Sobre las 4 de la tarde de este viernes, en el marco de las protestas estudiantiles que iban marchando hacia la Plaza de los Periodistas, un grupo de en jóvenes llegó a la sede del Icetex en el centro de Bogotá y empezó a protestar en contra del organismo. Este es el relato de uno de los colaboradores que compartió los momentos de terror con EL TIEMPO.
"Vimos que no era nada nuevo a lo que siempre se hacía. Incluso se veían muy pasivos al principio, ni siquiera nos gritaban o cantaban cosas, como usualmente suelen hacer", explicó a EL TIEMPO Álvaro González, trabajador del Icetex que se encontraba en el piso tres de la entidad antes del asalto.
"De repente vimos que un grupo de jóvenes se empezó a encapuchar y luego se escondieron. De un momento a otro lanzaron ladrilllos y papas bombas estallaron las ventanas. En un principio solo por la parte frontal del edificio, luego pasaron a los laterales", continuó.
Paradójicamente, González cuenta que al momento de los actos se estaba realizando una reunión en el segundo piso de Mesa de Reforma Icetex, una sesión que se viene haciendo de manera regular con estudiantes de universidades, líderes opositores y otros actores con el fin de determinar cómo se debe transformar el Icetex.
"Muchos de ellos corrieron hacia el parqueadero que queda en la parte de atrás del edificio. Podía escuchar cómo los mismos líderes decían: esta gente y estos actos no nos representan. Estaban furiosos e indignados", añadió.

Asalto al Icetex.
César Melgarejo / EL TIEMPO
Mientras tanto, según el funcionario, solo se escuchaba a los encapuchados gritar: ¡para adentro! ¡para adentro!
Al mismo tiempo, en el primer piso miembros del cuerpo de seguridad y otros funcionarios del Icetex intentaban apagar las llamas que se habían expandido por las papas bombas lanzadas, mientras otros corrían hacia los pisos de arriba para resguardarse. "Todos tenían un extintor en mano y hacían lo que podían en medio del caos, pero ya los jóvenes habían logrado entrar".
Acto seguido, "los encapuchados se percataron de que varias personas habían corrido hacia el parqueadero y se instalaron a la salida para que nadie pudiera abandonar el edificio. Empezaron a tirarnos piedras y no permitían que saliéramos. Hubo un momento en el que levanté mis manos y les dije: por favor déjennos salir, a lo que respondieron que sí, pero que bajo nuestra responsabilidad. Quedamos petrificados".
"En ese instante fue cuando todo se puso peor. Los encapuchados enloquecieron, estaban como endemoniados, no paraban con nada ni respetaban a nadie. Forzaron la puerta del parqueadero e intentaron entrar pero los guardias de seguridad lograron contener el ingreso. Tuvimos que esperar angustiados hasta que llegó la policía luego de casi hora y media".
El cuerpo policial logró dispersar a los jóvenes y los organismos de evacuación empezaron a sacar a los funcionarios.
"La verdad en esos momentos sentí mucha impotencia porque es una entidad a la que quiero mucho, al ver cómo la destruían unos cuantos jóvenes que simplemente están equivocados en su actuar. Ellos no estaban en sí, su mirada estaba perdida en odio, fue muy doloroso ver cómo me veían con tanta ira, ahí sentí miedo porque los vigilantes ya estaban haciendo todo lo posible por defendernos, pero era muy difícil controlar ese cantidad de energía que tenían ellos", narró González.
"Esperaba que en cualquier momento se metieran a atacarnos. Fue como de película porque justo cuando creí que iban a ingresar al parqueadero a atacarnos llegó la Policía y los dispersó", finalizó.
EL TIEMPO
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