“Pedaleé todo lo que pude, nunca lo había hecho tan rápido ni con tanto miedo”. Con esta frase, Gerson Andrey Polo de la Cruz, de 22 años, resume el impacto que vivió la noche del martes 11 de julio, cuando fue atacado por un hombre que intentó robarle su bicicleta en la avenida Ciudad de Cali con calle 13.
Defenderse fue lo que lo libró de convertirse en uno de los biciusuarios que han tenido que vivir el robo de su vehículo. Según cifras oficiales, se estima que cinco bicicletas son hurtadas al día y que entre enero y diciembre del año pasado 1.787 bicicletas fueron robadas en la ciudad.
Ese martes, Gerson se movilizaba en sentido norte-sur sobre la Cali, en el occidente. Venía de la casa de un amigo. No usaba la ciclorruta porque los más de cinco años que lleva siendo ciclista urbano le han dejado como lección que esos no son siempre los espacios más seguros, afirma.
Hacia las 11 de la noche, a la altura de la calle 13 vio a un hombre, vestido con ropa deportiva, parado junto a un poste con una bicicleta. Disminuyó la velocidad creyendo que quizás se trataba de alguien que estaba esperando ayuda, pero apenas estuvieron lo suficientemente cerca, el hombre, sin mediar palabra, sacó un cuchillo de su chaqueta y se abalanzó sobre él para derribarlo de su bici.
La adrenalina le impidió darse cuenta del momento exacto en el que el cuchillo se clavó en su cuello. Su atacante lo persiguió al menos 30 metros más, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que no podría robarlo. Gerson recuerda lo que ocurrió tras librarse de su agresor.
“Yo empecé a subir el puente que pasa sobre la 13, seguía pedaleando sin parar, cuando vi que unas gotas de sangre empezaron a caerme en el pantalón. Me toqué el cuello y me di cuenta de que me había cortado, me estaba saliendo mucha sangre. Avancé hasta una caseta y les pregunté, asustado, a los que estaban ahí si se veía muy mal lo que tenía. Ellos me hicieron una cara que me hizo entender que era grave”.
Quienes se encontraban allí le ayudaron a detener la sangre y a llamar a sus papás. Minutos después fue llevado a un hospital por sus familiares, en donde, luego de varios exámenes, se determinó que solo necesitaría siete puntos para cerrar la herida y una semana de incapacidad para recuperarse.
Su atacante lo persiguió al menos 30 metros más, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que no podría robarlo
“El médico me dijo que habían faltado un par de centímetros para que el corte me comprometiera una arteria y que eso me hiciera morir desangrado. Lo mismo pasó en el caso de la profundidad, me salvé por muy poco de que fuera algo peor”.
No hizo una denuncia oficial porque afirma que esa noche, al comunicarse con las líneas de atención, no recibió ayuda.
BOGOTÁ
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