cada video que su hija grababa como el más preciado de los tesoros. En ellos aparece junto a su hermano Joseph y se le ve bailar, cantar y hacer preguntas con la inocencia y curiosidad de alguien que apenas comienza a vivir. “Cuando alguien muere, ¿se convierte en un angelito?”, les pregunta a sus padres en uno de ellos.
En entrevista con EL TIEMPO, hablan sobre el recuerdo de su hija y acerca de los momentos que cambiaron para siempre la vida de cientos de habitantes de Ciudad Bolívar.
¿En qué momento llegó Salomé a sus vidas?
Édinson Rangel: Somos de un pueblo pequeño. Venimos del corregimiento de Cornejo, del municipio de San Cayetano, Norte de Santander. Nos conocimos en una fiesta de grado: ella tenía 15 años y yo, 17. Durante mucho tiempo vivimos entre Valledupar y Norte de Santander, pero después de que Salomé se enfermó cuando apenas nació, nos vinimos para Bogotá. Eso fue hace cinco años. Una hermana y otros familiares fueron los que nos ayudaron porque llegamos apenas con la ropa y un mes de arriendo.
Eliana Molina: Nosotros viajamos en moto a Cúcuta para pasar la temporada navideña. En el camino comimos por la carretera y yo me empecé a brotar, pero pensamos que estaba intoxicada. Cuando volvimos a Valledupar pasó lo mismo. No fue sino hasta febrero de 2016 que me empezó un dolor muy fuerte en el abdomen. Fuimos a urgencias para ver qué era y ahí fue cuando nos dieron la noticia, la noticia de que estábamos esperando a Salo. Ya tenía dos meses y medio. Como a los 6 meses me hicieron una ecografía 3D y la vimos por primera vez. Ahí supimos que era una niña. Ya después vino el problema del nombre, porque yo quería uno y él quería otro. Yo quería que se llamara María Salomé y él decía que no, que Salomé sí, pero María no. Al final nos decidimos por Ivanna Salomé, Ivanna por el segundo nombre de mi esposo, que es Iván. En ese momento la noticia nos cayó como un baldado de agua fría porque no teníamos nada planeado. Pero también llegó una alegría y una bendición enorme para nuestras vidas. Es difícil describir lo felices que éramos.
¿Cómo era Salomé?
E. M.: Ella se crio solo con nosotros dos, pero no era una niña esquiva, a todos les daba amor. Si no conocía a alguien se acercaba a saludar y a preguntar cosas. A ella le encantaba bailar y cantar, tenemos miles de videos haciendo las dos cosas. Yo le decía que ella iba a ser cantante porque cuando estaba por ahí sentada inventaba canciones. Le gustaba mucho la música e imitar la voz que hacen las princesas cuando llaman a los animales. Pero lo que más le gustaba era estar en el colegio, amaba estar con sus compañeros y con su profesora. A veces nos tocaba ponernos bravos para que saliera de allá. Desde muy pequeña tenía claras muchas cosas.
Eliana Molina y Édinson Rangel, habitantes de Arborizadora Alta, perdieron a su hija el pasado 28 de marzo, dos días después de un atentado terrorista perpetrado por el frente 33 de las disidencias de las Farc.

Eliana Molina y Édinson Rangel, habitantes de Arborizadora Alta, perdieron a su hija el pasado 28 de marzo, dos días después de un atentado terrorista perpetrado por el frente 33 de las disidencias de las Farc.

Foto:Camilo Castillo / EL TIEMPO

Todos corrían porque ella era una persona que les robaba el corazón. 

Por ejemplo…
E. M.: Quería ser doctora. Hay una anécdota que refleja el amor que las personas le tenían. Cuando estaba en el jardín hicimos un día de profesiones y ella quería ir vestida de doctora. Ese día nos tocó recorrer el barrio para encontrar la bata. Bregamos muchísimo, pero no fue posible. Como siempre hemos tenido el apoyo de nuestros familiares, ellos nos ayudaron, hasta muy tarde, a buscar todo del disfraz. Todos corrían porque ella era una persona que les robaba el corazón. También amaba el arte. Los abuelos le regalaron los implementos para que pintara y se la pasaba dibujando. En clase la profesora les ponía una imagen para que ella la replicara. A Salo le encantaban esas clases. Decía que a veces no le gustaba leer. “Pero si no aprendes a leer, cuando estés grande y seas doctora no vas a saber recetar los remedios”, le decía yo.
¿Qué pasó ese sábado?
E. M.: Como todos los días, nos levantamos temprano. Les hice el desayuno y nos fuimos a bañar. En la mañana nos llamaron para preguntarnos si podían ir a jugar con los primos. Aprovechamos que estaba jugando para salir a comprar unas cosas. También estuvimos en el local de mi cuñada (frente al CAI). Cuando fuimos a recogerla nos contó que había encontrado a su osito Teddy, un peluche que se le había perdido hace meses. Como mi esposo tenía una cita de ortodoncia a las 4, la dejamos con mis cuñados y con los primos. Lo último que le dijimos fue “amor, ya venimos”.
É. R.: Después de salir del consultorio, recogimos la moto y nos fuimos para el barrio. En ese momento nos comenzaron a llamar, pero cuando contestábamos no hablaba nadie. Mi mujer (Eliana), de la desesperación, no entendía nada. Alcanzamos a escuchar que Salomé estaba en la clínica. Yo pensé que de pronto se había caído. El mayor miedo que teníamos era que tuviera una fractura. Nos fuimos al hospital y preguntamos a mi tía qué había pasado. En ese momento se nos vino el mundo encima. Nos dijeron que habían hecho un atentado en el CAI y que Salo y las primas estaban graves.
¿Qué les decían?
E. M.: Les pregunté a varias personas sobre qué le había pasado a Salomé y salió un muchacho, no sé si era un particular o un policía de civil, y nos dijo que la habían estabilizado. Mi tía estaba bastante preocupada porque mi sobrina tenía una herida en la cabeza por un fragmento de la explosión. Cuando mi esposa entró fue que nos enteramos de que mi niña estaba grave. La tenían en una sala. La habían reanimado y vi que le ponían muchas vendas en la cabeza. También vi cuando la estaban saturando la pierna y el brazo. Les preguntaba por qué ella no hablaba y me decían los médicos que le habían puesto un medicamento para que ella no recordara este episodio. Solo me entregaron las gafas, la ropa y una cadena de oro que ella tenía. Como a las tres de la mañana del domingo autorizaron el traslado, pero en el traslado a la ambulancia la tuvieron que reanimar otra vez. En la mañana desocuparon una cama UCI en Homi.
La profesora Adriana Estupiñán, su directora de curso.

La profesora Adriana Estupiñán, su directora de curso.

Foto:Camilo Castillo / EL TIEMPO

No nos gustó como nos habló el médico. Fue muy cruel e inhumano. El domingo él salió de cirugía y con mucha frialdad nos dijo: “su hija se va a morir”.

¿Y los médicos?
E. M.: Nos dijeron que un proyectil le había atravesado la cabeza y el cerebro y que tenía varias esquirlas incrustadas. Cuando la subieron a la UCI se puso malita otra vez. Ahí pudimos ver cómo las enfermeras presionaban su pecho para reanimarla. Mi reacción fue gritar y preguntar por qué le hacían eso. A las 3 de la mañana la lograron estabilizar, pero nos dijeron que no la podían intervenir porque ella estaba muy débil. Entonces no la podían entrar a cirugía porque podía correr un riesgo muy grande. No nos gustó como nos habló el médico. Fue muy cruel e inhumano. El domingo él salió de cirugía y con mucha frialdad nos dijo: “su hija se va a morir”. Le dije que no nos dijera eso, que Salo era una niña muy fuerte y que iba a salir de esto, pero él volvió a insistir que le quedaban pocos minutos. A los pocos minutos llegaron dos policías y un psicólogo. Él es el que ha estado con nosotros en todo momento, quien nos hizo creer que la niña iba a recuperarse. La persona que nos ayudó a aferrarnos a mi Dios y a la Virgen, y que nos hizo recuperar la fe que ese doctor nos había quitado. El lunes por la mañana le hicieron el último examen. De cualquier manera, ella no respondió más. Ahí fue cuando nos dijeron que la iban a desconectar del ventilador. Nos hicieron entrar para que nos despidiéramos. Nosotros le hablamos, le cantamos sus canciones, la abrazamos y le dimos los últimos besos. Y ahí la dejamos para siempre.
¿Cómo fueron los días siguientes a su fallecimiento?
É. R.: Cuando llegamos a la casa nos dimos cuenta lo difícil que era afrontar la realidad. A veces nos gusta pensar que ella está en el colegio, que en la tarde la vamos a volver a ver entrando a casa. Queremos estar con ella. Queremos estar con ella. Ella era la niña de mis ojos, mi vida, mi corazón; ella me enseñó a amar. A ella no le gustaba la soledad, le tenía miedo a estar solita y a mí me aterraba que se sintiera así. Lo único que le pido a Dios es que no me la deje sola. Si Dios cree que debo hacerle compañía, yo estoy listo para irme.
¿Han soñado con Salomé?
É. R.: Lo que más anhelamos es poder soñar con ella, pero hasta el momento eso no ha pasado. Quisiéramos soñar con ella para que nos contara qué está haciendo allá arriba, para que nos cuente si está bien, si necesita de nosotros. El bebé habla dormido y en ocasiones escuchamos cómo intenta decir su nombre. A través de él la hemos sentido, Joseph nos ha dado mucha fortaleza para seguir.
¿Sienten rabia?
É. R.: En este momento no hemos tenido cabeza para pensar en eso. No hemos tenido tiempo para sentir rencor y tampoco de pensar en las personas que mandaron a hacer este atentado. Muchos esperan a que pasen estas cosas para sacarle provecho, para obtener un beneficio, pero nosotros en este momento no tenemos cabeza para eso. Lo primero que queremos es asimilar esta situación, no superarla, porque es mentira que esto se pueda superar, pero poco a poco ir aceptando la realidad.
¿Han recibido apoyo de algún tipo?
E. M.: Han estado muy pendientes, nosotros hemos tenido mucho apoyo. Primero, de los vecinos del barrio, de los miembros de la Policía, de la señora Alcaldesa y del señor Presidente. Él fue muy humano, habló con nosotros y nos brindó mucho apoyo. Claudia López vino hace ocho días a visitarnos también, nos ofrecieron su apoyo para poder terminar de estudiar y para que Joseph pueda ir a la universidad. Por ahora, solo podemos pensar en salir adelante de todo esto.
EL TIEMPO
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO