Las cifras son evidentes y de hecho no le dan la razón al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien sostuvo que los inmigrantes de origen musulmán son un problema para la seguridad de Estados Unidos.
Un análisis de la Asociación para la Nueva Economía Americana, basado en cifras federales (Departamento de Estado, DE), encontró que en 9 de las 10 ciudades que más refugiados acogieron entre el 2006 y el 2015 (en proporción a su tamaño), los actos delincuenciales no solo no se incrementaron sino que disminuyeron. (Lea también: Corte mantiene bloqueo a decreto antimigratorio de Trump)
Las datos de descenso en la criminalidad hablan por sí solos: Clarkson (Georgia, -4,8 por ciento), Decatur (Georgia, -62 por ciento), El Cajón (California, -31,7 por ciento), Utica (Nueva York, -20 por ciento), Southfiel (Michigan, -77,1 por ciento), Syracusse (Nueva York, -25,6), Nueva Bern (Carolina del Norte, -37,5 por ciento), Lancaster (Pensilvania, -20,6 por ciento) y Glendale (California, -47,1 por ciento). En estos sitios, los migrantes provenían, sobre todo, de Irak, Irán, Bután y Burma, donde el islam tiene fuerte influencia sobre las poblaciones.
La única urbe que tuvo un incremento en su tasa delincuencial fue West Springfield (Massachusetts), con un alza del 88 por ciento. Sin embargo, las mismas autoridades federales apuntaron que en esa población el empeoramiento se dio por el desarrollo de un conflicto relacionado con el tráfico de drogas, iniciado antes de que los refugiados arribaran.
“No hay cifras que soporten que los inmigrantes trajeron criminalidad al país”, precisó el DE.
EL TIEMPO
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