"Toda mi atención se enfocó en mi pierna que estaba totalmente abierta. Yo trataba de moverme y hacer ruido para que me vieran, pero me di cuenta de que mi pierna no me obedecía, estaba totalmente quieta. Eso me nubló el pensamiento, ahí pensé que la iba a perder”. Así de claros son los recuerdos de Pilar Molano, una de las víctimas del atentado y quien perdió su extremidad luego de que “una serie de hechos encajaron para estar en ese baño antes de la explosión”, como ella misma lo narra cinco años después del atentado al centro comercial Andino, en el norte de Bogotá.
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El artefacto explosivo estalló en uno de los baños del segundo piso y dejó tres mujeres fallecidas y nueve heridos. Hoy, 1.825 días después, ni las víctimas ni los victimarios han encontrado justicia y todo parece indicar que este caso, que estremeció a Bogotá en 2017, quedará en la impunidad.
Eran las 4:30 de la tarde del 17 de junio de 2017. Pilar parqueó su carro en el valet parking del centro comercial y se dirigió hacia los baños del primer piso del Andino; no pudo entrar. Fue a los baños del segundo piso y allí, como conducida por el destino, se estrelló con la tragedia.
A esa misma hora, en ese mismo punto, también habían coincidido Ana María Gutiérrez (40 años), Lady Paola Jaimes (31 años) y Julie Huynh (23 años), quien estaba en Colombia prestando voluntariado. Ninguna imaginó que ese sería el último encuentro y que una vez dentro de ese baño jamás podrían salir. Historias diferentes fueron las de Molano y siete mujeres más que lograron sobrevivir.
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A las 4:55 de la tarde, una detonación voló por completo uno de los baños del complejo comercial. “Estoy secándome las manos cuando siento una explosión detrás de mí. Me arrojó contra un costado y caí sentada con las piernas abiertas, todo fue en un segundo. La explosión, el humo, la cantidad de escombros. Cuando miré al costado, ahí había tres mujeres muertas”, recordó Pilar.
Pero, como lo mencionó Pilar, parecía que todo estuviera dado para que en pocos segundos se pudiera reaccionar ante el atentado. Ese sábado, a dos cuadras del Andino también estaba Daniel Mejía, secretario de Seguridad de esa época. “Yo escuché la explosión, bajé de mi apartamento y a los cinco minutos estaba en el lugar. Le dije a un policía que estaba atendiendo la situación ‘déjame entrar que yo soy el secretario de Seguridad para hacer las labores que le corresponden al Distrito’ ”.
Y mientras afuera del centro comercial Daniel Mejía intentaba ingresar, Pilar Molano apretaba con fuerza la pierna herida. “Mi pierna fue mucho lo que se desgarró, yo la abrazaba con mis manos y decía: ‘Dios mío, la voy a perder’; pero también pensé que me podían coser y salir de ahí para mi casa”.
La policía, los bomberos, antiexplosivos y médicos se tomaron rápidamente el lugar. Evacuaron el Andino y atendieron a los heridos. Sin embargo, todavía quedaba algo por resolver, ¿quién estaba detrás del atentado?
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Tres mujeres fueron las víctimas mortales dela explosión en el exclusivo centro comercial del norte de la ciudad.
Un día después del hecho terrorista, entre los escombros se asomó la primera hipótesis. Todo indicaba que los autores del macabro atentado eran jóvenes pertenecientes a un grupo denominado Movimiento Revolucionario Popular que, según las autoridades, tenía vínculos con el Ejército de Liberación Nacional (Eln).
Las cámaras de video y las pruebas recolectadas por los investigadores ese día fueron suficientes para que el 24 de junio de ese mismo año capturaran a ocho sospechosos. No obstante, cinco años después y luego de dilaciones y trabas jurídicas, todos recobraron su libertad pero siguen vinculados al proceso jurídico.
“Veníamos de una ola de atentados en Bogotá, casi 15 o 16 meses, donde se habían registrado cerca de 14 hechos. Algunos de ellos en sedes de la Dian y entidades de salud donde explotaban artefactos a la madrugada y casi siempre en baños de mujeres. El atentado del Andino fue cometido por una célula urbana del Eln que se denominaba Mrp”, contó Daniel Mejía, secretario de Seguridad en el 2017.
Sin embargo, lo del Andino era solo una radiografía de lo que estaba aconteciendo en la capital del país durante ese año. Según Mejía, días antes del atentado ya se habían encontrado panfletos de este grupo delincuencial que rechazaba la reforma tributaria y temas relacionados con la aplicación de la Ley 100. Aunque lo del Andino fue diferente, el molde era el mismo y los implicados habrían repetido patrones que los pusieron en evidencia.
Con las labores de inteligencia adelantadas y un seguimiento previo por parte de las autoridades se logró la captura de Andrés Mauricio Bohórquez, Juan Camilo Pulido, Boris Ernesto Rojas, Alejandra Méndez, Lizeth Rodríguez, César Becerra, Christian Sandoval y Natalia Trujillo. Esta última sería pieza clave para determinar la responsabilidad de sus otros siete compañeros.
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Violeta Arango es señalada como responsable del atentado en el centro comercial Andino, en Bogotá.
Carlos Ortega / EL TIEMPO y Archivo particular
Aunque en su momento Mejía contó que se había hecho un seguimiento previo de esta célula delictiva, interceptaciones y acompañamiento por agentes encubiertos, nada de esto sirvió para poder prevenir el atentado de esa tarde. “El tamaño del artefacto explosivo no superaba las dos manos y era muy fácil ingresarlo por los controles del centro comercial. La captura de los sospechosos se dio de esta forma rápida porque ya teníamos trabajo adelantado de seguimiento”, contó el exsecretario.
En el momento de la captura, según las autoridades, dos de las mujeres fueron halladas con planos del centro comercial y documentos estratégicos sobre el golpe que habrían propinado. No obstante, y aunque la Fiscalía en un primer momento logró que se les dictara medida de aseguramiento, tiempo después el Juzgado décimo con función de control de garantías los dejó en libertad porque, como denuncian algunas víctimas, el fiscal Héctor Julio Leguizamón dejó vencer los términos.
Al término de esa diligencia los recién liberados fueron detenidos de nuevo, esta vez acusados de rebelión por presuntos vínculos con el Eln. Pero la suerte fue la misma: un nuevo vencimiento de términos los dejó en libertad.
El caso ha estado marcado por hechos de incongruencia y vacíos legales. Incluso, los procesados tuvieron que pasar por una tercera captura. Esa vez la estrategia de la Fiscalía no funcionó y un juez de control de garantías declaró ilegal el proceso de detención. Hoy los siete sindicados están en libres y desde el 24 de junio de 2017 han dicho por todos los medios posibles que su acusación es un falso positivo judicial.
Dos hechos son la clave para desenmarañar el misterio detrás del caso del Andino. Natalia Trujillo, una de las capturadas hace cinco años, a diferencia de sus compañeros, decidió firmar un principio de oportunidad en 2021 para pasar de imputada a testigo. La condición era que declarara en contra de los otros acusados. No obstante, el abogado de las víctimas, Francisco Bernate, le confirmó a EL TIEMPO que Trujillo no ha declarado porque todavía no ha comenzado el juicio.
Pese a que Natalia aceptó firmar este acuerdo con la justicia, Boris Ernesto Rojas, otro de los implicados, dijo que ella no era culpable y que el trato al que había llegado era producto de la desesperación por estar en la cárcel.
Entonces, la clave de este caso podría estar en la última captura. Violeta Arango Ramírez, de 29 años, quien fue la única que no cayó en manos de las autoridades en 2017. Cinco años después, en medio de un operativo en contra de cabecillas del Eln, la mujer fue capturada y se espera que en su juicio se pueda probar la relación que tiene no solo con el atentado al centro comercial, sino que pueda implicar a los demás acusados.
Mejía afirmó que la captura de ‘Violeta’ y el acuerdo entre la Fiscalía y Natalia Jaramillo probarían la relación de los liberados con los hechos terroristas. “Hoy se confirma tras estos dos hechos que esta célula urbana del Eln fue la que ejecutó el atentado y que hay un nexo entre el Mrp y el bloque oriental de los elenos. Entonces, esto confirma que las personas capturadas sí estuvieron implicadas ”.
Para Pilar Molano, en la narración de los hechos de ese fatídico día aún hay muchas zonas grises. Según ella, el Andino no contaba con las medidas de seguridad necesarias y todo pudo ser diferente en esta historia.
JONATHAN TORO
REDACCIÓN BOGOTÁ